martes, 31 de mayo de 2011

III CARRERA LAS NAVAS DEL MARQUES



Un trueno rompió el silencio a las seis de la mañana. Queda dramático ¿verdad?. El cielo se abrió y descargó sobre la ciudad un intenso aguacero de no más de tres minutos. ¿Qué estará pasando en Las Navas del Marqués?, pensé por un instante. Luego, volví a quedarme dormido.
Son las diez y media y en la salida no estamos muchos más de cien corredores. Que dos carreras se celebren el mismo día en la provincia de Ávila no parece la mejor de las ideas. Las Tres Leguas castellanas de Gotarrendura han restado asistencia a esta otra.
Un retraso de un cuarto de hora y … cuenta atrás. Luce el sol, aunque hay nubes. La carrera comienza a un ritmo lento. Nadie tira. Los dos africanos que se la van a disputar vigilan al resto de corredores, intentando averiguar lo antes posible si habrá algún otro gallo más en la pelea. A la entrada del pinar comprueban que no, que serán ellos los que compitan por el triunfo. Un ligero tirón y nos ponemos todos en fila india. Debo andar por el puesto veinte. Quiero ir tranquilo y sin forzar, pero en competición siempre me cuesta saber qué significa exactamente eso.

En el kilómetro dos sufro el primer incidente: me tuerzo el tobillo derecho. Me cruje el pie con un sonido desagradable y un dolor intenso. Sigo corriendo y el dolor se va pasando, pero pierdo confianza al apoyar el pie. Me quedo detrás de un “navero”. Adelantamos unos cuantos corredores hasta formar un grupo de cuatro.

La carrera por el pinar es agradable y no muy exigente. Volvemos hacia el pueblo en mitad de carrera. La subida al entorno del castillo de Magalia se hace dura, es un tramo parecido a las Murallas de Ávila, a la que se suma un tramo de monte empinado y duro. La bajada nos lleva al robledal.

Un sendero que pronto desaparece, dejando como únicas señales del recorrido los plásticos colgados por los organizadores. El terreno se hace irregular y comienzan a aparecer zonas con agua. En un par de ellas hundo todo el pie, con la desagradable sensación de correr chapoteando. En el kilómetro 8 sufro un enorme bajón. Voy sin fuerza , un tanto sorprendido de poder mantener el ritmo de mis compañeros, porque me encuentro fatal. Afortunadamente llegamos a un sendero que mejora las condiciones de la carrera y parece que voy remontando.

A punto de salir de la dehesa, vuelvo a sufrir otra torcedura, esta vez en el pie izquierdo y más fuerte que la primera. He hundido el pie en un pequeño trampal y se ha doblado hacia delante. Solo queda un kilometro y ya es por las calles del pueblo. Aprieto con fuerza, aunque no puedo seguir el ritmo de mis dos compañeros (el tercero quedó atrás). Termino en el 12º lugar con 45’ 48’’.
Un rato después salen las clasificaciones de la carrera: he sido 5º en la categoría de veteranos de 41-50 años, pero dos de los corredores que me preceden subirán al pódium como locales, de manera que me corresponde recoger el tercer premio de la categoría de veteranos A.

Espero el momento de la entrega en la más que agradable compañía de Manolo Galán(primero en la categoría de mayores de 50), Benito, Teresa (también primera en la categoría de veteranas B) y Milagros.
Los pies me van doliendo cada vez más y a pesar de pasar la tarde con ellos envueltos en hielo, no se puede decir que mi estampa sea muy digna. No sé cojear de los dos pies a la vez.
Afortunadamente el dolor va pasando y, hoy martes, puedo empezar a pensar en la carrera del domingo…

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