lunes, 31 de mayo de 2010

LA CARRERA POR EL MONTE DE LAS NAVAS


Extraordinaria. Ahora, con el paso de los años, recuerdo que las carreras con las que más disfrutaba eran los” crosses”, es decir, lo que en sus orígenes se llamaba el cross country, o lo que es mismo en versión española: campo a través. El necesario espectáculo que se exige al deporte de alta competición fue desvirtuando ese concepto y el cross comenzó a disputarse en hipódromos, en parques urbanos o en circuitos donde la topografía resultara favorable a la instalación de cámaras y la toma de imágenes amplias. Se acabó el correr “campo a través”. Años después (la cabra tira al monte) fue necesario dar un paso adelante que, como en muchas otras ocasiones, suele ser mirar atrás y ver qué se hacía hace años (ya sabéis, las modas que siempre vuelven) y se inventaron las “carreras de montaña”, algunas llevadas al extremo de subir por los lugares más abruptos y descender por los barrancos más empinados. Afortunadamente hay organizadores que mantienen la cordura y trazan el recorrido por caminos forestales o senderos más o menos regulares.
La carrera de las Navas del Marqués se enmarca dentro de esta categoría. Es un circuito magnífico para correr, aunque tiene subidas y bajadas de fuerte pendiente y también una zona de terreno muy irregular, verdadero campo a través.
El día fue excepcional. A las 10:30 de la mañana estábamos unos 250 o 300 corredores en la línea de salida, sin atascos, sin agobios, cediendo el paso en la línea de salida a los que se reconoce como más fuertes. Unos metros por el pueblo y en seguida entramos en el pinar, cuesta arriba continua y ya en fila india. Me sitúo tras un grupo de unos diez corredores que marchan juntos. No puedo darles alcance aunque en la primera bajada seria me alegro de ello porque necesito mucho terreno para ver donde pisar. El sendero está lleno de piedras sueltas y raíces de árboles que lo cruzan. Raúl Ranz (un día os hablaré de él) se adelanta en la bajada. Literalmente se tira como un kamikaze. Los que marchaban por delante de mí se me han escapado aún más. Intento recortar terreno porque el año pasado algunos se perdieron por el monte y puestos a repetir, prefiero ir acompañado. Me junto con Vicente, que sufre un bajón y subimos juntos hacia el pueblo. Otra fuerte bajada nos lleva a las calles y desde allí sufrimos juntos el tramo de más dureza del recorrido. Vicente tira de mí. Uno a uno damos alcance a todos los del grupo delantero. Entramos en el robledal, donde el terreno se vuelve muy irregular. Hay que ir muy atento a donde poner el pie. Estamos en la última parte del recorrido, llano y en suave descenso hasta el pueblo. Vicente y yo llegamos juntos a la meta. Una gran carrera. Estoy muy contento. He disfrutado muchísimo. En la meta los de la Cruz Roja tienen trabajo, hay torceduras de tobillo bastante serias. Luis Carlos del Caso sufre una de las más severas. Se torció el pie en la primera bajada y ha aguantado toda la carrera. Ahora que se le ha quedado fría la articulación tiene mucho dolor. Lo mismo le ocurre a una de las chicas que ha corrido en nuestro grupo.
En la plaza nos vamos agrupando los corredores a comentar la carrera. En general todos estamos satisfechos. Nos hemos juntado gente de Ávila, Segovia, madrileños de la capital y también serranos de Guadarrama, Cercedilla … que no se pierden una. Chusmari PIedelobo, Oscar, Pakele, Joaquín, Alejandro, Raúl… Mucho clásico de las carreras. También está Carlos Velayos con su cámara de fotos a inmortalizar el evento (el dia de antes se dió un paseo de ¡9 horas corriendo por la sierra!). http://elblogdeuncorredorpaquete.blogspot.com/
Queda apuntada para el año que viene.

