jueves, 3 de junio de 2010

MALDICION

15 de Mayo de 1988. San Isidro. Fiesta en Madrid. Estadio Vallehermoso. Se celebra la Copa de Madrid de atletismo. He estado cuatro años (¡cuatro años!) sin competir, recuperándome de mi lesión de rodilla, de mi segunda operación, dedicado más a los estudios que al atletismo. Pero he vuelto. Han cambiado muchas cosas durante este tiempo. Mucha gente ha abandonado por diferentes motivos. Mi club “La Conce” ya no es lo que era. Pero estoy de nuevo en la línea de salida de una carrera de 5000 metros en pista. Mi prueba favorita. Tengo las mismas sensaciones que hace cuatro años y se cómo se corren estas carreras: a tope desde el primer metro, aguantando el ritmo hasta el límite de las fuerzas y agonizando en las dos últimas vueltas. Diez minutos después de la carrera estaré de nuevo como una rosa, aunque diez minutos antes pareciera estar a punto del colapso. Así son las pruebas en pista.
Disparo de salida. Busco referencias de ritmo, pero estos rivales no son los habituales. Sufro, lucho y llego a la meta sin reservas. Me he quedado lejos de mi marca, pero he vuelto. No tardaré en estar de nuevo a mi nivel. ¿No tardaré?
¡Qué poco sabía yo entonces si tardaría o no! Han pasado 22 años y no he vuelto a competir en una pista de atletismo. Después de aquel 5000 no hubo otro. Fueron pasando los años y me dediqué a las carreras populares y al marathón, relegando la pista y olvidándola como parte del pasado, de otra época.
Dos años atrás volví a pensar en correr en pista, participar en el campeonato de España de veteranos, aprovechando que se celebraba en la misma localidad donde pasaríamos las vacaciones. Y, como si de una maldición se tratara, una fascitis plantar prolongó el desencuentro.
Hace unos días decidí que era el momento de intentarlo de nuevo. Este domingo, 6 de junio se celebra el Campeonato de Castilla y León de veteranos, así que le pedí al delegado de mi club que me inscribiera en el 5000.
Realmente no he entrenado nada para correr esa prueba, pero me da bastante igual. Quiero competir en pista. Así que voy a hacer cuatro series de mil fuerte y así cojo confianza.
Único entrenamiento de la semana: cuatro series de mil. Primera 3’ 26’’. Bien, me encuentro fuerte. Segunda 3’ 27’’. Bien, voy a forzar un poco más. Tercera 3’ 24’’. Bien, la última a tope. Salgo fuerte, paso el 500 en el mismo tiempo que las anteriores, cincuenta metros más adelante noto un fortísimo pinchazo en la rodilla derecha. ¡Aquí estas de nuevo! Solo doy un paso más. Me quedo cojo. No apoyo apenas la pierna, pero no pienso. Dejo la mente en blanco. No valen lamentaciones. Ya no. Ya sé lo que es esto y lo que significa. He estado siete meses corriendo y compitiendo. He hecho una media marathón, una carrera de montaña. Le he pedido a mi rodilla más de lo que debía y me ha dado carrete hasta hoy. Me he quedado a 450 metros de terminar el entrenamiento que me llevaba a la línea de salida de mi 5000.
No he descartado intentarlo, aunque durante todo el día he estado “conectado” a la rodilla y sé que no debo hacerlo. Pero la decisión la tomaré en el último momento. ¿Será posible que aquél 15 de mayo de 1988 corriera mi último 5000?

1 comentario:

  1. Suerte Angel, decidas lo que decidas estará bien, ya que tú eres el que mejor te conoces, pero ante la duda: prudencia.

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