En 1969 Televisión Española comenzó a emitir una serie
llamada “La conquista del Espacio”. … “El
espacio. La última frontera. Estos son los viajes de la nave Enterprise …”
Así comenzaban los capítulos de la serie y ahí estaba yo (sería algo más tarde
de 1969… quiero pensar) pegado a la tele en blanco y negro del salón .
Así era entonces lo que luego se convirtió en la saga Star
Trek.
Pues bien, en aquella serie yo aprendí cosas tan importantes
como la existencia del telecomunicador
(lo que viene a ser ahora un teléfono móvil), el teletransportador (estamos
tardando un poquito más en esto...pero el día que lo tengamos a punto ...¡cómo nos lo vamos a pasar!), la de chispas que pueden salir de la consola
de mando de una nave atacada por malvados seres de otros mundos, lo muy extraños
que pueden resultar estos, la infinita capacidad de supervivencia de los
protagonistas de una serie por muy feas (muy muy feas) que se puedan poner las cosas y … lo
mejor de todo: que las naves (las que surcaban los océanos en el pasado y las
que viajan por el espacio en el futuro) anotaban sus incidencias, si es que las
tenían, en su cuaderno de bitácora,
una especie de diario de a bordo.
El capitán Kirk no paraba de anotar y de referirse a su cuaderno
de bitácora. A mí aquello me fascinaba “cuaderno
de bitácora de la nave Enterprise, año 2265…” sobre las imágenes de una
nave espacial surcando el infinito …¡Ahhh!
Bueno. Y todo esta historia de nostalgia televisiva … ¿para
qué?.
Para justificar que este blog no deja de ser un cuaderno de
bitácora que escribe un pasajero a bordo de una nave en compañía de otros
tripulantes, en la que pasan cosas… (no tantas ni tan sofisticadas como las
que le ocurrían al Capitán Kirk, el comandante Spock, el oficial médico McCoy o
el jefe de ingenieros Scotty, pero tampoco este blog es una serie de televisión
con millones de seguidores, fans y frikis) ... y, sobre todo, que en el cuaderno de bitácora no ha quedado registrada a su
debido tiempo una incidencia más de la noche de San Silvestre 2015.
Ese día, mi
padre completó una nueva edición de la carrera vallecana llevando, como queda
reflejado en la foto, una guardia pretoriana de primer orden: sus compañeros
del equipo de rugby de Veterinaria, portando el 85, como años anteriores llevaron
el 84 y el 83 y con la novedad de la incorporación de Alicia, su nieta (mi
hija) que no quiso perderse el espectáculo de la carrera y de acompañar a su
abuelo.
Mi padre (que sé que me lee y espero que tome nota) debería escribir
algo sobre estas carreras. Por dos motivos, primero porque lo hace muy bien: él
escribe, yo solo junto palabras. Y segundo y más importante: si después de una
carrera de 10 km a su edad y el cansancio que eso supone no pudo dormir esa
noche de la emoción de lo vivido, entonces eso hay que contarlo.
Seguro que Kirk no era el único que anotaba cosas en el
cuaderno de bitácora.
¡Ale papá!