Desde semanas antes a la carrera
ya veníamos hablando de la posibilidad de tener que abandonar al ser doblados
por “el negro”, dicho sea con todo el sentido admirativo de la palabra como
paradigma de “el que más corre”. En realidad, en los círculos próximos al club,
en los entrenamientos y en el wasap,
solo se comentaba eso: ¿nos doblarían?
Se admitían apuestas.
Y unas cuantas cuentas echamos al
asunto, siendo en realidad bien simples, dado el recorrido de la carrera: cinco
vueltas de 2 km cada una. El planteamiento era tan sencillo como correr 8 kilómetros
en lo que los primeros harían 10; o lo que es lo mismo: dar cuatro vueltas
antes de que el ganador entrase en la meta.
Lo cierto es que la inscripción
en la prueba nos favoreció de inicio: no había africanos inscritos, es decir,
todos los etíopes y keniatas que han recorrido y dominado por completo el
calendario nacional de cross no estarían en Valladolid. En este caso los
mejores debían ser Lamdasem y Fifa.
Así que ahí estábamos en la
salida los cinco representantes del Club Ecosport: Vivi, Alfonso, Jime, Juan
Carlos y yo, entre otros conocidos de carreras más o menos recientes. Lo cierto
es que yo no veía a ninguno a quien pudiera ganar, así que estaba firmemente
convencido que no solo iría a la cola de la prueba, sino que además lo haría
destacado. JuanCarlos no me ayudó nada confirmándome en la salida que sería …el
… menos joven de entre los inscritos.
En esos términos, la prueba no
era correr contra otros parejos a nuestro nivel. No. Nuestros rivales serían
Lamdasem y Fifa. Directamente. Un enfrentamiento “cara a cara” en la distancia.
Cara a cara … pero sin vérsela. Una carrera de persecución.
Pum y a correr.
Salimos juntos los cinco y Ángel,
a quien correspondía el honor de ser el más joven de la prueba. Juntos padre e
hijo en un cross de categoría. Ese premio ya me lo llevaba de antemano.
Vivi, Ángel y Alfonso un poco por
delante y Jime, Juan Carlos y yo a muy pocos metros dimos a primera vuelta de
dos kilómetros.
Sufriendo.
Odio el viento. Ya lo he escrito
aquí más veces; si algo odio para correr es el viento. Prefiero que llueva, que
nieve, que haya barro o cuestas. Pero que no sople el viento.
Pues … ¡zas!, un viento del
noroeste que cada vez que enfilábamos en esa dirección me retenía como clavado
al suelo.
En la segunda vuelta se estiró el
grupo y yo me quedé solo. De vez en cuando miraba para atrás y veía cuatro o
cinco corredores más o menos distanciados. Por delante Jime se me escapaba
definitivamente.
No me cabe duda de que cada vez
corría más despacio. Para correr contra el viento hay que tener fuerza y yo no
soportaba tanto cambio de ritmo provocado por las ráfagas que soplaban en
contra. Aún así mantenía el tipo (o lo intentaba al menos, en especial al paso
de meta, llena de público) y el puesto.
Y llegó la cuarta vuelta. Mis
rivales Lamdasem y Fifa no debían estar lejos … pero tampoco estaban muy cerca,
porque ya habría recorrido unos 800 metros cuando escuché la campana que
indicaba que ellos entraban en su quinta y última vuelta.
Tampoco podía hacer mucho más que
“oírles” venir. Seguí a mi ritmo,
recortando metro a metro la distancia que me separaba del paso por mi última
vuelta, que alcancé muy poco antes de que ellos salieran del circuito para
disputar el sprint.
Cerca anduvieron… pero no lo
consiguieron. Y así afronté los últimos dos kilómetros de carrera, con Juan Carlos muy cerca y otro
par de corredores que fueron quedándose por delante, recibiendo los ánimos que, el ya escaso público, pero el más generoso, dispensa a los últimos de la
competición.
Entramos en meta.
Los cinco representantes del club
habíamos salvado el honor. Cinco veteranos corriendo en el Campeonato Absoluto
de Cross de Castilla y León es una apuesta muy fuerte y un tanto alocada. No
recomendable. Lo normal hubiera sido salir escaldados, pero nos libramos. Esta
vez nos libramos. Hace falta gente más joven en el equipo para estas batallitas.
Y... en fin... se acabó la temporada de cross:
Atapuerca, Alcobendas, Cantimpalos, Avila y los regionales de veteranos en Salamanca
y absoluto en Valladolid. Suficiente.
Vamos a la ruta. Próxima estación:
la carrera monumental de Segovia.
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