viernes, 28 de mayo de 2010

UNA CARRERA POR EL MONTE

Hace ya 19 años me vine desde León a Ávila a trabajar en sus montes. Mi primer destino dentro de la provincia fue una sección territorial en la que nos correspondía la gestión de todos los montes públicos situados un ficticio triangulo con vértices en Barco de Ávila, Peguerinos y Arévalo. Dentro de ese territorio se encuentran los montes de Las Navas del Marqués, donde trabajé unos cuantos años en la mejora forestal de los mismos. Cortas, regeneraciones, tratamientos selvícolas, ordenación, repoblación, señalamientos, ocupaciones, deslindes… términos bastante ajenos para la mayoría de la gente, pero que forman la parte esencial de mi profesión y que me llevaban al monte de “El Alijar” y a la “Dehasa Boyal” de las Navas del Marqués con relativa frecuencia.
Después cambié de Sección y me centré en las repoblaciones, así que dejé de visitar montes arbolados y me dediqué a arbolar baldíos, con lo que no volví por las Navas en unos cuantos años. Precisamente a repoblar las pocas zonas que quedaban sin árboles en el término municipal.
Así las cosas, cuando hace dos semanas me enteré que se celebraba una carrera en esta zona y vi el trazado, no lo dudé. ¿Qué mejor forma que recorrer los montes que al trote por sus pistas?
El domingo por la mañana volveré. La carrera se disputa sobre un trazado de 10.900 metros con unos cuantos desniveles pronunciados y salida y llegada en el pueblo. Volveré a ver los pinos y robles del monte y tal vez tenga tiempo de adivinar algunos de los que se plantaron hace 15 años de acuerdo con mis proyectos. Y aunque no olvide que se trata de una competición e intente ir todo lo deprisa que pueda (ya sabéis, correré “con todo mi corazón y todo mi páncreas”), no dejaré de ir mirando a ambos lados del camino para reconocer las zonas que hace tiempo recorrí con otro objetivo.

domingo, 23 de mayo de 2010

UNA APROXIMACIÓN BASTANTE INÚTIL DE INTENTAR DE EXPLICAR LO INEXPLICABLE.

Mi amigo y compañero Juan Carlos (que estemos en distinta trinchera no quiere decir que no compartamos el mismo objetivo profesional, que puede resumirse en que en este país haya más árboles) dice que no nos entiende a los corredores.
Juan Carlos no es corredor, aunque bien podría llegar a serlo. Tal vez a él ni se le pase por la cabeza y se palmotee la barriga como gesto de abandono ante lo imposible, pero conozco casos mucho más inesperados que se han convertido incluso en maratonianos.
Juan Carlos dice que no entiende el esfuerzo, el sacrificio, el objetivo que perseguimos…
Yo no creo ser capaz de explicarlo, pero sí puedo intentar aproximarme un poco e intentar darle una respuesta.
Todas las personas necesitamos tener una afición, una ocupación, un “algo” que nos permita complementar el resto de las actividades cotidianas de la vida, el trabajo, la familia, etc. Algunos se apasionan con el futbol, por ejemplo, y necesitan todos los días una ración de su equipo. Cuando hay partido es fácil, cuando no lo hay, se mueve el banquillo. Lo saben bien los periodistas deportivos y en eso basan su trabajo. Otros se apasionan con el cine, con la literatura, con la montaña, con los coches, las motos, el mus, el coleccionismo de las cosas más diversas, la televisión, las revistas del corazón, las revistas del páncreas etc. Y a otros muchos nos da por hacer deporte. Unos juegan al tenis, otros nadan, montan en bici o comparten la actividad en grupo en deportes de equipo. Y llegamos a los corredores. El deporte más sencillo de practicar. Se puede hacer en solitario y en cualquier lugar: se pueden encontrar en las revistas e internet casos de personas que se han preparado en plataformas petrolíferas, en barcos etc, pero no creo que nadie supere a un amigo mío que entrenaba alrededor de una mesa de billar mientras preparaba oposiciones.
Y Juan Carlos insiste ¿Qué os lleva a semejante extremo?
La respuesta es la misma que le daríamos a alguien que preguntara por qué escalar una montaña de 8.000 metros, por qué cruzar el océano atlántico en solitario en un velero, por qué lanzarse en ala delta desde un acantilado. Pero también es la respuesta si nos preguntaran por qué hacer 3000 kilómetros en coche para ver a “atleti” disputar una final en Hamburgo, por qué comprar todos y cada uno de los productos con figuras o naves de la Guerra de las Galaxias o por qué perseguir a Hanna Montana durante sus tres días de estancia en Madrid.
¿Cuál es la respuesta? Hay varias formas de llamarlo según la intensidad: afición, pasión, “frikismo”…
En el caso del atletismo hay un elemento más y es la dependencia que el cuerpo adquiere con el tiempo de la práctica del ejercicio. Si un corredor está habituado a salir a diario y de pronto no puede hacerlo (una lesión, etc) se vuelve insoportable. Y no es una cuestión exclusiva de la cabeza, es también una reacción fisiológica. Es decir, los corredores necesitamos correr por un doble motivo: porque nuestra cabeza nos lo pide y porque nuestro cuerpo lo necesita.
Muchas veces esa doble vertiente de nuestro “yo”, digamos para simplificar “cuerpo” y “alma”, no están de acuerdo: el cuerpo está cansado y pide descanso y el alma (la cabeza) exige entrenar. Si ese día no salimos a correr, el cuerpo lo agradece (“¡ya era hora de que me dejaras descansar!”), pero la cabeza “ronronea” con cierto disgusto (”¡Mañana te enteras!”)
Entonces ¿Es un esfuerzo correr? ¿Es un sacrificio? Si. Es un esfuerzo y un sacrificio. Y más cosas. Pero tiene compensaciones. Yo diría que tiene múltiples compensaciones. No soy capaz de encontrarlas y resumirlas todas, pero he aquí unas cuantas:
- el esfuerzo realizado durante los entrenamientos permite adquirir una fuerza de voluntad muy útil para cualquier otro ámbito de la vida.
- la satisfacción de comprobar que eres capaz de asumir retos y alcanzar los objetivos, a pesar de que las dificultades.
- la capacidad de llegar a conocerse uno mismo, saber donde están tus límites.
- el conocimiento de tu propio cuerpo. (¿Alguien sabe del músculo “piriforme”? Espera que te duela tres días y verás de su importancia).
- el afán de superación. Los corredores siempre queremos más. O menos. Me refiero a correr más deprisa o lo que es lo mismo, hacer menos tiempo en las carreras.

Llegado aquí creo que esto es una aproximación bastante inútil de intentar de explicar lo inexplicable.
Juan Carlos: No me hagas más preguntas. Ponte unas zapatillas y sal a correr. Date dos semanas para superar el dolor de piernas, las agujetas y el sabor a sangre en la garganta. Si lo consigues, encontrarás las claves por ti mismo.

lunes, 17 de mayo de 2010

MEDIA MARATHÓN DE AVILA 2010

En el kilómetro tres. Foto de TODIRO (¡Gracias!)

Son las diez de la mañana. El Grande tiene un aspecto estupendo. Hoy hay atletismo en Ávila. Calentamiento suave, saludos a los corredores, muchos de ellos los habituales de aquí, pero también de otras provincias, ya que se celebra el Campeonato Regional de la distancia.
Salida cuesta abajo. Después volveremos por estas mismas rampas. Según se hayan medido las fuerzas se harán más o menos agónicas. En los primeros compases de la carrera ya se definen las posiciones con los africanos en primer lugar. Delante de mí a treinta o cuarenta metros veo agrupado “el Senado” de Ávila: Chusmari, Jime, Encabo, Alfonso, formando un numeroso grupo (¡Vaya carrera que hicieron los amigos!). Yo me quedo más atrás con Oscar, Roberto Piedelobo, Luis Carlos y un segoviano. Tengo muy claro que no debo forzar. Por más que me gustara ir con ellos no les aguantaría más allá de un par de kilómetros. Queda mucha carrera y voy a intentar respetar mi plan: pasar “los 10” en 39’.


La zona llana del recorrido por el sur de la ciudad se hace cómoda. Caen los kilómetros, aunque es difícil asegurar al ritmo al que vamos, porque los puntos kilométricos no están bien puestos. Oscar se marcha por delante. Llegamos a las primeras cuestas de la Avenida Juan Pablo II. Tercio de varas. El castigo es duro y las piernas se resienten. Kilómetro 8. Queda mucha carrera. Hay que mantener el ritmo, aunque ahora cueste el primer sufrimiento. Llegamos al parque San Antonio Terreno llano. Roberto se ha quedado atrás, solo somos tres en el grupo.


Kilómetro 10: miro el cronómetro 38:48. Voy sobre el plan previsto. Comienza el segundo tramo duro de la carrera, casi tres kilómetros de subida continua. Tercio de banderillas. Mis compañeros de viaje están más fuertes y se me van. Sigo su estela y voy adelantando corredores, pero ya marcho solo. Por fin giramos y lo que acabamos de subir toca bajarlo. Imprimo un ritmo más fuerte en un intento, un tanto inútil, de cazar a mis antiguos compañeros. No lo consigo pero sigo ganando puestos.


Kilómetro 15, vuelvo a mirar el tiempo: 58:47. Se mantiene en pie el plan. Enfilamos hacia los bomberos donde el reten de guardia anima. Julio está entre ellos y me exige. Debería estar aquí corriendo. Por detrás me atrapa un madrileño y me pego a él. Creo que puedo seguirle, aunque va un punto por encima de mi ritmo, pero ya solo quedan cinco kilómetros y tal vez sea hora de darlo todo, corazón y páncreas incluidos. Entramos de nuevo por el parque San Antonio. Todo bajada hasta el Adaja. Me anima mucha gente. Así ha sido durante todo el recorrido y no saben todas las personas que lo han hecho lo que agradezco sus palabras. A la altura del Centro de Congresos noto un dolor muy fuerte en la cadera. Apenas puedo lanzar la pierna izquierda hacia adelante. Me sonrío y pienso “tiene guasa esto del cuerpo humano. Nunca sabes por dónde se te va a descoser”. Estoy en el puente y solo queda subir. Tengo fuerzas para hacerlo, pero prefiero reducir algo la marcha y no castigarme mucho. Me alcanza un corredor, pero en la puerta del Rastro yo he recuperado mis fuerzas y le adelanto para llegar a la meta en 1h 23’ 39’’ y en el puesto 38.
y… ¿la rodilla?. La rodilla ha respondido perfectamente. No me ha molestado nada. No he notado dolor ni me ha impedido correr como he querido y como he podido. ¿Seré una nenaza llorona? No lo sé. Pero lo que tengo claro es que si entrenando como entreno, sin machacar nada en absoluto, puedo correr en estos tiempos, creo que me merece la pena, en el intento de prolongar la vida útil de mis materiales todo lo posible.

He terminado muy contento por varios motivos. Primero por el ánimo de la gente. Es muy agradable ser reconocido y alentado en tu ciudad por tanta gente y con tanto cariño. Segundo por el tiempo: El otro día pronostiqué que podía estar en torno a 1h 24 y me pasé toda la semana pensando que había sido un poco osado. Pero lo hice aún mejor, quince segundos mejor. A estas alturas mi cuerpo y yo nos conocemos como si lleváramos toda la vida juntos. Tercero por las sensaciones: He acabado con fuerza y no me he exprimido a tope por temor a una distancia que se me antojaba muy larga, pero la he vencido. Cuarto: he subido al pódium y eso siempre es un estímulo. Quinto: de resultas del evento queda para la historia que soy subcampeón regional de media marathón de mi categoría (V45-50). Quede claro que en la región debe haber no menos de diez rivales de ese grupo de edad que me hubieran ganado. Sexto: mientras Mercedes no pueda correr todo esto queda ensombrecido.

Resultados:
http://www.laister.es/general.pdf

viernes, 14 de mayo de 2010

ACONTECIMIENTOS VERDADERAMENTE IMPORTANTES

Dos acontecimiento relevantes para evitar "el día de la marmota":
Primero: Esta mañana he tenido que quitar la nieve del limpiaparabrisas del coche antes de arrancar. 14 de mayo y así andamos. Hace un frio que pela y yo en zapatitos y chaleco, cuando a esta temperatura, este invierno, llevaba mis botas y jersey de a dos centímetros de grosor.
Vistas así las cosas me he tenido que meter en el armario de cuerpo entero a rebuscar algo de ropa de abrigo para correr, por lo menos mis guantes.
Segundo: hoy, después de casi dos años, me he vuelto a cruzar con mi amigo el zorro. Estaba más viejo -el tiempo pasa para todos- y más lento. También más gordo, síntoma que la crisis no le ha afectado en absoluto. Esta vez no se ha parado como otras veces. Ha seguido su camino hasta desaparecer entre unas rocas, no sin antes girar la cabeza y regalarme una de sus sonrisas. Me ha parecido intrerpretar un "hasta la vista, amigo" dibujado en su afilado hocico, pero estaba lloviendo y tal vez las gotas hayan distorsionado el gesto. Siempre ha sido bastante reservado y se ve que la edad le ha vuelto más prudente.
Seguro que nos volvemos a ver. Campeamos por el mismo territorio.

jueves, 13 de mayo de 2010

ATLETA DE UN EQUIPO DE RUGBY


Mi padre ya ha salido en este blog. Concretamente el 12 de marzo "EL ABUELO DE LA SAN SILVESTRE". Se trata de la entrevista que publicó el mundo el último día del año 2007.
El 31 de Diciembre del año pasado también corrió la San Silvestre. Esta vez no hubo despliegue mediático, ni prensa ni radio ni televisión, como dos años atrás, pero ahí estuvo el tio como un campeón en la línea de salida, después de superar una rara afección que le dejó para el arrastre. Más abuelo que entonces, con setenta y nueve años, que casi no puedo ni inscribirle porque el desplegable del año de nacimiento llegaba justo hasta 1930. En septiembre se fijó el objetivo de correr y poco a poco, día a día, vuelta a vuelta a la pista del polideportivo de la Concepción fue superando todas las dificultades hasta estar en la línea de salida junto al Santiago Bernabeu a las 18:00 del día 31 de diciembre de 2009. Por cierto que caían chuzos de punta. Y no estaba solo. Miguel, uno de sus amigos del Retiro le había asegurado que estaría a su lado, pero como no pudo ser, le envió de acompañante a su hijo y este se presentó con un par de amigos. Los tres son jugadores del equipo de Rugby de Veterinaria de Madrid. Debieron quedar bastante conformes con la experiencia porque ahora le han hecho socio del club, tal como queda reflejado en las imágenes del principio. Este año serán más corredores del equipo los que le acompañen, así que mi madre, por una vez, puede estar tranquila: nadie irá mejor protegido ante cualquier eventualidad que él.
Hasta el propio Vanderlei de Lima, aquél corredor brasileño que resultó atacado por un pastor -de almas- irlandés en la Olimpiada de Atenas 2004, sentirá envidia de una escolta tan disuasoria.
Ahora bien, que sepan pilier, talonador, línea de tres cuartos y demás miembros del equipo que mi padre ya está entrenando para la ocasión y que se pica en las cuestas. Así que no desdeñen la preparación física y no se abandonen.
Por otra parte ya le he dicho a mi padre que semejante distinción se merece una justa recompensa, así que debería salir a jugar unos minutos en algún partidito para echar una mano al equipo si es que atraviesa momentos difíciles. No se si mi madre estará muy de acuerdo con esta parte. Bueno. Lo discutiremos.


lunes, 10 de mayo de 2010

SIGUIENTE RETO: LA MEDIA MARATHÓN DE AVILA

Los corredores de fondo tenemos un cierto sentido de la imprudencia del que no somos capaces de desprendernos. ¿Qué hace probar a un maratoniano las carreras de ultrafondo? ¿Por qué pasar del marathón en ruta al marathón de montaña? ¿O al triatlón? Siempre buscamos algo más. ¿Algo más de qué? Preguntaría un profano. Pues algo más de aliciente, de aventura, de riesgo, de pasión, de motivación. Algo más de un poco de cada uno de estos ingredientes. Algo más de sentir que seguimos siendo corredores.
Llevo diecinueve meses sin correr algo más largo de 10 kilómetros. No voy a volver a hablar de mi rodilla. Ya sabéis, por tanto, cual es la razón. A lo largo de este tiempo, que va desde el marathón de Munich (octubre 2008) hasta hoy, esa bonita parte de mi anatomía me ha hecho estar tumbado en el sofá más días de los que soy capaz de soportar. Poco a poco he vuelto a entrenar y a competir. Puedo afirmar que, a estas alturas, creo haber alcanzado un equilibrio entre el entrenamiento y el descanso. Entonces… ¿Por qué arriesgar?
He corrido treinta y tres “medias” en mis treinta y tres años de atletismo. La media es fácil de sacar. Una al año. No son muchas, desde luego, pero es que nunca me han gustado mucho. Todas las he corrido de la misma manera: salir a tope y llegar como pudiera.
Pero para el domingo tengo otro plan: salir tranquilo e intentar pasar los diez primeros kilómetros en 39’-40’ y después intentar acelerar. No sé si lo conseguiré, porque compitiendo me dejo llevar mucho por las sensaciones, pero Ávila tiene muchas cuestas y los esfuerzos del principio se pagan al final.
Creo que puedo estar en torno a 1 hora 24’, tal vez algo más contando los últimos mil metros de endiablada subida junto a las Murallas. En realidad me importa bastante poco mi marca. Ya se me han pasado esas fiebres.
Lo que de verdad quiero es poder terminar y no sentir dolor. Será la manera de haber superado el reto. Será la manera de saber que no me he equivocado. Que no he vuelto a meter la pata … hasta la rodilla.

sábado, 8 de mayo de 2010

MI PARTICIPACION EN EL VIII CIRCUITO ECOSPORT


Terminó el circuito. Puesto 32º de la general y 4º entre los veteranos B. Pero lo mejor de todo es que terminé las cuatro carreras. Y con ello una mala racha. Desde el Trofeo Navas Center de 2008 no había corrido ninguna prueba del circuito. En aquella ocasión sufrí mucho para acabar la carrera y me vi obligado a parar tres meses por una fascitis plantar en un pie, que luego se “contagío” al otro y, a pocas semanas de comenzar el circuito del 09, la rodilla decidió unilateralmente que abandonaba el atletismo.
Así que volver a la salida en la Avenida Juan Pablo II en marzo era de por sí toda una ilusión. Fue, con mucho, mi peor carrera, pero ya estaba en marcha. En las Murallas me encontré mejor y, a pesar de la dureza de la subida, pude disfrutar de la competición. En el Resucitado también me encontré bien, aunque son carreras muy cortas para mí. Y por fin, en la subida a Sonsoles corrí para divertirme. Y desde luego que lo hice.
La salida, en la pista de atletismo, estiró el grupo lo suficiente para que al entrar en el paseo del rio Chico ya fuéramos en grupitos. Oscar, Encabo, Alfonso, Vicente y yo, entre otros, en persecución de otros cuantos “senadores” del atletismo abulense Cornejo, Chusmari Piedelobo y Jime. Dimos alcance a alguno de ellos, pero en la recta que da a la cuesta los grupos se fueron estirando. En las primeras rampas de subida se me escapan Cornejo y Encabo, con los que iba hasta entonces. Algunos corredores suben andando, pero yo procuro mantener el trote, aunque la cuesta obliga a realizar un tremendo esfuerzo. Llego arriba para comprobar que me he quedado solo y por delante se han agrupado Cornejo, Encabo, Enrique, Jime, Chusmari y Oscar. Me sacan 25 metros. Bajo con un poco de miedo y bastante precaución. El terreno está muy resbaladizo y me da miedo que me falle la rodilla. Desde ahí hasta el final la carrera es toda una persecución. No consigo recortar ni un solo metro de distancia. Intento un par de veces cambiar de ritmo con el resultado de fatigarme más sin conseguir nada. Al llegar cerca del rio Chico, Encabo y Enrique ceden terreno a los otros y consigo alcanzarles. Tiro de ellos hasta la entrada a la pista. Cornejo está a veinte metros, pero no puedo cambiar para ir más deprisa. Encabo vuelve a pasarme y llegamos a meta. Estoy muy satisfecho de la carrera.
He corrido como a mí me gusta y me he divertido a pesar del esfuerzo.
En definitiva, un tercer puesto, dos cuartos y un quinto y cuarto de la general en veteranos B. Está muy bien. Espero poder estar de nuevo el año que viene.

UN ENTRENAMIENTO MÁS

Son las seis de la tarde. Se ha pasado mi hora de entrenamiento habitual, las tres. Así que ahora me siento raro, no tengo ganas de salir. Le doy más vueltas de lo habitual y no encuentro motivación para ponerme las zapatillas. Mercedes me anima. Al final decide uno de los argumentos habituales: si no salgo voy a sentirme peor. Me visto de corredor. Quiero hacer un circuito de 10 km en mi territorio habitual, así que tengo que subir en coche. Salgo de casa con desgana. El cielo está muy cubierto y amenaza lluvia. Subo por el lateral del parque San Antonio y me encuentro un tremendo atasco para salir por debajo del puente de la estación. ¡Vaya!,-pienso- otra contrariedad. Doy una vuelta enorme por la ciudad para salir casi al mismo sitio. En esto se pone a llover. Recuerdo las palabras de Murakami “Tengo mil excusas para no salir a entrenar y una sola razón para hacerlo”. Sigo adelante. Llego a mi lugar de aparcamiento habitual. Siempre hay sitio bajo mi encina. Llueve mucho. Veo todo el valle Amblés cubierto de nubes. Pronto los cristales del coche se llenan de agua. Rod Stewart canta su American Song book. Escucho cuatro veces seguidas la misma canción. Es la que más me gusta. “Quien me manda a mí, salir”, pienso. Pero actúo al revés. Abro la puerta y salgo. Empiezo a calentar. Es una forma de hablar porque a los dos o tres minutos estoy calado y siento mucho frio, en especial en las manos y las orejas. Días como este, en invierno, he corrido con gorro y dos pares de guantes. Pero hoy es 6 de mayo y se supone que estamos en primavera. Me cruzo con algún paseante que regresa con paso apresurado y paraguas en lucha contra el viento. Pocos minutos después llueve menos. Termino 4 km de calentamiento y me quito una de las dos camisetas que llevo bajo la sudadera. Voy al punto de salida del circuito de 10 km. Ritual de salida. Crono. Llevo el mp3 de mis canciones favoritas, así que voy bien acompañado. Llevo el viento a la espalda. Así será durante cinco kilómetros, uno y medio de bajada, luego ya veremos cómo se dará la vuelta. Ya no llueve. Voy cómodo pero no muy rápido. Llevo en la cabeza el mejor tiempo que he hecho este año en este recorrido. Estoy en los tiempos. Ya no queda nadie por aquí. Estoy solo. Voy disfrutando. Alguna de mis canciones super-favoritas me hace correr más deprisa. Llego al kilómetro 5. Seis segundos por debajo. Me doy la vuelta y… el viento me deja helado. Comienzo la cuesta arriba. Este es el tramo más difícil. Aprieto todo lo que puedo para no perder tiempo. Llego al siete… dieciséis segundos por encima. El ocho… doce por encima. El nueve… tengo que terminar en 3’ 30’’… Llego al final… cuatro por encima.
He terminado el entrenamiento. Hago un kilómetro más suave, al trote.
Desde aquella parte del cerebro donde la racionalidad de la anatomía y la bioquímica deja un resquicio a la llama del sentimiento y la ilusión, se envía una orden: “Músculos faciales… esbozar sonrisa de satisfacción”.
Fin del entrenamiento.

lunes, 3 de mayo de 2010

HA TERMINADO EL CIRCUITO.

Dejo para más adelante mi actuación particular en el VIII circuito de Carreras Populares Ecosport, porque me gustaría hacer una serie de reflexiones y compartirlas a través del blog. Ahí van:
1. Una vez más muchas gracias a los organizadores de las carreras. Sin este circuito, Ávila sería un erial atlético para los fondistas populares. Un año más el club Ecosport ha demostrado su categoría organizadora.
2. Muchas gracias a los voluntarios. Pakele, Oscar, Luismi, José y que me perdonen todos los demás por no citarles. Dejar de correr para que corran otros está muy por encima de lo que muchos somos capaces. Ellos lo hacen y además con una sonrisa.
3. A los atletas del club Ecosport que corren, se dejan el aliento en la carrera y mientras los demás nos tomamos una “mirinda” sentados en una silla y comentando la jugada, ellos recogen las vallas, las pancartas, los arcos y todo lo demás.
4. A los que inventaron el circuito hace años y lo mantuvieron vivo. Manolo, no sé dónde estás pero yo te echo de menos. Gracias a ti y a tu directiva.
5. A Soto por hablar de atletismo antes que de futbol.
6. A Cornejo por demostrarme que con 51 años se puede correr muy deprisa.
7. A Carlos Velayos y al resto de fotógrafos. Un instante que perdura para el recuerdo cuando paseemos la artrosis por San Antonio.
8. A todos los que devuelven el saludo en el calentamiento.

Y ahora unos comentarios. Yo creo que…
1. El Club Ecosport organiza las carreras y su gente se lo trabaja.
2. No me parece que en carreras populares se deban dar premios en metálico. El que quiera correr que lo haga por un trofeo o por un morcón. Pero no por dinero.
3. Si sumamos los dos primeros comentarios, la conclusión que extraigo es que el club Ecosport debería disfrutar de la recaudación de las inscripciones y pagarse un viaje a algún marathón o una media a su elección. O gastárselo en una cena. O en chándales. Ellos se le trabajan, ellos se lo ganan. Y en el circuito se premia a los ganadores con trofeos, que sumados a la recompensa del reconocimiento de los medios informativos, yo creo que ya es bastante.
4. Si a los organizadores les parece poco, se pueden ampliar las categorías o se pueden sortear más regalos o premiar a la gente que más veces haya participado o a los que tengan mayor progresión o cualquier otra cosa que permita que no solo los primeros puedan tener una recompensa. La idea de premiar al 15, 25, 50, 100 … este año me parece estupenda.
5. El cambio de edades en las categorías ha sido muy criticado. Yo opino al respecto lo siguiente: uno, cuando se apunta a una carrera (o a un circuito) lo hace conociendo el reglamento. La organización decide qué y cómo se hace la carrera, qué categorías hay, qué premios reciben, cual es la distancia, el recorrido etc. Y el que quiere se apunta y el que no, pues no. Criticar a la organización por las decisiones que toma y beneficiarse de todas ventajas de la propia organización me parece desleal. De alguna manera hay que limitar las edades en las categorías. La elegida este año es una entre las posibles. Hay más, pero la organización eligió esta. Unos habrán salido beneficiados y otros perjudicados.
6. Dicho lo anterior, queda clara mi opinión, lo cual no quiere decir que lo que más siento del cambio de categorías es que ha dejado fuera del pódium a la “nobleza” de los veteranos de Ávila: Jime, Chusma Piedelobo, Encabo… gente que se merece un reconocimiento, pero que ahora tiene que pelear con “chavales” de 35.