domingo, 24 de mayo de 2015

PRÓXIMO DESAFÍO: CARRERA DE MONTAÑA "PICO ZAPATERO"



Esto sí es una carrera de montaña…. Aunque resulta que de las cortas.

Ayer realicé todo el recorrido de la carrera de montaña “Pico Zapatero” en compañía de algunos miembros del  Grupo Almanzor, que como organizadores que son lo conocen perfectamente, y un numeroso y heterogéneo conjunto de corredores que, tentados por la montaña, vamos a probar.

Y como siempre que he salido con ellos a correr por la montaña, ayer también me volvieron a repetir lo mismo … “Ángel … esto es otra cosa”.

Es otra cosa, desde luego. Pero … ¿Qué otra cosa es?

Lo primero es el entorno. Acostumbrado a correr carreras por las ciudades, de pronto verte en el monte convierte la experiencia en algo radicalmente diferente.

Resulta irresistible la tentación de pararse y “asomarse” a los paisajes que se descubren desde senderos apenas pisados. Darse la vuelta y ver a tus pies cómo el Valle Ambles se va rindiendo a la altura de las laderas de la Paramera, comprobar desde lejos cómo los caminos transitados a pie o en bici serpentean entre los campos de cereales, dominar desde la altura un territorio mil veces recorrido.

Resulta además irresistible… porque el corazón se niega a bombear más y las piernas dicen que sin oxígeno no dan más de sí. Y caminas. ¿Caminar? Si. Caminar. Y ellos, los corredores de montaña, el Jefe Yuste,  dicen que sí. Que esto es otra cosa. “Camina deprisa, Ángel, pero no corras. No merece la pena”.

En fila india, con los piornos de un amarillo explosivo a la altura de nuestros hombros, ascendiendo hacia la cumbre del Zapatero. Caminar, correr, caminar, correr… y trepar entre los riscos que conforman la cumbre.

Una parada para ver desde esta magnífica atalaya el Valle del Alberche, La Serrota, la Sierra de Ávila…  y una foto para que quede constancia que hemos subido.

Y desde aquí a volver.Y con la vuelta…las bajadas. “Ángel. Las carreras de montaña se pierden en las subidas, pero se ganan en las bajadas”

Nunca ganaré una carrera de montaña.

Entre estos locos que pierdo ladera abajo por delante de mí y yo hay varias diferencias. Ellos no necesitan saber donde pisan. Y yo sí. Yo tengo que ver donde pongo el pie antes de apoyarlo. Ellos no frenan. Yo “quemo” mis cuádriceps a cada paso. Ellos adoran la velocidad de la bajada. Yo la detesto. El resultado es claro: varios minutos de diferencia hasta el siguiente punto de encuentro.

Y sin embargo, me parece un recorrido perfecto para una carrera, por su complejidad, por su belleza, por su dureza, por la destreza necesaria para completarlo.

Ayer salí de prueba, a decidir si correr el próximo día 7 de junio o no. 
Y si no hago este año … ¿Volveré a tener la oportunidad de correrla?

Esta duda me pierde. Y siempre me hace ceder.


Soy fácil. Próximo desafío: Carrera de montaña “Pico Zapatero”.

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