viernes, 26 de febrero de 2010

GRACIAS VISITANTES

Foto: Sufriendo en el Campeonato de Castilla y León del año 2009 en Salamanca.

¡Vaya, vaya con el blog! 112 visitas. ¿Quién me lo iba a decir a mí? Bien es cierto que de estas, por lo menos 30 o 40 deben ser las mías, porque cada vez que enredo en las tripas del blog, me visito a mí mismo. Por cierto que no me veo mal. Todavía no he encontrado la manera de hacer unas cuantas cosas que quiero, pero vaya, que está quedando resultón. (Ya sabéis, no soy modesto). Además cuento con la ayuda de Pedro, compañero del trabajo que me dijo como empezar y me resuelve algunas dudas informáticas, aunque todavía no le he “explotado”. Falta de tiempo.
Unos cuantos amigos me han preguntado el por qué de hacer un blog. Así que me he trasladado a mi mismo la pregunta y, una vez colocados los manguitos de redactor jefe, voy a respondérmela en plan entrevistado. ¿Por qué escribir un blog? Respuesta: No sé. No lo sé exactamente. No hay una razón. Supongo que es la mezcla de varias razones que pueden ser:
1. Llevo escribiendo unos años una especie de crónica de mis carreras, así que esto es una continuación pero contando otros aspectos que no son estrictamente los relativos a la competición.
2. Es una forma de compartir algo con los demás. Lo lee quien quiere.
3. A lo largo del día me encuentro varias veces pensando sobre qué escribir o, al recordar alguna anécdota, incorporarla al blog.
4. Esto es como mirarse dentro de uno mismo. Lo que escribo queda escrito tal como lo siento.
5. Las nuevas tecnologías. O las usas o pierdes el tren.

Otras veces, cuando termino de escribir pienso ¿Y a quién le puede importar esto? En fin.

En cualquier caso, mucho gracias por vuestra visita. Os invitaría a unas pastas, pero no sé cómo se hace.

En otro orden de cosas, la carrera del domingo en Salamanca está amenazada por la siguiente predicción meteorológica: probabilidad de precipitación del 100%, con temperaturas de 6 u 8ºC y vientos del sureste de 36 km/h. Dicho en otras palabras: un día de perros. Lo que más miedo me da es el viento, no soy capaz de correr ni con viento a favor (me molesta mucho que me empujen) ni con viento en contra. Así que ya veremos a ver qué tal salimos.

martes, 23 de febrero de 2010

UNA DOSIS DE ACTUALIDAD



Ya está bien de tanto Pleistoceno y tanto álbum de fotos sepia. Vamos a darle un poco de actualidad al blog. Los entrenamientos van bien. Me he estabilizado en cuatro días de carrera y dos de elíptica y gimnasia, separados entre sí de manera que no corro más de dos días seguidos. La rodilla responde, aunque mantengo una dosis de dolor. Se conoce que es una especie de señal de aviso para que no pase de ahí, porque reconozco que si no me doliera me costaría un esfuerzo bárbaro no liarme a hacer kilómetros como un maratoniano. De los días de carrera uno es de cambios de ritmo y otro de rodaje rápido. Los otros dos dependen del día que tenga. En lo que va de mes solo he hecho series un día.
Por cierto que entrenar este invierno está resultando un poco complicado. Al frio intenso de hace unas semanas le ha sucedido un periodo de lluvias que no cesa. En contra de lo que mucha gente piensa, en Ávila capital no llueve mucho, más bien habría que decir que llueve muy poco (unos 370 litros/año). No obstante, este año, sin que estemos sufriendo las inundaciones de otras localidades, la lluvia tiene todos mis recorridos impracticables. Solo puedo correr en asfalto o en el carril bici.

En cuanto a las competiciones, tengo a la vista el Campeonato de Castilla y León de cross de veteranos este próximo domingo en Salamanca. Es la tercera vez que lo voy a correr. Hace dos años fui 5º en categoría de 45 a 50. Como entre mis virtudes no está la modestia, puedo decir que hice un carrerón. El año pasado ya corrí después de hacerme daño en la rodilla y solo pude terminar 12º, así que este año, repetir ese puesto sería un buen resultado, teniendo en cuenta que “por abajo” entran en la categoría verdaderos fieras. Por equipos fuimos terceros el año pasado, pero no creo que este año seamos capaces de igualerlo.
Después, ya en marzo, comienza el Circuito de carreras de Ávila, así que espero poder terminar al menos tres de las cuatro, aunque dependerá un poco de las fechas.
Así están las cosas. Seguiremos informando.

lunes, 22 de febrero de 2010

CUANDO EL FOTOGRAFO DISPARA




Hace unos días escuché en la radio una entrevista que le hacían al fotógrafo que captó la imagen de Aznar en actitud poco adecuada para un ex presidente. El autor de la misma venía a reconocer que disparó sucesivamente varias veces -ventajas de la era digital- sin darse cuenta siquiera de lo que estaba ocurriendo y solo al revisar las imágenes, algo que solemos hacer todos para ver qué tal han quedado las mismas, se percató del famoso gesto.
Revisando el otro día el álbum de “fotos de correr” de mi padre, me encontré con la foto que encabeza este texto. No la recordaba porque hace mucho tiempo que no las veía. Se trata de la Media Marathón de Moratalaz, el 12 de Noviembre de 1978. Han pasado algo más de 31 años y se nota. Se nota en la vestimenta de los corredores, en la de los espectadores y en la cara de niño que tengo, 16 años ya cumplidos.
Pero lo que más me llama la atención es ese tipo que corre a unos metros de mí, un tipo “cachas”, literalmente “cuadrao”. Fijaos en esos cuádriceps que dejan a los míos a poca distancia de una pata de pollo, en los bíceps o los pectorales a punto de estallar la camiseta. Un tipo curtido en el gimnasio.
El fotógrafo le pilló ahí de pura casualidad, porque el objeto de la foto era yo, como podéis imaginar.
Pues resulta que, años después, ese tipo acabó teniendo un nombre, José Manuel y una vida que se cruzó con la mía y el atletismo nos hizo amigos. Y resulta que ese tipo estaba así de cachas porque practicaba la escalada. Y en compañía de su mujer, Beatriz, una de las personas más felices que te puedes encontrar por la vida y de su hermano Enrique, una de las mejores personas que he conocido en este mundo del deporte y de Serafin, Elsa, Inma, Marisa, Susana, Pedro, Mercedes y otros muchos amigos…, de los que alguna historia tendré que contar, pasamos una época de juventud de la que guardo unos recuerdos maravillosos.
Me estoy poniendo ñoño.
Me he traído el álbum de “fotos de correr”. Me voy a dar una sesión potente de escáner, así que estáis amenazados con un “revival”. ¡Qué caritas más infantiles!

miércoles, 17 de febrero de 2010

ESCLAVO DE MI AGENDA



Conozco a muy pocos corredores que no apunten su entrenamiento a diario. Los hay, pero son pocos. La mayoría, mejor dicho, la gran mayoría dejamos constancia a diario de lo realizado. Unos lo hacemos en una agenda de las clásicas. Otros utilizan el ordenador, a través de hojas de cálculo o aplicaciones específicas. Los más “tecnológicos” ya ni siquiera apuntan, directamente “descargan” la información de su gps. También hay diferencias en los datos que se toman: la distancia y el tiempo son obligados. Las series con los tiempos parciales, la recuperación, las pulsaciones, las sesiones de gimnasia. Otros afinan más e incluyen las zapatillas con las que corren, la temperatura, la alimentación… en fin, casi no hay límite en la toma de datos. Luego viene la segunda parte: la estadística. Datos acumulados y medias por semana, mes o año. Sumas totales, sumas parciales según tipo de entrenamiento, ritmos, zapatillas. Gráficos con comparativas entre distintos periodos. En definitiva: toda la historia del entrenamiento en un compendio de cifras y líneas.



¿Para qué sirve todo eso? Cada uno sabrá. Yo os voy a contar para que me ha servido a mí.
Primero: como motivación para entrenar. Salir a correr a diario y solo exige ciertos alicientes. Yo encontré uno en intentar superar día a día, semana a semana y mes a mes los datos de los periodos anteriores. No es que cada día tuviera que correr más que el anterior, ni acumular más kilómetros un mes que el pasado. No se trataba de eso, pero sí me servía de referencia para intentar superarme.
Segundo: para ver mi estado de forma. El cronómetro no miente y los tiempos de las series a lo largo de un plazo suficientemente largo - pongamos un mes- suelen indicar bastante bien el nivel en el que te encuentras en ese momento.
Tercero: la información que se registra queda para siempre, en caso contrario te tienes que fiar de recuerdos que no suelen corresponder con la realidad. (¿Alguien se acuerda de la cantidad de agua que cayó el 25 de mayo de 1998 en Ávila? Si. La Agencia Estatal de Meteorología).


