sábado, 23 de enero de 2016

CUADERNO DE BITÁCORA.


En 1969 Televisión Española comenzó a emitir una serie llamada “La conquista del Espacio”. … “El espacio. La última frontera. Estos son los viajes de la nave Enterprise …” Así comenzaban los capítulos de la serie y ahí estaba yo (sería algo más tarde de 1969… quiero pensar) pegado a la tele en blanco y negro del salón .

Así era entonces lo que luego se convirtió en la saga Star Trek.

Pues bien, en aquella serie yo aprendí cosas tan importantes como la existencia del  telecomunicador (lo que viene a ser ahora un teléfono móvil), el teletransportador (estamos tardando un poquito más en esto...pero el día que lo tengamos a punto ...¡cómo nos lo vamos a pasar!), la de chispas que pueden salir de la consola de mando de una nave atacada por malvados seres de otros mundos, lo muy extraños que pueden resultar estos, la infinita capacidad de supervivencia de los protagonistas de una serie por muy feas (muy muy feas) que se puedan poner las cosas y … lo mejor de todo: que las naves (las que surcaban los océanos en el pasado y las que viajan por el espacio en el futuro) anotaban sus incidencias, si es que las tenían, en su cuaderno de bitácora, una especie de diario de a bordo.

El capitán Kirk no paraba de anotar y de referirse a su cuaderno de bitácora. A mí aquello me fascinaba “cuaderno de bitácora de la nave Enterprise, año 2265…” sobre las imágenes de una nave espacial surcando el infinito …¡Ahhh!

Bueno. Y todo esta historia de nostalgia televisiva … ¿para qué?.

Para justificar que este blog no deja de ser un cuaderno de bitácora que escribe un pasajero a bordo de una nave en compañía de otros tripulantes, en la que pasan cosas… (no tantas ni tan sofisticadas como las que le ocurrían al Capitán Kirk, el comandante Spock, el oficial médico McCoy o el jefe de ingenieros Scotty, pero tampoco este blog es una serie de televisión con millones de seguidores, fans y frikis) ... y, sobre todo, que en el cuaderno de bitácora no ha quedado registrada a su debido tiempo una incidencia más de la noche de San Silvestre 2015. 

Ese día, mi padre completó una nueva edición de la carrera vallecana llevando, como queda reflejado en la foto, una guardia pretoriana de primer orden: sus compañeros del equipo de rugby de Veterinaria, portando el 85, como años anteriores llevaron el 84 y el 83 y con la novedad de la incorporación de Alicia, su nieta (mi hija) que no quiso perderse el espectáculo de la carrera y de acompañar a su abuelo.

Mi padre (que sé que me lee y espero que tome nota) debería escribir algo sobre estas carreras. Por dos motivos, primero porque lo hace muy bien: él escribe, yo solo junto palabras. Y segundo y más importante: si después de una carrera de 10 km a su edad y el cansancio que eso supone no pudo dormir esa noche de la emoción de lo vivido, entonces eso hay que contarlo.

Seguro que Kirk no era el único que anotaba cosas en el cuaderno de bitácora.


¡Ale papá!

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