Hace un año Mercedes y
Angel completaban su primer triatlón supersprint en la Casa de Campo de Madrid.
No sin dificultades: las aguas de la Casa de Campo, de aspecto “poco salubre”,
un cierto desorden organizativo fruto del enorme éxito de la convocatoria y de
la gran cantidad de público y un trazado repleto de competidores que en más una
y más de dos ocasiones se molestaban entre sí. Al terminar me dijeron “tienes
que hacerlo”… “Vale. Al año que viene”. Y el año que viene ya ha llegado. El
domingo estaremos en la salida los tres juntos para la segunda edición del
SERTRI de Madrid. Parto con la ventaja de haber experimentado ya la competición
este pasado julio en Valladolid, es decir, ya no temo lo desconocido. Ahora
temo lo conocido. Si leísteis entonces la ENTRADA EN EL BLOG, sabréis que la
natación fue un calvario. Lo superé por pura cabezonería. Ahora voy algo más
preparado. Mis entrenamientos en la piscina no han conseguido que nade casi nada,
pero, al menos, soy consciente de que nado y, por tanto, puedo llegar con cierta decencia. Esto quiere decir que
baso mi éxito en llegar otra vez el último, pero esta vez a un metro del
penúltimo. Ese es el reto. ¿ Cuánto estará de fría el agua? ¿Cuánto de verde? ¿Saldré con algas pegadas al cuerpo? ¿Tragaré mucho de esa mezcla cenagosa? Glup. Después la bici volverá a ser como en Valladolid:
dar pedales todo lo deprisa que pueda, aunque esta vez con muchas cuestas. La
carrera saldrá de cualquier manera porque hace más de un mes que no corro nada
y mis dolores de pies me limitarán. No me importa. Por delante irán Mercedes y Ángel.
Aunque … voy a por ellos.
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