domingo, 28 de noviembre de 2010

RIVAS: TRES PREMIOS EN UNA MISMA CARRERA




Son las 10:00 de la mañana. Hace frio, no más de dos o tres grados. Corre una ligera brisa heladora, pero el Sol parece dispuesto a salir, de manera que tal vez la mañana acabe siendo agradable. Angel está en la línea de salida con otros 14 cadetes de los años 95 y 96. Otra vez le toca ser el más joven. Tres kilómetros (mal medidos) con una fuerte cuesta a la salida del polideportivo. De inicio se lo toma con calma, va el décimo, pero en grupo. En la segunda vuelta comienza a remontar posiciones, sobre todo en la cuesta abajo. Al comienzo de la tercera vuelta ya pasa sexto y tirando con fuerza a la caza de los que marchan por delante. En la cuesta arriba alcanza a uno, quinto, puesto que conservará hasta la meta, aunque tiene que aguantar un fuerte sprint con un par de corredores. Muy buena carrera.




Dos horas después es mi turno. A pesar de que José María, el bombero de Navalacruz, me dijo que estaría en la carrera, no lo veo por ningún lado. Lo siento porque esperaba salir con él. Su opinión es que corro demasiado rápido la primera mitad de las carreras y me hundo en las segundas. Bueno. Tal vez sea un poco así, pero … Casi desde la salida se forma un grupo en el que voy a gusto. Me encuentro con buenas sensaciones, así que fuerzo un poco. Miro el crono en el kilómetro 2: 7’25’’. Bien. Muy bien. Hay que mantener. Solo hay un problema: la diferencia entre un kilómetro cuesta arriba y uno cuesta abajo es de más de 15’’, así que habrá que esperar a terminar la primera vuelta para valorar el ritmo. En el kilómetro 3 hay una rampa dura. Varios corredores que van detrás de mí me adelantan recortando las esquinas del trazado. Me mosqueo. Encima uno me cierra contra una valla. Me mosqueo más. Bajada hacia la pista. Kilómetro 5: 18’42’’, es decir, a 3’ 44’’. Tengo que seguir a este ritmo. No puedo relajarme. A la salida de la pista me sorprende una voz a mi espalda:
- Vamos Angel. ¿Ves como vas muy rápido al principio?
- Pero Jose María. ¿Dónde estabas? Te busqué en la salida.
- He llegado tarde. Mira, llevo la ropa encima y todo.
En efecto, lleva una sudadera enrollada en la cintura.
- Ya sabía yo que me pillabas en el 5.
- Venga vamos. Tira.
Y se queda conmigo el resto de la carrera. Así que junto a él voy pasando los kilómetros a buen ritmo. ¡Vaya liebre de lujo! Otra vez la rampa a las puertas del kilómetro 8 y otra vez dos tipos que van a mi rueda me adelantan recortando las esquinas. ¡Vaya morrazo! Doy un fuerte tirón en la bajada. Jose Maria me anima y tira de mí. El tio va sobrado y yo ya voy justito. Pero en la entrada de la pista veo que puedo hacer un buen tiempo y cambio de ritmo. Paro el crono en 37’ 36’’. ¡Premio!. Mejor de lo que esperaba. Por poco, pero volví a mejorar el pronóstico y eso que esta vez me lo puse difícil. Bajé 48'' el tiempo del año pasado. Pero aún hay más. Lo mejor es que NO ME HA DOLIDO LA RODILLA NADA DE NADA. ¡Premio! Tengo que darme aún un poco de tiempo, pero creo que, si esto sigue así, me voy a "dar el alta". Voy a dejar de ser un atleta lesionado. Ya veremos. Al salir de la pista veo los resultados de la carrera: 36º de la general y… 3º veterano B. ¡Premio! Al pódium.
¡No todos los días se consiguen tres premios en una carrera, uno de ellos verdaderamente importante!

sábado, 27 de noviembre de 2010

OTRO ENSAYO

Una nueva prueba sobre 10.000 para ir preparando la San Silvestre Vallecana. La segunda después de Getafe. Esta vez toca en Rivas. Será la cuarta vez que corro esta carrera. El año pasado terminé en 38'14''. El recorrido consta de dos vueltas con salida desde la pista de atletismo (¡qué envidia de polideportivo!). En mitad de la carrera se vuelva a entrar en la pista, lo que constituye el único tramo llano de toda la prueba. El resto son subidas y bajadas. Se trata de una de esas carreras en las que vas por una amplia avenida y regresas por el carril contrario, de manera que puedes ir viendo en todo momento como va la competición, incluso, si tienes ganas, ir contando el puesto en el que te encuentras. El objetivo es bajar de 38 minutos. Por ponerle un poco más de sangre al asunto y ser un poco más ambicioso, voy a intentar darle un mordisquillo al tiempo del año pasado. Pongamos para la quiniela un 37' 44'', es decir, medio minuto menos que en la temporada anterior.

