domingo, 25 de septiembre de 2016

APRENDER “EN CORAZÓN AJENO”



Las personas no nos distinguimos precisamente por aprovechar la experiencia ajena. En muchas ocasiones nos empeñamos en recorrer un camino que ya han explorado otros para llegar al mismo lugar y vernos obligados a retroceder, simplemente porque no creemos que los demás fueran capaces de llegar hasta donde nosotros presumimos de serlo. Y no me refiero solo a un camino “físico”.

Por otra parte también es cierto que hay cosas que uno debe explorar individualmente, de manera que no resulta fácil saber con qué quedarte de lo ajeno y hasta donde buscar por uno mismo.

En el atletismo también ocurre esto. Entrenas, corres, haces gimnasia, estiramientos, te alimentas, descansas, vas al “fisio”, al médico o  le pones velas a un santo, un poco por lo que experimentas y otro poco por lo que te dicen. Y vas avanzando. Te vas “moldeando”.

Volvamos otra vez a la carrera solidaria del otro día.
Nuestro amigo Gaspar sufrió un colapso. Su corazón estaba gravemente dañado, aunque él no lo sabía. Trasladado desde el Servicio de Urgencias de Ávila a Salamanca, fue atendido por la Unidad de Cardiología. 
El especialista que le reconoció le preguntó si alguna vez se había hecho una prueba de esfuerzo. Y cuando nuestro amigo le contestó negativamente debió echarse las manos a la cabeza. ¡Otro corredor que no se había realizado un test de esfuerzo! Una afección como la suya tal vez hubiera podido ser detectada a tiempo sin poner en riesgo su vida.

¿Cuántos corredores se han realizado una prueba de esfuerzo? Si nos duele una rodilla vamos a un especialista. Si queremos modificar nuestros hábitos alimenticios consultamos un nutricionista, nos compramos las mejores zapatillas que nos pueden recomendar los expertos, incluso llevamos un pulsómetro con el único fin de saber si estamos o no cerca de nuestros umbrales aeróbicos o anaeróbicos, pero…y al corazón, a lo que es en sí ese extraordinario músculo al que le trasladamos toda la responsabilidad de que nuestro cuerpo funcione, de que esto no se pare… ¿Le hacemos caso alguna vez?

Como no duele, no. Como no se contractura, no. Como no se sobrecarga, no.

Ahí está él, bombeando litros y litros de sangre a la hora, durante días, meses semanas y años. ¡Y que no pare! Y lo hacemos sin prestarle mayor atención, sin tener la precaución de saber si está en condiciones o no. Algunos corredores se ven sorprendidos en carrera con la temida muerte súbita. La comunidad de atletas nos sentimos a la vez tristes, asustados y aliviados. No me ha pasado a mí… pero ¿podría pasarme?

Gaspar va a ser intervenido del corazón en breve. Él va a sufrir todo el proceso: el sustazo, la intervención quirúrgica y la posterior rehabilitación. Pero además, nos está haciendo un regalo muy valioso a todos, una experiencia por la que seguro que ninguno queremos pasar. Esta vez más no vale tomar nota de lo ajeno: “Oye… miraos el corazón… no vaya a ser que os dé un disgusto”. 

Lo que le ha pasado a Gaspar nos puede pasar a cualquier a de nosotros y a él le debemos ese gran favor, que su peripecia no caiga en saco roto.

Mientras tanto esperemos nuestro amigo se recupere pronto y en su momento, sin prisas, con la seguridad de que todo está como debe estar, le tengamos otra vez con nosotros en la línea de salida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario