“Me gustaría que Ávila se diera cuenta que esto repercute positivamente
en la ciudad”
Francisco. Es su primera media
maratón y está tan nervioso que no es capaz de estarse quieto. Viene de Madrid,
pero sus abuelos eran de aquí. Solo quiere oír el disparo de salida y echar a
correr. Ha decidido salir con los corredores que marcan el ritmo de 1h45’ y aguantar
todo lo que pueda.
Carmen. Es andaluza y ya lleva
varios meses en esta ciudad. Desde que se preparó las pruebas de acceso a la
policía se enganchó al deporte. Una media es mucha distancia todavía pero también
se puede participar como voluntario. Y ahí está moviendo bolsas en el ropero.
Encantada de ayudar.
Beatriz. Ya lleva muchos años en
esto porque su marido está en el club. Al principio vino porque hacía falta alguien
que repartiera dorsales. Hoy viene porque es un fin de semana especial. Mucho
trabajo, pero especial. Y por muy pocas cosas se lo perdería.
Antonio. Ya sabe que su lugar es
el avituallamiento del kilómetro quince. Ya son tres años con este y a sus
quince años, no solo es responsable de dar agua a los corredores, sino explicárselo
a los que vienen nuevos. Donde ponerse, como sujetar la botella, cuando entrar
en el circuito para apartar las que puedan molestar a los corredores… tantas
cosas.
“Cuqui”. Es el policía municipal
responsable de uno de los tramos. Pero también es corredor, aunque hace mucho
que no corra. Sabe lo que hay. Siente, como todos los que no pueden correr, lo
mismo que sienten los que están dentro, por eso revisa el recorrido una y otra
vez, para que todo funcione como está previsto. Son de los suyos.
Luis. Desde las ocho está
poniendo vallas. Ha empezado a llover a esa hora y ha lanzado un par de
maldiciones. Vallas, cajas, pancartas, arcos, cuerdas, más vallas, más cajas… a
un lado, a otro. En cuanto pueda tratará de desenredarse para ver a su hijo. Está
entre los favoritos al triunfo y además es el favorito de los de casa.
José Antonio viene de Leganés.
Son mucho los miembros de este club los que se han apuntado. Van a correr en
grupo unos cuantos, al menos la primera parte y luego ya veremos según se dé la
carrera. Le han dicho que la segunda mitad es más dura, pero no será para
tanto. Ya lleva muchos años corriendo y conoce tan bien sus límites como sus
fortalezas y las cuestas son una de las segundas.
Lola es fotógrafa y va a cubrir
la información gráfica de la prueba. Sabe el recorrido y tiene seleccionados
cuatro o cinco puntos donde situarse para conseguir unos encuadres que realcen
tanto la prueba como la ciudad. El colorido de la indumentaria de los atletas
siempre juega a favor, pero las nubes pueden deslucir un poco.
Juan Carlos. Lleva un fin de
semana de locos. En realidad lleva un mes y medio de líos continuos, pero desde
el viernes es un no parar. A ratos piensa que puede hacer 1:22’, pero luego se
da cuenta del cansancio que acumula y lo que le queda por delante y entonces
rebaja sus pretensiones hasta 1:25. Con la bolsa de nueces en la mano sigue especulando
hasta que vuelve a sonar el teléfono a la vez que Pepe le reclama su presencia.
A este paso estará más cerca de 1:25.
Marcos. Ha llegado a la ciudad
hace poco. En sus tiempos hizo atletismo, pero lo dejó. Ahora quiere volver. Ha
pasado por el hotel Cuatro Postes a ver “que se cuece”. No va a correr, pero su
formación universitaria le conduce a realizar un análisis minucioso del escenario
antes de tomar decisiones. Busca club. Lo que ve, le gusta.
Carlos. Pertenece al “Clan Jime”,
lazos de parentesco dentro de la tribu. A lo largo de tres kilómetros del
recorrido todos los voluntarios son del clan. Y tienen al jefe corriendo. Todo
controlado. Él también podría estar ahí, pero… hay que entrenar y, en la vida,
no solo hay atletismo.
Oscar. Bombero. A él no le va a
contar nadie nada de una media porque ha corrido muchas carreras y se las sabe
todas. Pero hoy es día para otras cosas. Día de reivindicación. Arrastrar el
carrito del ataúd es cansado, pero la causa justa y la media, un escaparate. Ya
habrá otros días para correr a darlo todo.
Carlos y María. Salen todos los
años a ver la carrera. En lugar de dar un paseo hacia Sonsoles, esta vez se
acercan a ver a los corredores por el barrio. Da gusto ver tanta gente joven
corriendo, aunque su mayor admiración es para aquellos que les superan en años …
y no son pocos.
Paco el médico, Amador, Rubén, Guillermo
a romper el crono disfrutando de su progresión, Luis ya recuperado de sus
lesiones, Álvaro una vez más, David, Vicente que tiene un recuerdo con un
corredor que está en la orilla animando a los corredores, Alberto, Víctor, Juan
Ramón, Teresa, José, Pedro, Javier, Luisa, Sonsoles…
Longina. “Me gustaría que Ávila se diera cuenta que esto repercute positivamente
en la ciudad”.
Si aún alguna parte de Ávila no
se ha dado cuenta… antes o después se dará.