jueves, 5 de agosto de 2010

CAMPEONATO DE EUROPA DE ATLETISMO: ALLÍ ESTUVIMOS/2




Manolo Martínez triunfó por el mero hecho de estar presente en los campeonatos. Un tipo que se rompe el tendón de Aquiles y está de vuelta a la competición de máximo nivel en seis meses merece el reconocimiento de la afición. Independientemente del resultado. Esta opinión no la comparten muchos, que han aprovechado para “zurrar” tanto al atleta como a la Federación por llevarle, sabiendo que era casi imposible que estuviera en la final. Yo creo que Manolo se merecía estar allí por su voluntad y como recompensa al esfuerzo realizado por recuperarse. Es verdad que lanzó mal y, por consiguiente, poco. También es cierto que aún lanzando bien hubiera estado en la final por los pelos. Tal vez ni eso. Sin alcanzar los veinte metros es muy difícil luchar contra gigantes que lanzan la bola en torno a los veintiún metros. La calificación se pasó con los 19,51 metros de Borja Vivas. Manolo se quedó en 18,08 metros. Las medallas se ganaron con 21,01, 21,00 y 20,93 metros. Y estoy seguro que el que más lo sintió fue el propio Manolo, porque un competidor que ha alcanzado la gloria en forma de campeón del mundo no se conforma con lanzar en su país sin pelear. Esta vez sus golpes en la cabeza eran más de impotencia que de castigo por fallar en la técnica.
Pero lo que quiero destacar aquí es un aspecto que no se ve en la televisión, una de esas cosas que solo ves si estas presente y califica a las personas. Manolo salía de la pista con el resto de lanzadores conducidos por uno de los jueces de la prueba. Todos los atletas entraban y salían de la pista acompañados y en grupo, en fila india. Sin posibilidad de deambular de aquí para allá. Manolo pasaba de los últimos saludando al público y se detenía una y otra vez a firmar autógrafos y hacerse fotos con la gente según se lo reclamaba. Después, a la carrera recuperaba su sitio en la fila. Hasta que, rezagado, le negó una foto a un par de muchachas. Continuó corriendo unos metros hasta que, tal vez arrepentido, frenó en seco, volvió a la carrera, llamó a las chicas, se hizo las fotos y salió de regreso disparado a la fila de lanzadores. Acababa que quedar el 25 de 27 atletas superando solamente a dos lanzadores con tres nulos y, a pesar de lo que fuera sintiendo por dentro, no dudó en atender a sus seguidores.
Después, al terminar la jornada de mañana le vimos por los pasillos del estadio. Iba acompañado de un gigante portugués que, aburrido, se acodaba en las barandillas a la espera de que Manolo terminase de hacerse fotos con todos los que se lo pedían. Y fueron tantas fotos las que se hizo que hasta nosotros nos atrevimos a ello.
Gracias Manolo.
Eres un campeón.

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