No obstante, ahora que veo las cosas del correr de otra manera, he de confesar que he sido un esclavo de mi agenda. Algunos días, algunos entrenamientos los he hecho solo - o casi- por esos kilómetros que me faltaban para completar tal o cual cantidad. Esos kilómetro de “descalentar” después de unas series, esa vueltecita a la manzana al llegar a casa o ese “te acompaño” cuando estaba terminando y de pronto aparecía alguien con quien compartir otros 10 minutos de carrera. No es un pecado de los mortales, pero ¿tiene sentido fuera de esa “pelea” entre las agendas de otros años y la del año en curso? Pues no lo sé.


Este año, el “año en el que cambié de mentalidad”, no es diferente en cuanto a anotar el entrenamiento realizado, pero si es diferente en lo que respecta a comparar. Me he liberado. Me da igual saber si enero de 2009 o del 2008 hice tantos kilómetros más o menos o si las series me salieron mejor o peor. Tal vez sea el tener la certeza de las respuestas antes de hacerme las preguntas, pero lo cierto es que he superado esa costumbre - o manía-. Ya no “araño” ese kilómetro de más. Ya no miro las agendas de otros años. ¡Me he curado!
Mis agendas, que abarcan 28 de los 33 años de mi vida en el atletismo, me han permitido conocer multitud de datos intrascendentes, como por ejemplo, que el 28 de junio de 2005 completé mi primera “vuelta al mundo” - redondeando la cifra a 40.000 km-, o que al terminar la San Silvestre vallecana de 2009 completé la cifra “exacta” de 52.000 km. También podría conocer el número de días que he salido a correr o cual es el mes de mi vida que más entrené. Otro día bucearé en las agendas y las exprimiré un poco.

miércoles, 10 de febrero de 2010

NO SIEMPRE FUE FÁCIL


Foto: parte de la leyenda del AR Concepción. Algunos de mis mejores amigos.

Hubo una época en la que correr no estaba tan bien visto como lo está ahora. Hace unas décadas, correr se interpretaba de muchas maneras: si corrías por un parque ponías en peligro a los niños que jugaban. Si corrías por las aceras los peatones te increpaban porque pasabas demasiado cerca. En el polideportivo molestabas a los futbolistas (los reyes del deporte). En definitiva: éramos un estorbo.
Los fondistas del AR Concepción solíamos entrenar en la Avenida de Arcentales, en el Parque Conde Orgaz o en la Fuente del Berro. Precisamente en este parque ocurrió esta historia. Salimos del “poli”, ya de noche. Era invierno. Enfilamos por el Parque de la Concepción, el Mercado de Ventas y llegamos a la Fuente del Berro. Allí solíamos dar dos o tres vueltas por la parte más externa del mismo para hacer el recorrido más largo posible. Comenzábamos por el tramo más cercano a la M-30 y subíamos por una de sus innumerables cuestas hasta la fuente para desandar el camino por la parte superior del parque. Estábamos dando la segunda vuelta cuando repentinamente todos los corredores, un grupo de 8 o 10 nos caímos unos encima de otros. Alguien, no recuerdo quien, que encabezaba el pelotón se había trabado en un alambre cruzado de lado a lado del camino, atado a sendos árboles. El resto de corredores caímos bien por tropezar con el propio alambre o bien por la caída del compañero que nos precedía. Resultado: múltiples golpes y magulladuras. Tardamos unos minutos en reaccionar, pero no vimos a nadie merodeando por la zona para ver el resultado de su “hazaña”.

A la semana siguiente volvimos por el mismo recorrido. Como ya estábamos prevenidos de la “gracia” íbamos muy atentos por si veíamos el alambre, pero el cazador fue otra vez más listo que nosotros: esta vez lo había atado en una zona muy oscura del parque. Resultado: múltiples golpes, magulladuras y no volver por el parque en meses, hasta que pudiéramos correr con luz diurna.

He vuelto muchas veces a ese parque a correr, es un oasis en una zona de Madrid un poco “árida”. Imagino que nuestro “cazador” se habrá cansado de sus prácticas anti-corredor, porque actualmente hay muchas personas que disfrutan de esas cuestas para hacer deporte.

martes, 9 de febrero de 2010

UN ACUERDO



Todos los corredores tenemos dos tendones y un talón "de Aquiles", los dos primeros “anatómicos” y el tercero “literario”: ese punto débil que nos machaca constantemente.

El mío es doble: las rodillas; uno en cada pata. Llevo muchos años sufriéndolas y posiblemente, ellas a mí. En opinión de alguno de los médicos consultados esto ha llegado a su fin. Fatiga de materiales. Se acabó. Otros son más optimistas opinan que valdría con reducir volumen e intensidad de los entrenamientos. En cualquier caso me duele una rodilla. Me duele lo suficiente como para no poder entrenar como la hacía hasta ahora. Así que no me queda otro remedio que intentar llegar a un acuerdo con ella. Tiene las de ganar así que el acuerdo es “desigual”.

Aquí están los términos del mismo:
1. Abandono el marathón y seguramente el medio marathón. Espero que alguna vez pueda volver a correr una prueba de estas, pero de momento no.
2. Dejo de hacer series dos veces por semana. Con una basta y siempre series largas, no cortas.
3. Cada cuatro días debo descansar uno.
4. Nada de correr por la montaña. Evitar las cuestas, sobre todo las bajadas.
5. No forzar nunca en los entrenamientos. “Escuchar” a la rodilla en los momentos de mayor intensidad.
6. No hacer rodajes de más de 15 kilómetros.

A cambio, la rodilla se compromete a no doler mucho.
No parece gran cosa lo que entrega a cambio, pero es lo que hay. No he podido sacar nada más, porque además se reserva el derecho a romper el acuerdo siempre que quiera.
¡Menudo negociador estoy hecho!

Una vez firmado el acuerdo, otras partes del cuerpo se han apresurado a felicitar a las rodillas, en especial los pies y la espalda.

lunes, 8 de febrero de 2010

CROSS INTERNACIONAL DE VALLADOLID


El pasado 31 de enero se celebró una nueva edición del Cross Internacional de Valladolid. Esta vez se disputaba el Campeonato de Castilla y León de todas las categorías -salvo veteranos-, de manera que la participación resultó verdaderamente extraordinaria. Además el tiempo acompañó más que en años anteriores. Incluso el Sol se atrevió a salir un ratito, para demostrar que, sin exagerar, pero también le gusta el cross. Las categorías inferiores disputaron carreras verdaderamente multitudinarias y con gran nivel. La carrera senior femenina fue algo más floja en cuanto a la participación que en otras ediciones, mientras que la carrera promesa-senior masculina, que cerraba la competición fue una delicia, con atletas consagrados peleando con las nuevas figuras del futuro. Allí estaban, Carles Castillejo, que al final resultó el ganador, Arturo Casado, Reyes Estevez, Sergio Gallardo, Penti, Blanco, etc.

Angel corrió en categoría cadete, nacidos en el 95 y 96. La carrera fue tan desigual como son los chavales a esa edad, los hay con 15 años recién cumplidos (enero 95) con el cuerpo ya desarrollado y chavales con 13, también recién cumplidos (diciembre 96), tan tirillas y canijos al lado de los otros que difícilmente les pueden seguir en carrera. Ángel terminó en el puesto 65, con un tiempo de 20’31’’ en los 4750 metros del recorrido. Por equipos tampoco pudieron hacer mucho más, quedando el Puente Romanillos en 12º lugar.

Yo corrí en la categoría de veteranos, junto con los juveniles. Este año el recorrido era algo más largo, 6000 metros según los organizadores. Como en otras ediciones, la salida en estampida de los juveniles convierte la carrera en un continuo adelantar de chavales reventados por el esfuerzo inicial. Así, terminé en el puesto 27 de la carrera, el 12º entre los veteranos con 21’ 42’’. Corrí con un corredor burgalés con el que ya he coincidido en otras carreras. Me encontré bastante bien y corrí muy a gusto, a pesar del temor a que la irregularidad del terreno afectase a mi rodilla.

lunes, 1 de febrero de 2010

MI PRIMER MARATHON. EL PRIMER MARATHON DE MADRID.


CRONICAS DEL PLEISTOCENO.



Foto: mi dorsal del primer marathon de Madrid

El 21 de Mayo de 1978 yo tenía 15 años y siete meses recién cumplidos y por consiguiente era todo un ignorante.
No llevaba más de un año practicando atletismo y de una forma un tanto irregular, pero ni mis amigos ni yo tuvimos dudas: no podíamos faltar en todo un acontecimiento atlético: el primer Marathon Popular de Madrid.
A lo largo de las últimas semanas se había publicado en la prensa la organización de la prueba y Samuel, ávido lector del Marca, nos tenía puntualmente informados de los acontecimientos que se sucedían. Así que, el miércoles anterior a la carrera decidimos hacer “un test” y nos fuimos a dar una vuelta corriendo por Madrid: desde el polideportivo de la Concepción, Parque de las Avenidas, Francisco Silvela, Castellana, el Bernabeu, Plaza de Castilla y volver. No sé cuantos kilómetros recorrimos, pero decidimos que era suficiente. Si habíamos sobrevivido al entrenamiento seríamos capaces de afrontar con garantías el marathón … cuatro días después. El jueves nos fuimos a la calle Salitre 43, donde se formalizaban las inscripciones y después de esperar una cola infinita que daba la vuelta por varias calles del barrio, conseguimos el anhelado dorsal.
El domingo, a las 8:30 de la mañana, el Paseo de Coches del Retiro estaba abarrotado de corredores. Yo no recuerdo los detalles de aquella salida porque además no soy del todo capaz de separarlos de los de los años siguientes, pero lo que si me atrevo a asegurar es que la inquietud, la emoción y el espíritu de aventura se mezclaban con el enorme desconocimiento que teníamos los más de 7.500 corredores que estábamos pendientes del disparo de salida de lo que iba a ocurrir en las próximas horas. De todos nosotros no había más de un par de docenas de maratonianos con experiencia, del resto, miles y miles no habían disputado nunca una carrera.
Prueba de ello es uno de los recuerdos más claros que tengo: subiendo por la Calle Alcalá escuchaba, entre jadeos, el golpeteo de unas pisadas a mi espalda, al poco rato me adelantó un corredor calzando botas de futbol, ¡con sus tacos incluidos!.
Mi padre siempre me recuerda la sorpresa que se llevó cuando nos vio pasar a mis tres amigos y compañeros de aventura, Samuel, Francisco y Miguel y a mí por la Plaza Mayor a muy poca distancia de los primeros de la prueba… en realidad quedaba casi todo el marathon por delante, ya que aquello no sería más que el kilómetro 5.
Y de entre todo el recorrido que quedaba, ahí estaba el calvario de la M-30: una infinita cinta de asfalto gris, sin un solo árbol, un territorio desierto de público, hostil por el tráfico que circulaba ajeno a la prueba y estratégicamente situado en lo que luego conocimos como el “muro”, palabra mítica entre los corredores de marathón y que en aquella carrera se hizo palpable y evidente para casi todos nosotros: allí donde te quedas sin fuerzas, vacío. Como ese explorador del desierto que, en las películas, claudica y se arroja de bruces a la arena hasta que el director dice “corten”. Solo que aquí no había tal película ni director que te sacase de la pesadilla y ¿Qué podías hacer en mitad de la M-30 sino andar hacia delante en busca de la civilización? Pues eso: andar. Yo llegué a la meta. Mis amigos también. Éramos atletas. Éramos orgullosos. Pero estuve una semana bajando las escaleras de mi casa “arrastraculo” y casi un mes con un dolor en cada músculo de mi cuerpo, incluidos los faciales.
También alcanzo a rememorar la enorme generosidad de los madrileños: además del avituallamiento oficial, decenas de personas se apostaron en la calle con fruta, agua o un puñado de “sugus”. Aquél maratón fue el bautizo para todos: organización, corredores, espectadores, conductores…, en cierto modo, quienes participamos fuimos pioneros.

En alguna ocasión me he preguntado cuanta parte de mis lesiones han tenido su origen en correr estos maratones de juventud (casi diría de infancia). No lo sé y tampoco me importa mucho. Ya no puedo remediarlo. Pero me alegro que los tiempos hayan cambiado: se ha evolucionado enormemente en el mundo del atletismo y por tanto, también en el de las carreras populares.