martes, 23 de noviembre de 2010

CUANDO LA PRESION SUPERA UN INCIERTO VALOR X DE CONSECUENCIAS NO PREDECIBLES. (TAL VEZ UNA HISTORIA REAL)

Dani entró en la escuela de atletismo con 12 años. Desde el primer momento hizo migas con sus compañeros Pancho, David, Santi y el “Lechuza”, todos ellos de la misma edad y camino de ser fondistas a las órdenes de uno de los entrenadores clásicos del club, Paco, apodado con el poco original mote de “el Mister”. Dani entrenaba casi todos los días, a pesar de que no vivía cerca de las pistas, pero su padre le llevaba todas las tardes y esperaba pacientemente hasta que finalizaban las sesiones.
La primera temporada de cross fue un descubrimiento para Dani. Disfrutaba enormemente con los viajes a las carreras, el compañerismo entre él y sus amigos, unidos por su afición y su deseo de clasificarse entre los primeros equipos, antes aún que conseguir un buen resultado individual. Adoraba esa sensación en la salida de la carrera, los nervios, las palmadas y los ánimos entre ellos y “el Mister”, que les daba los últimos consejos:
- “id juntos todo lo que podáis, ayudaos. Solo en la última vuelta os ponéis a tope, con todo lo que os quede, ¿De acuerdo?”.
Ellos asentían respetuosos y cumplían las “órdenes de equipo”, sabiendo que al final ganaría el más rápido y el más fuerte, es decir, David. El padre de Dani no se perdía ninguna carrera y siempre les animaba, con especial énfasis a su hijo, del que esperaba lo mejor. Los de los otros chicos iban a veces, pero no siempre.
El segundo año la cosa empezó a torcerse desde los entrenamientos. El padre de Dani ya no se quedaba en las gradas, sino que bajaba a pie de pista y hacía comentarios sobre tal o cual entrenamiento. “El Mister”, siempre respetuoso, le daba explicaciones y de vez en cuando, le aconsejaba un poco de tranquilidad:
- “Don Antonio, hay que dar tiempo a los chavales. A estas edades solo tienen que disfrutar, les queda mucho atletismo por delante y no es momento de forzar la máquina. Sus cuerpos están en pleno desarrollo. Tenga paciencia y no le exija más al muchacho”.
“El MIster” sabía que Dani estaba un poco molesto con su padre. Prefería que se mantuviera en un plano más discreto. Pero dependía de él para ir a entrenar. Cuando llegaron de nuevo los crosses, la cosa empeoró. En la segunda prueba del campeonato provincial, Don Antonio quedó muy desilusionado. Dani había quedado el vigésimo cuarto y solo cuarto del equipo, incluso por detrás de “El Lechuza”, el más bromista y vago de todos ellos, aunque también el que llevaba más tiempo entrenando y que esa temporada comenzaba a dar muestras de su progresión. Dani no había tenido un buen día, pero su padre le recriminó con dureza:
- “Tú ¿de qué vas?, ¿Para eso te llevo todas las tardes a entrenar? ¡Podías haberte esforzado un poco más!, Te ha ganado hasta el gañán de “Lechuza”, que es un inútil”.
- “Papá, Lechuza es mi amigo, no es un inútil y yo he hecho todo lo que he podido”.
- “Ya te puedes espabilar para la próxima carrera”.
Y así fue. En la siguiente prueba del provincial, Dani espabiló, igual que el resto de sus compañeros y ganaron por equipos. Era la primera vez. Aquello fue un verdadero espaldarazo para su orgullo y valoración personal. Pero también fue el principio del fin. Esa temporada no volvieron a conseguir nada parecido. Tan solo David y Pancho se metieron en un par de carreras entre los diez primeros.
