viernes, 7 de diciembre de 2012

QUIERO EMPEZAR A CORRER ... PERO NO SE CÓMO. EL SEGUNDO DÍA




Si el primer día es importante el segundo… lo es aún más. Con dos diferencias grandes: que el segundo día ya sabes de qué va esto y… que del segundo día solo te acordarás eternamente… si es el último.
Si las cosas han ido bien estás de nuevo en tu habitación poniéndote la ropa de correr. Ya sabes elegante, práctico, sin estridencias. Gústate.
Sales a correr de nuevo por el mismo sitio que lo hiciste el día de tu debut en el mundo del correr. Primera cuestión a resolver: hoy no tienes por qué ir más deprisa que el primer día. No tienes que batir ninguna marca ni tienes que adelantar a tu sombra. De hecho entre el primer y segundo día no hay diferencias: sigues siendo la misma persona, no puede haber más diferencias que las que se están operando en tu cabeza. Estás decidido a correr y por eso estás ahí de nuevo. Pero el cuerpo, no te engañes,… sigue siendo el mismo.
Segunda cuestión: tampoco tienes que correr más distancia. Si el primer día hiciste quince o veinte minutos, puedes repetir durante ese mismo tiempo. Y si te apetece correr un poco más, hazlo. Pero de la misma manera, si te apetece correr menos también puedes hacerlo. Se trata de que estás a gusto contigo mismo y de que vayas olvidando ese "mantra" que durante tanto tiempo has forjado en tu mente como excusa: Correr es aburrido, correr es cansado, soy un pato, no sirvo para correr, me canso … Todas esas excusas que te han servido de barrera para evitar intentarlo, ahora tienen que desaparecer. Por eso póntelo fácil. Ya llegará el día, si de verdad así lo quieres, que te sometas a un plan de entrenamiento, que tengas en tu cabeza una competición y que hagas constantes cálculos de tiempos de paso. 
Para eso aún queda tiempo. 
Ahora simplemente sal, corre, vuelve y mírate al espejo. 
Sigues siendo el mismo… pero ya has salido dos veces … 

No hay comentarios:

Publicar un comentario