… Y ahí estaba
yo. Agarrado a un pantalán con gorrito amarillo y gafas de nadar. Entre una nube
de triatletas con gorrito amarillo y gafas de nadar. Con Mercedes y con Ángel. Esperando que sonara
una bocina para empezar a competir en las aguas Pisuerga. Medio hostil. Todas las alarmas disparadas y
el pánico del que hablaba Murakami en su libro “De qué hablo cuando hablo de correr” asomando en el estómago.
Mooooc. Y a
nadar. Me quedo rezagado tanto por propia voluntad como por un principio
elemental que tiene que ver con la velocidad de los cuerpos en movimiento. Una
brazada, dos, respiro, otra brazada, dos, respiro, una brazada, dos y clac, un
pie en toda la boca. Toda la concentración y todo el ritmo al fondo del rio
matarilerilerile. Una bocanada de aire excesiva. Arranco de nuevo a nadar, no
suelto el aire y aún cojo más al sacar de nuevo la cabeza, no vaya a ser que lo
necesite… una brazada, dos y cojo más aire aún. Me tengo que parar otra vez. Me
estallan los pulmones. ¡Que desastre! Intento pensar. Vamos. Despacio. Ritmo de respiración. Lo has hecho antes. Pero …
no me sale. Un nuevo intento. Un trago de agua bouquet Pisuerga para comprobar
las propiedades organolépticas de sus aguas, probablemente no aptas para el
consumo humano. Glu glu. Me tranquiliza saberme oculto tras un gorrito y unas
gafas. Voy el último y el que me precede está a más de 20 metros. ¡Qué
desastre!
Lo intento de
nuevo. Voy avanzando a trompicones, pero esto no es así. Llego a la boya.
Sorprendentemente alcanzo a un par de nadadores que no lo están pasando mucho
mejor que yo. Llego por fin a la rampa
de llegada.
La transición la
solvento de la mejor manera posible. Probablemente tardo bastante más tiempo del debido pero, a estas alturas
no me importan mucho unos segundos. Monto en la bici, entro en el circuito y a
los pocos metros me pasan como centellas tres o cuatro corredores que deben
acabar de completar su tercera vuelta. Detrás de ellos un rosario de bicis,
casi todas ellas de carretera. Manillares de triatleta, cascos de contrarreloj…
Inmediatamente me doy cuenta que ni mi bici de montaña ni yo hemos venido a
esta fiesta con el traje adecuado. Voy a tope, pero las curvas no me dejan coger
un ritmo cómodo. Veo a Ángel por delante de Mercedes, ambos muy lejos de mí. Por
fin alcanzo a un ciclista, antes de transición. Esta segunda es rápida, dejar la
bici, quitarse el casco y girar el dorsal a la parte delantera.
Pronto comienzo
a correr. Y, una vez más, a los pocos metros, mis piernas me recuerdan que
llevamos once meses sin practicar. Consigo un trote digno y de nuevo me cruzo
con Ángel y Mercedes que están terminando. Para no marcar diferencias con las
otras dos disciplinas, adelanto a un corredor y llego a meta. Lo he conseguido.
He terminado.
Llegados a este
punto desglosemos las conclusiones:
Una cosa es nadar y otra bañarse en un
rio. Yo hice lo segundo, cosa poco digna en competición.
Murakami superó su momento pánico. Vale,
él es japonés y yo soy español, pero esa es una diferencia inapreciable tras
unas gafas de nadar. En cuanto a su candidatura al premio Nobel de literatura, aún
reconociendo su mérito, convengamos que en bañador tampoco marca diferencias. Eso me lleva a pensar que yo
también puedo superar mi momento pánico en el agua para la próxima ocasión.
En efecto, habrá próxima ocasión. Me lo
pasé dos terceras partes bien, así que se puede repetir.
Además del nadar, hay que mejorar,
aunque sea ligeramente, el tema material, en concreto la bici.
Vale que lo hice todo bastante mal, pero
¡caramba! en este triatlón había poco popular y mucho triatleta de competición
e incluso de alta competición. Las cosas como son. Vamos que me vi como el intruso que se cuela en una fiesta.
Última conclusión pero fundamental.
Hace un mes estaba recibiendo el alta
médica en una consulta.
Hace dos, estaba sometido a un
tratamiento contra la fascitis tan doloroso como, afortunadamente, eficaz.
Hace tres estaba cojo. Igual que hace
cuatro y cinco y seis …
Por eso desde que sonó el Mooooooc hasta
que crucé la línea de meta fui sonriendo (Bueno, esto es una licencia literaria. Nadando no fui precisamente sonriendo).
Por eso estoy verdaderamente contento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario