domingo, 30 de septiembre de 2012

CAMBIO DE VIA

Cambio de vía. No se si estoy en el límite, cerca de él o cuánto de lejos. Mi médico me recomienda no ceder y seguir corriendo hasta el umbral del dolor admisible. Y estoy seguro que podría hacerlo, pero la cuestión que se plantea cuando me lo propongo es… ¿Para qué? ¿Por qué salir a correr un rato? ¿Solo para saber que los dolores siguen ahí?

Estoy lejos, muy lejos del atletismo que he practicado hasta ahora. Las series, los rodajes rápidos, el fartlek, aquellas competiciones sobre 10 kilómetros a tope desde el primer metro, … los maratones por Europa con toda la familia … Lo voy dejando atrás con la certeza de que no podré volver a repetir muchas de esas vivencias. Tampoco me envuelve la añoranza y la tristeza. Otras cosas vendrán a ocupar el lugar.

Pero ahora empuño con ambas manos el mecanismo del cambio de agujas, a la espera de una decisión: tomar otro rumbo deportivo, tal vez solo de forma temporal… hasta que mis pies vuelvan a llevarme de carreras.

domingo, 16 de septiembre de 2012

SERTRI MADRID 2012: ENTRENANDO


Imagen SPORTLIFE


El SERTRI de Valladolid sembró en mí el reto del triatlón. Pido disculpas de entrada a todos los triatletas de verdad, porque aquello fue un minitriatlon. Me recuerda a los primeros tiempos en los que a cualquier carrera popular se la llamaba “marathón” o cualquier “no iniciado” se refería a ellas como si de la distancia sagrada se tratase. El “maratón del barrio de Salamanca”, el “maratón de Canillejas” etc.

A primeros de octubre se celebra en Madrid un nuevo SERTRI y espero estar allí. Si el agua fue mi perdición en el Pisuerga, esta vez el reto es salir del Lago de la Casa de Campo con cierta dignidad. Aclaro que con “cierta dignidad” quiero decir salir el último pero …cerca del penúltimo. Puede parecer poco ambicioso, pero teníais que haberme visto en Valladolid. Estoy en ello. Llevo unas semanas intentando convencerme en la piscina que puedo hacerlo. La verdad es que me está costando más que un esfuerzo. Mi “medio” no es el agua y tanto mi cabeza como mi cuerpo lo saben. Pero no tiro la toalla.

Y ¿qué me pasa? Pues varias cosas.

Lo primero que tengo que decir es que me encuentro incómodo con el gorrito en la cabeza. Supongo que lo del gorrito es para el pelo ¿no? Entonces… ¿por qué me tengo que poner el gorrito donde menos pelo tengo de mi cuerpo? ¿Por qué no me lo pongo en la barba? ¿O me tiro al agua en camiseta o en pantalón largo? No lo entiendo y es una contradicción que me resulta embarazosa.

En segundo lugar están las gafas. Si me las pongo flojas me entra agua instantáneamente. Si me las aprieto mucho me duelen a estallar. Y siempre, siempre, siempre están empañadas no más allá de la tercera brazada. Es decir, me pongo unas gafas para ver algo y apenas distingo un velo blanquecino que no hace sino agrandar mi malestar.

Siguiente cuestión: yo no floto. Para ser más exacto, no floto de medio cuerpo para abajo. En efecto, mis piernas son un par de inútiles apéndices que me arrastran al fondo. Mi amigo y compañero Jaime, ilustre nadador, me aconsejó hacer unos largos solo de piernas con tabla. Dicho y hecho. Allí estaba yo con mi gorrito, mis gafas y …mi tabla. Me tiro al agua. Me pongo en posición. Me impulso en la pared y … comienzo a “dar pies”. Tres o cuatro minutos después estaba exactamente en el mismo sitio que había alcanzado tras el impulso inicial. Más o menos a la altura de la escalera. Nuevo intento, mismo resultado. Una vez más (porque aún con gorrito, soy cabezón) y … mismo resultado. Tabla volando por los aires fuera de la piscina.

Nadar solo con los brazos haciendo el paripé con las piernas trae como consecuencia que mi avance es … escaso. Quizá he sido demasiado optimista y sería mejor calificarlo de … muy escaso. No vamos a entrar en detalles, pero para que os hagáis una idea, Phelps me sacaría unos 75 metros en una carrera de 100. También es cierto que algún ratito más que yo ha entrenado para ganar esas veintidós medallas olímpicas que tiene. En cualquier caso no me queda más remedio que trabajar la técnica.


Otro asunto a depurar es la salida. Vamos, tirarme de cabeza. En mi primer intento me estuvo doliendo un buen rato. Me refiero a la cabeza. El pecho, color rojo pasión, me escoció solo unos minutos. El caso es que dejé paralizado a casi todo el personal. Imagino que estaban pendientes para ver si lo intentaba de nuevo y … no perdérselo. La próxima vez probaré cuando haya poca gente.

Mi amigo Jaime me ha aconsejado también que trabaje el giro al llegar a la pared. “Te das la voltereta y sales por dónde has venido” Qué fácil ¿verdad? Qué sencillez en el planteamiento. Qué imagen más bien trasmitida. Qué plasticidad. Ya me lo estoy imaginando. Pues vamos allá. Nado en dirección a la pared, cojo aire y … voltereta… ¿Dónde está “arriba”? Me doy de bruces con la pared. Se me mete todo el agua por la nariz. Ni siquiera tengo opción de tocar la pared con los pies porque ni sé donde la he dejado. Estupendamente. Mejor lo dejo para otro día.

Tampoco todo es “negatifo”. Hay algo “positifo”.

 Y es que, al menos, soy capaz de nadar un kilómetro seguido. Eso sí. Guando salgo del gagua gomienzo a estognudag y a moqueag gomo si me hubiega gogido un gatarro. Me puedo pasag un pag de días gangoso y con un gañuelo gegado a la mano y a la nagiz.

“Sangtosielo”… gué duga es la gatación.

sábado, 1 de septiembre de 2012

EL LEGADO



Orgullo. Si tuviera que resumir el sentimiento de los británicos tras los Juegos, orgullo sería la palabra. No solamente por el éxito deportivo alcanzado sino también por la organización de los Juegos en sí.
Londres celebró sus terceros Juegos Olímpicos de la era moderna, después de las ediciones de 1908 y de 1948. Ninguna ciudad del planeta ha recibido semejante honor. Y los británicos supieron sacarle partido. Sir Sebastian Coe, en la ceremonia de clausura no hizo sino expresar el sentimiento unánime de todo un país: el mundo nos confió la celebración de los Juegos 2012 y nosotros le ofrecimos lo mejor de nosotros. Algo así como un “somos los mejores y lo hemos demostrado” o incluso… “ellos sabían que nosotros somos los mejores y otra vez se lo hemos demostrado”.
Un par de frases del propio discurso:
“encendimos la llama y alumbramos el mundo”
“por tercera vez en su historia el movimiento olímpico depositó su confianza en Londres y por tercera vez hemos demostrado ser  ampliamente merecedores de esa confianza”.
A nivel deportivo se situaron en el tercer lugar del medallero, detrás de los inalcanzables EEUU y China, pero por delante de otras potencias deportivas como Rusia o Alemania.
El éxito ha encumbrado al Olimpo a un puñado de deportistas que son adorados por todo el país:
Bradley Wiggins, después de su victoria en el Tour de Francia alcanzó su séptima medalla en unos Juegos Olímpicos (bronce en Sidney 2000, oro, plata y bronce en Atenas 2004, dos oros en Pekin 2008 y un nuevo oro en Londres 2012).
Chris Hoy, otro ciclista de pista, que sumó dos nuevos oros a sus cuatro anteriores.
Jessica Ennis, medalla de oro en heptatlón.
Mo Farah, medalla de oro en 5.000 y 10.000 derrotando a etíopes y keniatas ante el delirio de su público.
Ben Ainslie, primer regatista en alcanzar cinco medallas en cinco Juegos Olímpicos diferentes, una plata en Atlanta 1996 y cuatro oros seguidos en los siguientes.
Andy Murray, siempre a la estela de los tres mejores tenistas de la década, Nadal, Federer y Djocovic, consiguió ganar en el momento oportuno en el lugar oportuno: Wimbledon la final de los Juegos.
Alistair Brownlee, su oro en triatlón junto al bronce de su hermano Jonathan fue un acontecimiento de primera página varios días.
Victoria Pendleton, un oro y una plata más a sumar a su palmarés de ciclista en pista. Tal vez la deportista más querida del Reino Unido.
Ellos, el resto de medallistas y el conjunto de deportistas que representaron al país, constituyen ahora parte de lo que medios de comunicación y políticos se refirieron, constante y machaconamente,  durante los Juegos Olímpicos, como el legado. “El espíritu de estos Juegos inspirará a una generación”, dijo Coe. El Estado invirtió mucho dinero en los deportistas y estos respondieron, pero ¿cómo rentabilizar ahora esa inversión? Gracias al éxito alcanzado, el gobierno británico pretende impulsar el deporte como una actividad escolar básica, potenciando especialmente aquellos deportes de equipo en los que El Reino Unido no brilló. Su plan pasa por atraer dinero privado al deporte ante la demostración palpable de su rentabilidad dado el enorme interés mediático suscitado y así poder mantener el nivel alcanzado en los próximos Juegos de Rio 2016. Reino Unido está tan en crisis como otros muchos países, con una enorme deuda pública, una tasa de paro creciente y una economía en recesión. El Estado no puede mantener el nivel de inversión en deporte, pero “ha arrancado” la maquinaria y han demostrado saber hacerlo, porque ha funcionado. Tienen el mayor interés en promover la actividad deportiva a todos los niveles, potenciando los clubes y fomentando las competiciones.
Los próximos años veremos competir a muchos de sus deportistas olímpicos  más jóvenes en grandes campeonatos. Su éxito será que estos se acompañen de una nueva generación tan buena como la que ellos constituyen.
Están orgullosos y les sobran los motivos.