La siguiente temporada cambiaron de categoría. Ya eran cadetes. La sombra del bigote se asomaba a la velocidad con que estiraban sus piernas. Don Antonio seguía presionando a Dani, para que entrenara más, para que corriera más, para que ganara a sus compañeros. Tenía que ser el mejor de ellos esta temporada. Los entrenamientos del invierno les llevaron hasta la primera carrera. Seguían siendo un grupo compacto y, por tanto, muy competitivo. “El MIster” les llevaba con mucha prudencia, sin machacarles. Su experiencia y sus planes le indicaban que hasta que no tuvieran 16 años no comenzarían los entrenamientos reglados y exigentes. Mientras tanto solo quería que se lo pasaran bien, que se enviciaran de atletismo a través de la amistad entre unos y otros. Que amaran este deporte. Si lo conseguía sabía que tenía entre sus manos al mejor equipo de cross de la Comunidad para muchos años…
La primera carrera puso a los chavales en su sitio. Se enfrentaban a chicos un año más mayores que ellos a una edad en la que un año es mucho más que 365 días. Y salieron escaldados. El mejor fue Pancho, el decimoquinto. De ahí hasta el trigésimo entraron los cinco. Cuartos por equipos. Un gran resultado para Paco. Un desastre para Don Antonio.
- "Tanto entrenar y no se meten ni entre los diez primeros. Vaya una mierda de carrera han hecho".
- "Don Antonio, no hable así. No creo que sea la mejor manera de animar a los chicos".
- "Tú te callas, que yo sé lo que tengo que decir y a quién. ¿Qué te has creído?"
La tensión iba en aumento. En los entrenamientos y en las carreras. Hasta que un día explotó.
Era la penúltima prueba de la temporada de cross. El equipo se jugaba la clasificación para el Campeonato de España. En la salida “El Mister” les dio el consejo de siempre. Los chavales, más nerviosos que de costumbre le miraban con inquietud y con el deseo de no defraudar.
- "Chicos, no pasa nada. Si os clasificáis será un éxito. Si no, lo intentaremos de nuevo el año que viene. Solo disfrutad. Corred como sabéis hacerlo, sin pensar en la clasificación".
La salida fue rápida, como siempre, pero Pancho se abrió hueco a codazos para defender la posición, sabiendo que sus compañeros le seguían en fila india.
Los familiares les animaban
- "¡Vamos, vamos! ¡Vais muy bien!".
En la segunda vuelta la carrera se comenzaba a definir, David delante, con Pancho. Dani y Santi un poco más atrás. Lechuza a lo suyo, mirando a las chicas y saludando a los amigos.
Y llegaron a la última vuelta. Dani perdió distancia con Santi, sin poder seguirle y fue alcanzado por “Lechuza”, que venía de atrás con mucha fuerza. Justo en el momento en el que pasaban por delante de Don Antonio, “Lechuza” rebasaba a Dani.
- "¡Vamos estúpido, que te adelanta hasta ese inútil”
Dani se quedó de piedra. De pronto notó un volcán de cólera en su interior.
Se detuvo en seco y se arrancó el dorsal con tanta rabia que llevó con él un jirón de la camiseta. Y no solo eso. También un buen trozo de su corazón. Se volvió hacia su padre, al que ya veía borroso por efecto de las lágrimas que lo brotaban sin contención:
- "Hasta aquí hemos llegado. Dejo de correr. Corre tú si crees que es tan fácil ganar".
Santi se alejó con las manos en la cabeza, roto de dolor y de decepción. Sintiendo con horror que odiaba a su padre. De lejos se vio a “El Mister” correr hacia él, desentendiéndose del resultado de la carrera.

Tres años después, una tarde de otoño Dani estaba con los colegas en el parque, pasando el rato y tomando unas litronas cuando vio a lo lejos un grupo de jóvenes con un chándal rojo y negro avanzando hacia él. Pudo distinguir a “Lechuza” y también a Santi, tal vez otro de ellos fuera Pancho. No lo sabía con certeza porque cuando estaban a pocos metros de llegar a su posición se ocultó tras las sombras del seto. Al pasar les oyó su animada charla, sobre carreras y, un poco más lejos, unas sonoras carcajadas. Sintió un profundo dolor en el pecho. Justo en el mismo sitio donde antes llevó con orgullo un escudo y donde, cada domingo, se colocaba un dorsal que le permitía disfrutar de una pasión que no había vuelto a encontrar en ningún otro lugar.
Dani echó mano de la litrona y bebió hasta terminarla.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

HAY DIAS QUE LOS ENTRENAMIENTOS SON UN “CARAMBA”



He salido a entrenar después del trabajo. Los miércoles toca rodaje rápido. Siendo “rápido” de por sí un concepto bastante subjetivo, hay veces que, además, se convierte en algo tan flexible como el usuario necesite, según el día, las ganas y … el tiempo.
Lo que antes, en épocas mejores era “una hora de rodaje rápido” ha sido transformado en la actualidad por el más asequible “diez kilómetros de rodaje rápido”.
Así que manos a la obra y pies al camino, por cierto, bastante encharcado. Hace frio. El calentamiento ya apunta que el cuerpo no tiene su mejor día, pero yo soy de los que sigue rigurosamente el mantra “el entrenamiento se termina, salvo catástrofe”. El circuito de 10 kilómetros es bastante simple: cinco para allá y cinco para acá. Esta vez bien medidos, no como otras distancias que las hago a ojo. Comienzo. Mal. Voy lento y encogido. Mala señal. Los días que corro encogido, me acaba doliendo todo. La primera parte es más cuesta abajo y soy consciente que el viento, que sopla fuerte, lo llevo a la espalda. Cuando me de la vuelta … me voy a enterar. Me paro a masajearme la rodilla. Miro el crono. Horror. Ya tenía que estar regresando. Lo normal de estas últimas semanas es ir en 20’30’’ y volver en 21’30’’, es decir, rondar los 42 minutos. No he llegado al kilómetro 5 y ya llevo 21’. En efecto, giro en 21’ 40’’ y me encuentro con un huracán y encima cuesta arriba. Para colmo me entra un hambre atroz. ¡Vaya regreso! Bueno. No me voy a quedar aquí. Comienzo la subida. Voy lento. Bueno, seamos sinceros. Voy lentísimo. Las nubes corren por encima de mi cabeza y a ratos sale el Sol. Pero llevo las manos heladas a pesar de los guantes. Termino la cuesta. No quiero mirar el reloj. Buena gana. Sigo. Noto una pájara sobrevolarme. Llego a la parte llana del recorrido. Intento acelerar. En realidad lo único que quiero es llegar y comerme un buey. A falta de un kilómetro la pájara es un quebrantahuesos. ¡Qué hambre, por Dios! Miro el reloj. La semana pasada ya había llegado a estas alturas y me quedan mil metros por delante para pensar en mis comidas favoritas.
Por fortuna me encuentro con Miguel Angel:
-¿Los miercoles no tocaba rodaje rápido?
- Miguel Angel, esto es rodaje rápido.
Silencio prudente.
Me acompaña de regreso al coche. Me da conversación y aparta de mi cabeza un cochinillo al que estaba a punto de hincar el diente. Cuando llego a la encina que marca el principio y final de mis entrenamientos miro el crono. Un poco de reojo porque bastante bien se lo que debe marcar… 47’ 22’’. ¡Qué sufrimiento! Me voy al coche. Antes los asientos de los niños eran una despensa llena de sorpresas: galletas, patatas, gusanitos, caramelos, gominolas … suficiente para sostener un cuerpo hambriento unas horas. Ahora no han dejado de serlo, pero yo llevo mis propias fuentes de alimentación. Me repongo. Entrenamiento terminado. ¡Caramba!Mañana será otro día.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ALGUNOS CORREDORES SIENTEN QUE EL INFINITO SE LES PUEDE QUEDAR PEQUEÑO

Hay personas que consideramos que el marathón establece un límite para nuestras posibilidades atléticas. Ese es el principal motivo por el cual decenas miles de personas se prueban anualmente contra esa distancia. Pero la barrera a la que enfrentarse, para otros, está mucho más allá. Y cuando digo mucho más no hablo de 50 kilómetros. Ni de 100 kilómetros. Hablo de mucho, mucho más allá.

Este es un ejemplo: Scott Jurek.
Tal vez, si alguno sois seguidores de las carreras que se denominan en genérico de “ultramarathón”, hayáis oído hablar de él. Un pequeño resumen de las carrerillas a las que se dedica el amigo y sus resultados:

- Campeonato del mundo de 24 horas: segundo puesto con una distancia recorrida de 266 kilómetros (es decir, casi 11,1 km/hora).

- Ganador en varias ocasiones de Spartatlón. Si ir de la localidad Marathón a Atenas es un marathón, no deja de ser lógico que ir desde Sparta a Atenas sea un spartatlón. La diferencia entre una y otra es que la segunda está a apenas 246 kilómetros de la capital griega. Un paseíllo que el colega ha hecho en 22 horas 20’ como mejor marca.

- Estableció en su debut la mejor marca en el Ultramarathón de Badwater, carrera que se celebra desde el Death Valley (el Valle de la Muerte) hasta el Monte Whitney. 217 kilómetros a temperaturas superiores a 50 grados en condiciones de humedad extremadamente baja. Considerada la carrera más dura del mundo. 24 horas y 36 minutos tardó este correcaminos.

- Ganador siete veces consecutivas de la carrera de las 100 millas del los Estados del Oeste. Su mejor marca es de 15 horas y 36 minutos.

- Ganador dos veces del Oxfam Trailwalker de Hong Kong sobre 100 kilómetros.

- 7 horas y 28 minutos como mejor marca en 100 kilómetros en carretera. En marathón tiene 2 horas 38 minutos.

Entrad en su página web.
Con ver las fotos es suficiente para ver cuál es su dimensión.
Quedáis advertidos: yo he sufrido un fuerte ataque de envidia.


viernes, 12 de noviembre de 2010

EL QUE NO COMPITE ES PORQUE NO QUIERE (O NO PUEDE).


El que no compite es porque no quiere (o no puede). Este fin de semana pasado ha habido una concentración de carreras tan grande que quien más quien menos ha podido elegir provincia, distancia, recorrido y compañía.
El primer cross de Cabrerizos en Salamanca, con los hermanos Piedelobo y los Del Caso entre otros abulenses, dando guerra desde el principio en la clasificación. También estuvo por allí Manolo Galán. Me alegra verle de nuevo en una clasificación La Media Marathón de Palencia, con Yolanda Vázquez ganadora en categoría femenina.
Los 10 kilómetros de Tres Cantos, con Olivares entre los primeros clasificados.
El cross de San Martín de Valdeiglesias.
Yo me fui hasta Getafe a probar fortuna. Una vez más me perdí para llegar al polideportivo Juan de La Cierva (sospecho que lo cambian de sitio cada año. Tengo que confirmarlo, pero creo que estoy en lo cierto). Más de mil corredores con buen ambiente y mejor temperatura. Mi primera competición sin plantillas en varios siglos. Me noto un poco raro. La salida es cuesta abajo, voy fuerte aunque controlando las sensaciones. Un giro en rotonda nos envía de nuevo hacia la salida, ahora cuesta arriba. Pulso el crono en el kilómetro 2. Marca 14 centésimas. Voy rápido, pero no tanto. Mi crono ha querido contribuir en el cambio de mentalidad. A correr por sensaciones sin mirar los parciales. En el kilómetro 5 me adelanta Jose María, el bombero maratoniano de Navalacruz. No puedo seguirle. No es novedad. Nunca le he podido seguir, así que hoy no iba a ser diferente. Se me está haciendo larga la carrera. Por el kilómetro 8 decido que tengo que ir más deprisa e intento forzar. Me acompaña el recorrido que es ligeramente cuesta abajo. Último giro y llego a meta: 38’ 09’’, es decir, mucho mejor de lo esperado. Pero no queda ahí la cuestión. La mejor noticia es … que ¡no me duele la rodilla!. Una semana sin plantillas y estoy mucho mejor. No voy a sacar conclusiones todavía al respecto porque es muy pronto y la “estructura ósea”, el esqueleto, el edificio, se debe estar recolocando conforme a una nueva situación de la pisada, pero … ¿y si la solución estuviera ahí?. ¿Se mecambiarán los dolores de sitio? Veremos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

INALCANZABLE

Inalcanzable. Invencible. Uno de esos corredores únicos en la Historia.
Muchos otros han alcanzado grandes “rallies” de victorias consecutivas. Edwin Moses el gran campeón norteamericano de 400 metros vallas mantuvo su imbatibilidad durante nueve años, nueve meses y nueve días y 122 carreras hasta que una tarde de primavera, en el hoy reducido a escombros Estadio Vallehermoso, sucumbió al empuje de su joven rival Danny Harris.Michael Jonhson, Emil Zatopek, Carl Lewis… grandes mitos del atletismo lo intentaron. Todos acabaron siendo derrotados.
Él no.
Muchos corredores han prestado su nombre a clubes de atletismo desde Filípides hasta Bikila.
El suyo también figura en las camisetas de un legendario grupo de atletas.
Grandes estrellas de este deporte han mantenido siempre una sonrisa en sus labios, dejando constancia que la victoria o la derrota está siempre supeditada a la satisfacción de haber dado todo lo que uno lleva dentro.
¿Siempre?
No, siempre no.
Alguna vez un rictus de esfuerzo se dibujó en el rostro de Gebreselassie o de Usain Bolt.
Pero no en el suyo…
Su figura, su estampa, su velocidad…
Lo tiene todo para ser el más admirado. El más querido.
Si.
Pero… yo soy más del Coyote.
Mic mic.....

