martes, 7 de octubre de 2014

MEDIA MARATÓN DE ÁVILA 2014



8:00 de la mañana. La ciudad que se acostó con la normalidad de un sábado cualquiera se levantaba vestida de Media Maratón Monumental. Vallas, cintas, flechas, carteles y un ir y venir de voluntarios del Ecosport ultimando los detalles. Muchos de ellos trabajando antes de la carrera y después siendo partícipes de ella.

8:30. He recogido mi dorsal y he charlado con unos cuantos corredores. Me invade una cierta sensación de euforia. Hace más de cuatro años que no corro una media maratón, pero no tengo el más mínimo amago de nervios. Vuelvo a casa y me preparo. Una vez más me llama la atención el trabajo del club organizador, hay detalles que pueden parecer pequeños, pero alguien se ha tomado la molestia de hacer para no dejar cabos sueltos. Los imperdibles están pinchados y el chip pegado en cada uno de los 1200 dorsales.

Me voy andando a la salida. Me encuentro con varios vecinos y amigos que me preguntan por la carrera. Allá voy. La línea de meta es un hervidero de voluntarios ajustado vallas y descargando avituallamiento. Cruzo la pasarela que he visto construir todos estos meses atrás y que en unas semanas formará parte de mis circuitos de entrenamiento. ¡Cuanta pasarela para tan poco río!

10:00 En la línea de salida saludo a un montón de corredores. Chusmari, Roberto, Raúl, Eduardo, Encabo, José María, Cristina, Luis, …

Víctor estará al llegar. Cuando pase por aquí llevará una media maratón de hoy más otras catorce de los catorce días anteriores. Está a 21 Km. de alcanzar su reto. Le esperan sus compañeros del Triávila, Mercedes, Alicia, María, Ángel… que le acompañarán en el último tramo de su aventura como han estado haciendo los días anteriores.

Salida.
Es cuesta abajo así que el ritmo de inicio es fuerte. Puente Adaja, San Nicolás. Primer kilómetro en 3’45’’. No es este el ritmo que quiero llevar pero las salidas son siempre rápidas así que mantengo. Se van formando grupos. Encabezo uno de ellos. Siempre me ha gustado correr ahí. El paso por el kilómetro 2 lo hacemos en 7’39’’. Este no es mi ritmo. Tengo muy claro lo que creo que puedo hacer y no quiero reventar en la primera mitad de la carrera. Ralentizo el ritmo. Hay mucha gente  por las calles y me sorprende ver a tanta gente conocida que me anima. Por el kilómetro 3 pasamos en 11’39’’. Mejor. Voy con un grupo de Las Navas del Marqués, del Club Trote Borriquero, que serán después los ganadores al club más numeroso. Buena gente.

En el kilómetro 4 doy alcance a Luís, veterano del Laister, un clásico de toda la vida. Me dice que quiere bajar de 1h 20’. Está claro que uno de los dos va fuera de ritmo porque yo estoy para 1h 24’ como muy requetebién. El kilómetro 5 lo pasamos juntos en 19’43’’. Y así van cayendo poco a poco uno tras otro.
 Nos acercamos a la Muralla y a una subida larga. Mucha gente en el Lienzo Norte animando. El paso por el kilómetro 10 lo hacemos en 39’54’’. Me doy cuenta que va a ser imposible bajar de 1h 24’. Sigo mano a mano con Luís y alternamos los momentos de encabezar un pequeño grupo de corredores. 
Aunque no miro el crono me doy cuenta que las pequeñas cuestas que jalonan la carrera están llevándose segundos que irán apartándome de mi objetivo final. En realidad me importa poco porque me encuentro muy a gusto corriendo. Esto es lo más que puedo hacer y el crono no va a estropear todo lo que estoy disfrutando de este reencuentro con la distancia. Sigue animándome mucha gente conocida. Me empiezan a doler los cuadriceps un montón. El kilómetro 15 lo paso en 1h 00’ 37’’. Luís se ha quedado atrás y me encuentro fuerte para ir a por un grupo que me precede.

Entramos en la parte más revirada de la carrera y con mucho pavés para aumentar la dificultad. Voy atento al corredor que va delante porque el trazado se complica. Kilómetro 18. 1h12’46’’. Voy “reventao”. Sé que queda muy poco y este laberinto de calles me está destrozando los pies y las piernas. Voy perdiendo posiciones pero no alcanzo a pegarme a nadie de los que me cazan, entre ellos los del Trote Borriquero que me funden camino de la calle San Segundo.

Kilómetro 20. Por fin salimos del laberinto y enfilamos la cuesta abajo de la Ronda camino de la meta. 1h 21’ 22’’ y me quedan 1097 metros. La bajada es tan pronunciada como irregular, así que hay un cierto punto de prudencia en las zancadas, a ver donde se pone el pie. La meta está abarrotada de gente.

Entro en 1h 25’22’’ en el puesto 72 muy contento. Muy, muy contento pero no por el tiempo ni por el puesto, que también hace, no quiero resultar falso, pero sobre todo por haber vuelto a correr una media sin los dolores en las rodillas o en los pies… ¡Qué gozada!

Eso si. Tengo los cuadriceps molidos.

Y aún queda lo mejor.  Al poco de las dos horas entra Víctor, acompañado por sus compañeros de club, con su niña cogida de la mano y su hijo pequeño en brazos.
Lo ha conseguido. Quince maratones en quince días.

Una carrera tiene muchos ganadores. Lo he escrito en este blog un montón de veces. A parte del primero en la meta, una carrera tiene tantos ganadores como corredores han cumplido su objetivo y han superado las dificultades del camino.

630 kilómetros después de la primera vuelta que dio a la muralla hace quince días, Víctor está en la meta de su reto.

Él es el gran ganador.


Subo al pódium con la camiseta de su reto. Un pequeño homenaje para todo lo que se merece.

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