miércoles, 11 de enero de 2012

SAN SILVESTRE VALLECANA 2011. COLORIN COLORADO









Me dio pena no poder correr la San Silvestre. Me dio pena y punto. Lo intenté, me jorobé el pie por intentarlo, no lo conseguí y qué le vamos a hacer. De todas maneras mi padre y Mercedes corrieron y eso, en cierto modo, me hizo participar en la fiesta. Mi padre, a sus 81 años, volvió a correr en compañía de sus compañeros del equipo de Rugby de veterinaria. Espero que no le convoquen de pilier a un partido contra Caminos y toda su actividad deportiva conjunta se centre en el atletismo. Por cierto que no les puedo agradecer en persona el gesto de acompañar a mi padre, pero me gustaría que supieran que toda la familia estamos más tranquilos sabiéndole protegido de una guardia pretoriana de tal envergadura y no solo física, sino también de carácter moral: su apoyo y ayuda para terminar la carrera les hace ser parte importante de su éxito.
Angel hijo y yo nos fuimos a la subida de la Avenida de la Albufera, ya en Vallecas a ver pasar a los corredores de la carrera popular. Oficialmente corrieron unos 38.000, aunque en la clasificación aparecen unos 35.000 a los que hay que sumar no menos de otros 5000 sin la camiseta-dorsal de la organización. Y qué queréis que os diga: verlo, solo verlo es, de por sí, un maravilloso espectáculo. Un destacado corredor abriendo camino a sus perseguidores que, progresivamente van resultando ser grupos de cada vez mayor tamaño hasta que, a eso de un ritmo de 4 minutos/kilometro, la no poco ancha avenida comienza a quedarse chica para tanto corredor. Los carriles se van ocupando hasta que una enorme masa compacta cubre toda la calzada. Con gesto de esfuerzo, con enormes sonrisas, con la camiseta oficial o disfrazados de los personajes más variopintos (este año hubo mucho “tio de la vara”), mayores muy mayores (mi padre), pequeños muy pequeños (mucho más pequeño de lo razonable; ¡un poquito de sensatez, papás!), muchos grupos de amigos preparando la fiesta y despidiendo el año, tal vez de la manera más divertida de entre las posibles. De todas las figuras-corredores casi iguales, uniformadas por decisión de la empresa organizadora, fuimos capaces de distinguir a Mercedes, que hizo una carrera fabulosa en proporción a su entrenamiento. Muchos otros conocidos que nos gritaban al pasar, porque nosotros éramos incapaces de reconocerlos a tiempo de darles una voz de ánimo. A los corredores de Veterinaria y su ilustre protegido no pudimos verles, pero me resultó suficiente saber que mi padre volvía a estar ahí un año más.
Y el que viene, si todo nos sale bien, debutará otro Angel Iglesias en la carrera. Espero que seamos tres … y Mercedes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario