viernes, 29 de enero de 2010

RECTIFICACION ELECTRODOMESTICA




(Léase preferentemente después de HACE UN FRIO HORRIBLE)

Esta mañana, nada más levantarme me he acercado a ver la temperatura que hace en el patio de casa, donde está colocado el sensor. Tengo la costumbre de hacerlo a diario y apuntar las temperaturas por debajo de -4,5ºC. Una manía como otra cualquiera. El termómetro marca -6,6ºC. Aún siendo destacable, solo alcanza a ocupar el puesto 30 de la clasificación.
Cuando me alejaba del termómetro, me ha llamado la atención un pequeño charco de agua en su base y, al fijarme con más detalle, he podido apreciar como el termómetro hipaba acompañado de un tenue temblor de su labio inferior.
- ¿Qué te pasa? - le he preguntado.
- El ordenador me lo ha contado todo - me contesta.
- ¿Todo qué?
- Lo que escribiste ayer en tu blog.
- Ya tendré unas palabritas contigo - le digo al ordenador al tiempo que el ratón corre a esconderse detrás de la impresora.
- Tampoco es para ponerse así ¿no?- le digo para quitarle importancia.
- Me has echado a mí la culpa de algo de lo que no soy responsable.
Como me callo unos instantes, el termómetro se crece y me espeta:
- ¡exijo una rectificación!
- ¡Vaya hombre! ¡Esta sí que es buena! Una rectificación. Mira, me marcho a trabajar. Ya hablaremos tu y yo. Y tú también - le digo al ordenador, señalándole con el dedo acusador. ¡chivato!
El caso es que según iba para la oficina, reconocí con cierto remordimiento de conciencia que el termómetro tenía razón. A -6,6 ºC hacía frío, pero ayer a -1,1ºC lo hacía mucho más, fruto de la sensación térmica.
¿Qué es la sensación térmica? Es un término que pretende determinar la verdadera temperatura que una persona siente en función de la temperatura y la velocidad del viento, cuando la primera es inferior a la corporal y de la temperatura, la humedad relativa y el viento en verano, cuando la temperatura es superior a 32ºC.
Para no andar con rollos, hay varias fórmulas para calcularla:

WC = -0.04544 [(10.45 + 10 * RAIZ (V) - V) * (33 - T)] + 33

Donde V es la velocidad del viento en m/s y T la temperatura en ºC

WC = 33 + (T - 33) * (0.474 + 0.454 * RAIZ((V * 0.6214) * 0.447) - 0.0454 * ((V * 0.6214) * 0.447))

Donde V es la velocidad del viento en Km/h y T la temperatura en ºC

Desde mi punto de vista falta un coeficiente que “corrija” el valor obtenido según lo friolero que sea cada uno, es decir, en mi caso el resultado habría que multiplicarlo por dos (por lo menos), mientras que para un tipo del mismo centro de Bilbao, que le sobra hasta el jersey, se puede dividir por … tres o cuatro.
Y para no andar con cuentas aquí está la tabla que sirve para hacer un cálculo rápido:



Hay más fórmulas, pero con esto vale para desagraviar a mi termómetro. En efecto a una temperatura de -1,1ºC y con una velocidad del viento en torno a 16 km/h, la sensación térmica es inferior a -7,5ºC, tal como demuestra la tabla anterior.
Así que a -6,6ºC y viento en calma, “hace menos frio” que a -1,1ºC y viento de 16 km/h.
Y ahora, ordenador, vas tú y se lo cuentas a tu amiguito.

miércoles, 27 de enero de 2010

HACE UN FRIO HORRIBLE
Hay dias que el termómetro no dice toda le verdad. No se si lo hace por pudor o por pena. Al fin y al cabo comparte habitación con otros artilugios: el ordenador, la impresora, el equipo de música, es respetado y consultado en casa, en definitiva, está integrado en la vida familiar, de manera que, en su fuero interno, tal vez piense que es mejor no expresar la cruda realidad y tratar de pasar desapercibido. Hacerse el simpático, vamos. Pero hoy le he pillado. Le tengo aquí, delante de mi, con su carita inocente, lleno de números y me dice que "-1,1 ºC". Y unas narices, majo. Ahí fuera en la calle no hay quien pare. Hace un frio horrible. Sopla un viento gélido y además está medio nevando. Cualquier trozo de carne expuesta al viento se queda insensible en un par de minutos, en especial las orejas, las manos y la nariz. Solo pensar en salir a correr en estas condiciones se me antoja una proeza. Hace años lo hacía, así que ya creo haber cumplido el cupo de locuras. Hoy no puede ser. Tengo la excusa perfecta. Mercedes está trabajando y yo tengo que cuidar de los niños, de la casa, hacer la cena, los deberes... es decir estar de amito del hogar. Lo cual no quita que haga algo: gimnasia y eliptica. Como un campeón. Me voy a bajar al garage, me voy a poner un disco de música y voy a hacer una sesión de gimnasio como un aspirante a bombero, con sus abdominales, sus flexiones de brazos, su poquito de máquina de pesas (reconozco que sobra el plural, con 10 kilos me basta), otra pizca de gomas elásticas. Tan calentito. Y a esperar que mejore el tiempo.

domingo, 24 de enero de 2010




UN PEQUEÑO COPO DE NIEVE

Juanito aceptó bajar a ver la San Silvestre Vallecana. No era fácil tomar la decisión, pero con 10 años ya era consciente que en Navidades hay que portarse bien por si las moscas. Además su padre, vallecano hasta la médula, le había contado tantas historias de la carrera que tenía cierta curiosidad por ver a esos africanos. El año anterior también bajó, pero apenas les vio pasar y por supuesto, cuando quiso accionar su spray de nieve artificial lo único que consiguió fue una mancha en el asfalto. Este año sería diferente. Su padre le había repetido miles de veces que solo enchufase a las piernas: “Juanito, solo a las piernas ¿eh?” “si papá, solo a las piernas”. Y allí estaba, en la acera de su calle, esperando a que su padre le avisara de la llegada de los corredores. Éste charlaba con los vecinos “¿otro año más ¿eh?” “Y que sean muchos, Juan” ¿Quién gana este año, Juan?, ¿Otro africano?” “Ya veremos. Chema está muy fuerte” “¡Por lo menos ya ha parado de llover!”.
En la otra punta del recorrido, Ángel está preparado. Advierte en la salida que tal vez está un poco adelante para lo que puede hacer este año. Se nota más tranquilo que años anteriores, la ausencia en la pasada edición le ha hecho cambiar las prioridades y ahora, la marca ya no es lo primero, le basta con estar ahí, en la salida un año más. Lleva los guantes negros de la San Silvestre de 1999. Al ver las caras de sus compañeros de carrera advierte que hace 10 años alguno estaba jugando con los playmobil a estas horas.
Disparo de salida. 
La estrategia de siempre en esta carrera: “A tope desde el primer metro”, se dice Ángel para sus adentros, “son solo 10.000 metros… ¡a disfrutar!”. 
La carrera se estira. Los primeros ganan terreno velozmente, a pesar de ser subida se corre muy deprisa. Este año el recorrido varía a consecuencia de las obras. Ángel no se entera por donde va, pero los pasos por los kilómetros le dan seguridad y tranquilidad. “Voy más deprisa de lo que debía”.
Juanito está impaciente. Sabe que la carrera ya ha empezado, son las 20:15 y los primeros van a pasar por su calle dentro de 7 u 8 minutos. Está preparado. Ha hecho una prueba con el spray. “Juanito, solo a las piernas ¿eh?” “si papá, solo a las piernas”. Lo tiene todo calculado. Si aprieta el botón cuando el primero pase a la altura de Jacinto, el vecino del cuarto, seguro que le da de lleno. Una moto pasa a toda velocidad. ”¡Ya están aquí!”, grita su padre. Todo el mundo avanza un paso hacia el centro de la calle. Por un momento Juanito se ve perdido, pero su padre le rescata de entre la gente y le coloca delante de él. Se asoma y ve al fondo un corredor negro, corriendo a toda velocidad cuesta arriba. “¡qué bestia, como va!”, Juanito no tiene ojos más que para su marca ficticia en la calle y justo cuando el corredor pasa por delante aprieta el botón… “¡Toma! ¡Le he dado papá!”. Un chorro de espuma blanca adorna las piernas del atleta africano. Juanito repite la acción una y otra vez con los siguientes corredores. “Juanito, solo a las piernas ¿eh?” “si papá, solo a las piernas”. Agita el bote una y otra vez y rocía a los atletas de blanco.
Ángel está entrando en Vallecas. Kilómetro 8 y un tiempo por debajo de lo previsto. “Queda la cuesta, aquí no me puede adelantar nadie”, se repite como un mantra. “Vamos, ¡Vamos!”. En ese instante Juanito agita por última vez el spray. “Ya no puede quedar nada, yo creo que se me acabado. Un último apretón”. Pulsa el botón y unos cuantos copos de nieve artificial, salen al exterior desperdigándose por el viento entre corredores. Un pequeño copo queda atrapado en el guante negro de Ángel. Cuando éste lo ve se dibuja en su cara una enorme sonrisa. La carrera adquiere otra dimensión, el tiempo se para, se hace un silencio absoluto. Solo existe ese copo de nieve, en su guante. No presta atención a la gente, ni a los corredores. Por supuesto sigue corriendo a todo lo que puede, pero ya sabe que ha conseguido volver a impregnarse de la nieve artificial de la San Silvestre Vallecana un año más. Como hace veinte años cuando corría mucho más adelante.
Como cuando corría mucho más deprisa.

jueves, 21 de enero de 2010

PICARSE EN LOS ENTRENAMIENTOS

Una foto de la época. ¿quien dijo que no tenía pelo? y ¿esa barba?
CRONICAS DEL PLEISTOCENO

PICARSE EN LOS ENTRENAMIENTOS

Picarse en los entrenamientos no es un pecado mortal. Hay entrenamientos en los que incluso está bien que exista un cierto pique entre los corredores, por ejemplo en las series, al fin y al cabo es una manera de exigirse más a uno mismo y, por consiguiente, de avanzar en la mejora. Sin embargo todo tiene un límite. Hay entrenamientos en los que el pique no solo puede ser contraproducente para el corredor, puesto que las sesiones pueden acabar convirtiéndose en una sucesión diaria de competiciones, sino que además desde un punto de vista digamos “social” son notablemente perjudiciales. Yo lo aprendí hace muchos años en la situación que os relato a continuación. Era una tarde de verano. La temporada estaba prácticamente terminada y la “cuadra” de medio-fondistas y fondistas del AR Concepción, club de Madrid al que pertenecí mientras viví en la capital, pasábamos las tardes entre rodajes, partidos de frontón o de baloncesto. Una tarde apareció por allí un corredor de origen irlandés, más mayor que nosotros, que por entonces andábamos por los 19 o 20 años. Se acercó a nuestro grupo y nos preguntó en un español un tanto deficiente qué íbamos a hacer de entrenamiento ese día. Le propusimos un rodaje hasta el Retiro, con una vuelta por el parque y regreso, en total unos 12 kilómetros. Aceptó y sin más trámite nos pusimos en marcha. El camino de ida, por las calles del barrio de la Concepción, Ventas, Parque de la Fuente del Berro y O´Donell hasta el Retiro lo hicimos en grupo. No recuerdo exactamente quien estábamos ese día, tal vez Pedro, Enrique, Serafin, Cesar, … unos 8 o 10 en total. La vuelta por el parque del Retiro la realizamos también en compacto pelotón, con nuestro amigo John, que así se llamaba el corredor irlandés a la cola del grupo, disfrutando del paisaje. Cuando enfilamos O´Donell de vuelta al polideportivo, la cosa cambió. No se quién “desató las hostilidades”, pero lo hizo a lo grande. Al llegar a la Fuente del Berro el ritmo debía estar por debajo de 4 minutos/km y no paró de incrementarse hasta el final. Por supuesto que el grupo que componíamos ya no era tal. Cada cual iba a lo suyo y nadie se preocupó del irlandés. ¡Le estábamos dando una lección!. Poco a poco fuimos llegando al “poli” y agrupándonos de nuevo en las gradas a estirar. Pasados diez minutos John no había llegado. La verdad es que estábamos un poco intranquilos porque ninguno de nosotros había reparado en que tal vez no supiera regresar. Pocos minutos después le vimos entrar por la puerta y acercarse trotando suavemente hasta nuestro grupo. Se hizo el silencio. Él sonreía. “Me he perdido”, dijo. Le pedimos disculpas algo avergonzados. “No deberíais rodar tan fuerte, me habeis dejado tirado”, nos recriminó. Hasta ese momento no habíamos cruzado apenas palabra con él, pero comenzamos a preguntarle sobre su sus carreras y sus marcas para intentar ganar su amistad. Nos contó que estaba lesionado, que tenía sendos espolones en ambos pies y que no podía entrenar apenas. Eso empeoraba las cosas. Nos habíamos comportado como perfectos idiotas. Luego nos dijo que corría 1500m y que tenía una marca de 3´45´´. Aquello resultó definitvo. Habiamos abandonado en medio de Madrid a un corredor extranjero, que acababa de llegar a la ciudad, lesionado y que, para colmo, nos daba a todos sopas con ondas en una distancia en la que ninguno de nosotros había conseguido bajar de 4´ni de cerca (me apresuro a aclarar que alguno no lo llegamos a conseguir nunca). Aquél día decidí que no volvería a cometer semejante delito contra la cortesía y la educación. John siguió bajando a entrenar unos meses más, pero sus espolones no le dejaron continuar la práctica del atletismo. Un buen día dejó de correr y no volvimos a verle, pero en mi recuerdo siempre quedará la ironía de su sonrisa mientras nos daba una lección de comportamiento.

martes, 19 de enero de 2010

HARRY JOVELLAR



En la meta del marathón de Londres 1996


MIS PERSONALES

No es Harry Potter. Es Luis Carlos Jovellar.
También es mago. De los buenos magos del atletismo.
Luis Carlos tiene una virtud que poseen excepcionalmente unas cuantas personas y que es envidiada por el común de los corredores: es de esas personas capaces de correr un marathón prácticamente sin entrenar. Por descontado todas las distancias inferiores las puede hacer tomando la decisión el día anterior, una inscripción rápida y a la línea de salida.
Él lo niega porque es de natural humilde, como casi todos los sabios, pero en su fuero interno sabe que tengo razón. Tal vez en su bola de cristal vea el resultado de la carrera y ya sepa que tal va terminar y así toma la decisión de correr o no.
Todo esto que digo es rigurosamente cierto. Y no solo ocurre con las competiciones. No puede negar que sus escasos entrenamientos están jalonados por situaciones rodeadas de misterio -¿magia negra?-. Si no ¿Cómo explicar que salga de su casa a correr y se pierda por los caminos hasta completar rodajes de más de dos horas? Una combinación de despiste, audacia, misterio e indudablemente, resistencia.
Con Luis Carlos y José Ceballos (otro día le tocará a él asomarse a este blog) he realizado alguno de los entrenamientos más agradables. Por motivos de trabajo hemos compartido maratonianas sesiones de reuniones en un paraje apartado de la civilización: Llánaves de la Reina (León). Para aguantar semejante prueba salíamos a correr a las 7 de la mañana en dirección al puerto de San Glorio y, en los años que hemos podido vivir la experiencia, hemos disfrutado de amaneceres entre montañas nevadas corriendo por una carretera cubierta de nieve (y hielo). Otros años ha sido todo lo contrario, pero el paisaje siempre ha compensado el esfuerzo y la incomprensión del resto de nuestros compañeros.
Tal vez ahora atraviese una fase oculta, pero seguro que antes o después aparecerá por alguna carrera. No le pidáis ningún conjuro, pero si consejo. Acertará.


lunes, 18 de enero de 2010

Cross de Ávila. II Memorial José Soriano

Vamos a empezar por el final. Ha sido un gran cross, en todos los ámbitos, en organización por supuesto, como han reconocido todos los corredores, en el de la participación, en el nivel de la prueba y, en definitiva, en el ambiente de atletismo que se ha vivido.
El tiempo de la semana anterior no presagiaba nada bueno. El sábado fui a probar el circuito y había barro, en muchas zonas una “pasta” deslizante y pegajosa. Para colmo nos acostamos con lluvia y amanecimos igual. Pero la organización se las ingenió para trazar un recorrido sobre superficie muy apta para correr, salvo unos pocos tramos inevitables, pero… ¡qué caramba! Esto es un cross, no una carrera de pista, así no faltaría un ingrediente clásico en este tipo de carreras.
El ambiente antes de la salida ya era fantástico. La entrega de dorsales de las más fluidas que yo he conocido, sin colas y con café para quienes quisieran. En el calentamiento dimos unas vueltas para ver el trazado. Me fue guiando Julio, que afortunadamente vuelve a los entrenamientos y a la competición. Estábamos casi todos los corredores abulenses, unos para correr, otros en la organización (¡qué despliegue!) y otros de espectadores animando. Aún así eché de menos algún lesionado. Se hace duro no poder correr en tu ciudad. En la salida hubo mucha sensatez por parte de los corredores. No es habitual respetar la jerarquía de los mejores y en muchas ocasiones encuentras gente de 6 min/Km en primera fila. Esta vez no. Los que iban a ganar estaban en primera fila. La salida fue muy rápida. En seguida se formaron los grupos de carrera. Yo intenté engancharme al grupo formado, entre otros, por “Chusma” Piedelobo y “Jime”. Les aguanté poco más de una vuelta. Están a otro nivel. Así que me quedé por detrás casi solo, tan solo acompañado por Oscar y poco después por María Ruiz quien sería ganadora femenina de la carrera. En las curvas se podía ver más o menos cómo iba discurriendo esta, hasta la tercera vuelta en que el pelotón estaba tan estirado que los primeros ya habían dado alcance a los últimos y el rosario de corredores doblados se intercalaba entre los más rápidos. Mucha animación al paso por la meta por bastante público.
Las clasificaciones están en:
http://www.atletismoecosport.com/sites/all/2010/Cross/2010ClasificacionesCROSS_www.htm

Yo acabé muy contento con mi carrera. Para que voy a mentir: me hubiera gustado subir al pódium. Quedar cuarto de mi categoría me parece un buen resultado, por más que piense que tal vez hubiera podido correr más. Han cambiado los tiempos y si no entreno como antes tampoco puedo pretender competir como antes. Hay que adaptarse a la nueva situación e intentar prolongar la vida deportiva a cambio de entrenamientos de calidad. El reflejo de ello, lógicamente, está en las carreras.
Una gran noticia del día: Luismi ya puede volver a entrenar.
En definitiva, como dije antes fue un gran cross. Se nota las carreras que organizan los corredores: tiene detalles para corredores. La diferencia es que en este caso han conseguido todo lo que se han propuesto y sobre todo, la colaboración de un montón de corredores que por ese día aparcaron su deseo de correr para hacer que los demás lo hiciéramos. Yo les doy las gracias a ellos especialmente.
Han puesto el nivel muy alto para el próximo año.

viernes, 15 de enero de 2010


Correr como los ángeles es un blog de corredores.

En particular es el blog de los corredores de la familia Iglesias.

Hemos bautizado así el blog porque somo tres "ángeles", es decir, que tres nos llamamos Ángel y somos mayoría, pero tienen cabida en él todos los miembros de la familia y no solo me refiero a la familia "de sangre" sino a todos los amigos que compartimos esta afición.
Tampoco será un blog exclusivo de correr, porque la vida tiene más ingredientes y en el "guiso"del día a día, estos no se pueden separar, así que habrá comentarios y opiniones sobre otros temas.
Ahora solo hace falta aprender a manejar esta herramienta y ... lanzarse de cabeza ¡que hay red!