sábado, 7 de febrero de 2015

¿CÓMO ... INTENTAR... EVITAR LESIONARSE?


Si alguien tuviera respuesta a esta pregunta … sería el gurú del atleta.
Probablemente... es inevitable lesionarse.

De la misma manera que es inevitable que un coche se rompa o una casa tenga goteras. Es una cuestión de “fatiga de materiales”.

Así que podemos partir de la certeza de que, antes o después, algo nos va a pasar. Sigo refiriéndome, como en la entrada anterior, a lesiones por sobrecarga, excluyendo los accidentes, caídas, etc… que tampoco son evitables.

Entonces… ¿No se puede hacer nada? ¿Fatalismo total?
No. 
En absoluto. 
Podemos hacer mucho. 
Sobre todo podemos hacer por que la lesión no sea grave y, de esa forma, reducir el tiempo de estar parado.

¿Qué podemos hacer?
Varias cosas.

La primera es aprender a correr.

Correr es un movimiento natural. Si le decimos a un grupo de niños que jueguen a perseguirse pero que no vale correr, al principio caminarán deprisa, pero al final, acabarán corriendo, porque correr es la consecuencia de querer ir más deprisa y nuestro cuerpo nos permite, aunque sea por un instante, perder el contacto con el suelo y “volar” de zancada en zancada.

Así que todos sabemos correr, pero no es habitual que alguien nos enseñe a correr bien. Los atletas profesionales dedican mucho tiempo de su entrenamiento a la técnica de carrera: elevar rodillas, caderas altas, impulsar correctamente, el gesto de los brazos, la posición de la espalda… El resultado es una técnica de carrera más económica y más eficaz. Un solo centímetro en cada zancada más larga son unos 60 metros de distancia en una carrera de 10 km.

La segunda cosa que podemos hacer es realizar un entrenamiento variado.

Todo depende de cuáles sean nuestros objetivos, pero la mejor manera de entrenar es hacer variedad de cosas. Me refiero tanto a variar qué hacemos corriendo, como a hacer cosas diferentes a correr. En lo referente al primer aspecto, no hay que limitarse a salir a rodar un día sí y otro también.  Conviene hacer series cortas y largas, cambios de ritmo, etc. 
Y en cuanto a hacer otras cosas, se pueden realizar sesiones de bici de carretera, bici de montaña, salidas a la montaña, gimnasia etc. 
El cuerpo agradece un cambio y desde luego, si probáis, os daréis cuenta que con cualquier otra actividad se ejercitan partes del cuerpo que en la carrera no se emplean.

Y la tercera y tal vez la más importante es escuchar a nuestro cuerpo.

Cuando se empieza en esto del correr no sabes muy bien qué quiere decir esto de “escucharse”, pero, poco a poco, uno se va conociendo y sabe que esa molestia en la rodilla es eso, solo una molestia, pero no “letal” o que de vez en cuando se sobrecargan los gemelos, o los isquios o … pero el cuerpo siempre avisa y no es prudente forzar demasiado porque a la larga se acaba pagando.

Corría el año 1994 y estaba entrenando para el maratón de Londres. Estaba entrenando fuerte, muy fuerte. Y me empezó a doler la cintilla de la rodilla izquierda, cada día un poco más. Cada día el dolor desaparecía más tarde según calentaba y volvía antes. Pero quería ir a Londres y correr por encima de cualquier cosa. El resultado podéis imaginarlo. 
No solo no corrí ese maratón sino que pasé un calvario de más de año y medio sin poder siquiera entrenar.
Cuando ahora intuyo en el horizonte algo semejante, paro de correr, cojo la bici o hago gimnasia, voy al fisio y escucho a ver qué me dice el cuerpo.


Y le hago el caso que no le hacía antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario