miércoles, 23 de septiembre de 2015

YO NO CORRO ... ¿Y QUÉ?



Somos la leche.

En este país somos así. Una raza forjada por sangres de diferentes culturas que ha fructificado en un carácter pura víscera. Somos los amos en todo el espectro de las actividades. Capaces de estar tumbados al sol sin darle un palo al agua, cervecita va y viene, tortillita de patatas o de camarones y a la vez dispuestos a ganar cualquier cosa que se nos ponga por delante si encontramos la motivación para hacerlo a la vez.

Y ahora nos ha dado por correr.

El otro día me encontré con un amigo que me contaba de unos chavales de su pueblo. Años atrás cerraban todos los garitos de la comarca. Se pasaban de fiesta todos los días en los que se juntaban. Las cajas de cerveza desaparecían como si acabaran de volver del desierto sin probar líquido en meses y, puestos a fumar,… se fumaban todo lo que encontraban. 
Pero eso era hace unos pocos años. Un buen día a uno de ellos se le ocurrió que tenía que salir a correr. Y salió. Y después, otro se dejó convencer. Y también. Y así uno detrás de otro hasta casi completar el grupo. Siempre hay un nostálgico que prefiere mantener las tradiciones.

Y puestos a correr, nada de unas carreritas. No. Carreras de montaña, ultra trails, kilómetros verticales,  maratones alpinos. Todo de lo más bestia.

Si antes eran capaces de acabar con todo el alcohol de un local, ahora lo serían de cualquier distancia, aún cuesta arriba, que se les pusiera por delante.

Y ahí están. Tan contentos de su transición. De un extremo a otro. De pasarlo bien de un amanera a hacerlo de otra completamente distinta. De la cerveza al acuarius. Del cochinillo a la soja.

Y como somos así, ahora me encuentro a gente que ¡casi se siente en la obligación de pedir disculpas porque no corre!
Bueno … es que yo no corro porque me resulta aburrido”, o “no corro porque no tengo tiempo”  o …

Pero ¿Qué es esto? Un poco de equilibrio y sensatez.

Correr es una opción de hacer deporte, de hacer ejercicio, de bienestar. Pero no es la única. Se puede caminar o jugar a cualquier deporte que nos permita estar activos. Y ya está. Parece que correr se ha convertido casi en una obligación. Y no es así. Ni mucho menos.

Correr es fantástico. Todo el mundo puede correr. Pero que lo haga quien quiera. Sin agobios, sin obligaciones. Simplemente como diversión, para hacer amigos, para sentirse activo, para lo que cada uno encuentre en la actividad.

Y el que no corra, que disfrute de la vida como mejor le parezca, que hay muchas maneras y todas son respetables, en lo que no suponga fastidiar a los demás. Y el que prefiera estar sentado en una terraza tomándose unas cervezas y fumando un puro, que lo haga sin sentir envidia de ese grupo que pasa corriendo por delante. Sin necesidad de disculparse. Cada uno debe ser feliz como mejor lo entienda.


Y todo esto, dicho con gracia, en el video de Leo Harlem. Un genio.

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