viernes, 13 de agosto de 2010

EL BLOG, MIS HIJOS Y MI RODILLA



Mis hijos dicen que en el blog solo hablo de mi rodilla. Sorprendente afirmación porque me consta que no han leído el blog. Alguno de ellos ni una sola línea. Tomo nota. Hay que reforzar el aprendizaje sobre los juicios que se emiten sin tener datos contrastados y no dejarse llevar de suposiciones. Tendremos una conversación al respecto. Pero, dicho esto, tampoco es justo que me quede con esa fama y no hable de mi rodilla. Cuando me cure de mi lesión (si alguna vez lo consigo), se pasará de moda y nadie volverá a hablar de ella.
La situación actual es la siguiente: estoy al borde de la zona roja.
La rodilla me duele y no doy con la forma de mejorar. He vuelto a la carga para solucionar el problema, cosa que no siempre es fácil, porque hace falta acumular unas cuantas dosis de determinación y no mandarlo todo a paseo. (Algunos días va todo a paseo). Así que tengo varias líneas de actuación:
Primera: fortalecimiento de rodilla. Este pasado mes de julio volví a encontrarme con mi amigo Vicente y también con sus padres. Precisamente el padre de Vicente me recordó que él se recuperó de una rotura de ligamentos a base de fortalecer la musculatura de las piernas. Así que este verano le he declarado “trimestre por un cuadriceps Obelix”. Estoy en ello. Pesas y bicicleta. Vistos desde arriba no veo mucha mejoría. Tampoco se trata de alcanzar la talla de un cuádriceps de velocista olímpico, pero sigo viendo dos palillos.
Segunda: volver de gira de médicos. Tal vez exista la posibilidad de mejorar a partir de la inyección en la articulación de ácido hialurónico, ozono o … lo que sea con tal de mejorar. Daremos una vuelta por las consultas. El problema es que he perdido la confianza en casi todos los médicos y me cuesta encontrar al que está “fuera del casi”.
Tercera: biomecánica. Yo he sido creyente estricto de la ciencia de la biomecánica. Siempre he visto claro el enfoque mecánico del cuerpo humano y, por tanto, las lesiones como la acumulación de tensiones motivadas por el sobreesfuerzo o las variaciones anatómicas del cuerpo. Si tengo una pierna más larga que la otra, eso influye en mi forma de correr y, a su vez, la acumulación de kilómetros provoca un mayor trabajo de unas estructuras anatómicas (músculos, tendones) sobre otras, lo que se traduce en dolores y, después, en lesiones. Modificar la pisada siempre me ha parecido una posible solución y de hecho, yo he mejorado muchísimo en mis dolores de cintilla iliotibial, tendón rotuliano, etc que me han dado tanta guerra.
Sin embargo ahora también me han entrado las dudas al respecto, después de retocar las plantillas por dos veces, no he conseguido nada. Sigo dando vueltas al asunto y queda un cabo por atar: cómo se transmiten las cargas desde al pie hasta la rodilla. El cuerpo se asienta sobre dos pies a los que se les puede “tratar” mediante plantillas para repartir los esfuerzos de la manera más proporcional posible, pero ¿cómo se transmiten esos esfuerzos hacia arriba? ¿Cómo responden las rodillas o la cadera a ese nuevo reparto de las cargas? ¿Cómo se puede estudiar eso? Muchas incógnitas. Muchas teniendo en cuenta que experimentar con plantillas supone dos problemas: uno, la respuesta se percibe con el paso de las semanas o los meses (los kilómetros, en definitiva) y dos, duele; duele la espalda, o la cadera, o los pies y lo que puedes mejorar en un sitio lo puedes estar fastidiando en otro.
Volveré a dar un parte médico en unos meses.
De momento no me rindo.
En realidad no me resigno a no correr.

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