Ni siquiera encontraba las
llaves. No sabía donde podrían estar. Más de un mes sin venir por aquí es
bastante tiempo.
Por fin las encontré en un bolsillo de mi cabeza, hice un
esfuerzo y entré.
No recordaba haberlo dejado todo cerrado, así que tanteé la pared
y encontré el interruptor. En lugar del torrente de luz que debía haber iluminado
la estancia solo se encendió una bombilla, dando al lugar un aspecto más mortecino
de lo que me esperaba, así que me apresuré a subir la persiana. La luz de la
tarde dejó de manifiesto el abandono:… alguna idea a medio desarrollar, algunos
comentarios sin contestar para mi vergüenza, cada vez menos visitas…
Me senté en un borde del blog y
respiré hondo. Cerré los ojos y los puños. Me costó un tiempo tranquilizarme lo
suficiente como para entender que no pasaba nada. “Tranquilo Ángel” me dije. “Tranquilo
Ángel”, me repetí una y otra vez.
Levanté una silla del suelo y me
senté.
Coloqué en una caja unas cuantas
fuentes de entrada que andaban esparcidas y desordenadas por el escritorio. Pasé
un dedo por la página de estadísticas y el polvo se me quedó pegado dejando una raya
de este a oeste, un tachón sobre el mes de julio.
Sostuve mi cabeza entre las manos
hasta que empezaron a salir algunas palabras.
Seis meses sin apenas correr, un
mes sin escribir … quizá va siendo hora de poner en marcha una nueva versión.
La versión 6.0.
Son pocas palabras pero
suficientes. Ahora salgo a correr. Pocas zancadas. Veremos si funciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario