sábado, 17 de abril de 2010

LANGA


En el atletismo, en realidad en todos los deportes, hay personas que tiene un valor y un mérito incalculable y sin embargo, por regla general, no se les reconoce y desde luego, no se les retribuye. Me refiero a ese contingente de monitores y entrenadores que dedican todo su tiempo libre a la formación deportiva de los chavales. Digo a la formación deportiva, pero me quedo corto, porque a esas edades, un entrenador tiene, por lo menos, la misma influencia que los padres y los profesores en la educación de los chavales. Pasan mucho tiempo con ellos y en muchos casos, son su referencia. Son personas que trabajan en los barrios de las ciudades y en los pueblos, en ocasiones con muy pocos medios, pero poniendo la pasión por el atletismo por encima de todas las dificultades. Personas que no cuentan para los medios de comunicación, para las autoridades públicas que se encargan del deporte, para las federaciones deportivas, que se limitan a recoger el fruto de su trabajo.
En el polideportivo de la Concepción, donde yo nací deportivamente, ha habido varios entrenadores que respondían a este perfil. El pionero Jairo, Galán, Joaquín Rosado, Ernesto, Enrique… seguro que me dejo alguno. De entre todos ellos me gustaría destacar aquí la figura de uno: Miguel Angel Martínez Langa. Todavía le puedo ver entrando a la pista de atletismo desde la ventana de mi casa en Madrid, hace treinta años: un tipo no muy alto, moreno, de pelo ensortijado, con bigote mejicano, con la chaqueta del club abierta y sus puntas rozándole las rodillas, fruto de la cantidad de cosas que lleva en los bolsillos, andando a toda velocidad, con el tronco muy por delante de las piernas, exigiendolas más velocidad, camino de las gradas. “Míguel” (con acento en la i) para los más próximos, o Langa para el resto del mundo atlético, era el alma del equipo de atletismo. Comenzaba su actividad vespertina dando clases a los chavales de la escuela de atletismo de la A.R. Concepción, a las seis de la tarde, después seguía entrenando a todos aquellos que, más mayores, ya habían dejado la escuela e ingresado en el club y, entre medias entrenaba él mismo. Su prueba eran los 400 metros vallas, pero yo le he visto participar en las competiciones de club en TODAS las disciplinas atléticas y eso incluyen los lanzamientos, los saltos y la marcha. Por descontado también todas las carreras. Langa no permitía un cero en una prueba por equipos. El que diga que el atletismo es un deporte individual es que no sabe lo que son (¿o eran?) las competiciones de la liga de Madrid de clubes. El Concepción contra el Marathón, Moratalaz, Canguro, Arquitectura, Getafe…
Langa era el mejor amigo de sus chavales de la escuela. No solo durante las tardes de atletismo. Los fines de semana los llevaba a las competiciones y si no había, se iba de merienda con ellos. En verano de excursión al camping de Peguerinos, a entrenar “en altura”. Y a diario, en la pista, no paraba de hacer bromas, no solo a los suyos, sino a todos. Eran tiempos de tontear entre chicos y chicas y aquello era un filón para un tipo como él. Y no todo era atletismo, también había tardes de futbol, de baloncesto, de frontón o de tirarse a la ría (esto solo en verano).
Hace poco volví a encontrarme con él. No podía ser de otra manera: en una pista de atletismo. Le reconocí de inmediato. Sigue llevando la chaqueta abierta con las puntas colgándole hasta las rodillas. Sigue haciendo lo mismo y ¡como me alegro de ello! Siento que ya no sea en mi barrio de Madrid, en mi llorada pista de la Concepción: el Ayuntamiento se cargó la pista hace años (ese mismo Ayuntamiento que quiere unas Olimpiadas y lleva dos años con las piscinas cerradas). Ahora es en Aluche. Pero seguro que a su alrededor hay unas docenas de chavales aprendiendo atletismo y a disfrutar con el deporte.
Dejamos pendiente una cita que espero podamos cumplir: volver a reunir los que alguna vez defendimos la camiseta de “La Conce”. Si puede ser en una pista, mejor.

3 comentarios:

  1. Bonito homenaje Angel. Espero que esa reunión llegue pronto y rememoréis viejos, (o no tanto), tiempos.

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  2. Hace como 16 años tuve al privilegio de viajar a España como premiación al campeonato Juvenil Bonaerense que ganara mi alumna Natalia Santillán. En un desliz de nuestra delegación nos inscribimos, junto a otros atletas y entrenadores bonaerenses, en un torneo que se realizaba en la imponente pista del estadio de la Comunidad de Madrid. Como era nuestra oportunidad de hacernos de bibliogafía que en mi país escaseaba , yo lamentaba haber llegado apenas unos días antes del lanzamiento del Cuaderno N°35 de la Escuela Nacional de Entrenadores que desarrollaba el tema "las Pruebas Combinadas" que siempre fue el área de mi preferencia.
    Charlando con un entrenador al costado de la pista le comento esta circunstancia y se ofrece gentilmente a enviarme la publicación ni bien estuviera disponible. Le dejé mis datos junto a un manojo de pesetas desconociendo ambos si alcanzaría para la compra y el envío y me olvidé del asunto. Al tiempo me llegó el cuaderno N°35 sin ninguna otra referencia y durante todos mis años de entrenador fue mi libro de cabecera. Hace unos días ordenando viejos papeles encuentro el sobre que me llegó de España y leo el remitente:
    Miguel Angel Martínez Langa, C/Monte Santo 1, 28031 MADRID ESPAÑA.

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    1. Langa me ha llamado para, a su vez, ponerse en contacto contigo. ¿Tienes una dirección de correo electrónico para darle?

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