PRIMER ASALTO

Este otoño hay carreras en Madrid para “jartarse” a correr. Conviven en el calendario trigésimas ediciones de algunas clásicas con otras de reciente creación. El Retiro se ha puesto de moda y se recupera para la competición. Hay grandes patrocinadores como el BBVA, Fundaciones que persiguen fines benéficos, como la Española del Corazón o la de Antena 3 para la mejora de la Seguridad Vial.
Debió de ser en un ataque de sonambulismo, el caso es que figuro inscrito en una carrera de 10 kilómetros este domingo. Es lo que tiene la obligación de apuntarse a las carreras con tanta antelación, que cuando llega el momento, a lo mejor no resulta ser la mejor idea. El caso es que debería estar el domingo 7 a las 9:00 en la línea de salida de la Carrera Popular de Getafe organizada por el club Spartak de esa localidad, que no solo es futbolera, sino que tiene una larguísima tradición atlética.
¿Qué haré allí? Correr. Correr casi todo lo que pueda. Y además voy a competir sin plantillas, siguiendo es experimento puesto en marcha esta semana. Ya veremos que ocurre.
El caso es que os dije que esta temporada iba a predecir mi tiempo antes de correr. Insisto de nuevo que no hago trampas. No me voy a parar a tres metros de la meta por “acertar” mi tiempo. Se trata de un juego para poner de manifiesto el grado de conocimiento que uno adquiere de su cuerpo cuando se exploran sus límites.
Bien; esta es la porra para el domingo. Datos: el año pasado por estas fechas corrí por debajo de 38’ en el Retiro. Estaba mejor entrenado que este año, así que es un tiempo difícil de mejorar. En Francia pasé el kilómetro 10 en 39’ 45’’, de manera que debo estar por debajo de esa marca. Getafe es un circuito llano, así que se puede llevar un ritmo más o menos constante. Creo que puedo correr por debajo de 4’/km, aunque escasamente… Total: 38’50’’. Tal vez sea un poco optimista… pero…ya os contaré el resultado.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

UN TROZO DE MI CUERPO

Hoy me he quitado un trozo de mi cuerpo para correr. Parece mentira, pero es así. Veréis. Hace 12 años estaba en un profundo pozo. No podía correr. Una lesión de rodilla (je, je, qué casualidad que sea de rodilla ¿verdad?) no me dejaba casi ni caminar. Tenía un dolor horrible. Lo había probado todo: masaje, onda corta, laser, escayola, infiltraciones. Solo me quedaba pasar por el quirófano. Y no veía salida. Entonces encontré un anuncio en una revista de atletismo: “estudios biomecánicos LAISTER”. Llamé por teléfono. Concerté una cita y a los pocos días me encontré con Eugenio Hernández Galán. Lo que pasó allí merece ser contado aparte y así será. Pero os anticipo el final. Eugenio se asomó al pozo, me echó una mano, me puso unas plantillas y volví a correr. Y gracias a él, desde ese momento no solo corrí, sino que comencé a disfrutar del atletismo de otra manera. Pero dejemos esta historia para otro momento. Eugenio merece más que una cita al margen.
Hoy he tenido un mal día en el trabajo, así que no me quedaba otro remedio que salir a correr. Llevo muchos años ajustando mi “mecanismo mental” a base de kilómetros y hoy, un día más, era necesario. Mientras me vestía tomé una decisión: hoy corro sin plantillas. Hace doce años que las llevo puestas, eso significa (sin mirar mis agendas) unos 30.000 km. Es decir, unos 18.000.000 pasos apoyando de forma “artificial” para corregir los defectos de mi esqueleto. Mis plantillas me han permitido entrenar muchos maratones, competir en muchas carreras, correr en la montaña, en pista, los días de lluvia y los de más calor, por el día y por la noche. Pero hoy sentía la necesidad de probar sin ellas. Quizá este dolor que me tortura ahora sea la consecuencia de esas correcciones posturales que me han salvado de otras lesiones. Quizá sí. Quizá no. Pero puestos a probar, antes o después tenía que hacerlo. He corrido 12 km. Durante este rato he notado que me faltaba un trozo de pie. He sentido un vacío enorme en mis zapatillas. 12 km son pocos para sacar conclusiones. Tendré que volver a salir sin mis plantillas. De momento estoy tranquilo y contento. He sobrevivido a la prueba.