Y ahí estaba yo en la salida…
Una lesión de Mercedes, tan
imprevista como inoportuna nos dejó en casa tan preocupados como fastidiados y …
con un dorsal encima de la mesa.
Y ¿por qué no corres tú? Pues, es
verdad,… ¿por qué no correr?
Todo lo que estaba haciendo hasta
entonces era correr un día sí y otro no media hora de trote suave, pero eso
bastaría para probar a ver qué tal estaban los pies. En el peor de los casos
sería una carrera de unos veinticinco minutos y, si notase algo raro, siempre
podía parar, así que … correría los 5K de Ávila.
Y los corrí.
Y pasaron dos cosas que, de no
haber corrido, no sabría ahora.
Una, que los pies no me dolieron.
No noté molestia alguna a lo largo de la carrera. Cosa muy importante de cara a
ganar confianza y progresar. Me queda mucho camino por recorrer todavía, pero,
de momento, la cosa marcha.
Dos, que mucha, mucha gente,
muchos corredores y muchos amigos se alegraron sinceramente de volver a verme
vestido “de romano”. Si lo primero es importante, os aseguro que esto lo es
mucho más.