jueves, 16 de junio de 2022

MADRID NORTE VS SUR 2022

 


Enfrentar a corredores del Norte contra corredores del Sur es una excusa tan válida para organizar una carrera como cualquier otra. Mi barrio madrileño, al que sigo perteneciendo, tal vez sin derecho y desde luego tampoco de hecho, está al este de la ciudad, lo que me permite elegir bando según me guste más una camiseta u otra, cosa que también haría, aunque viviera en Chamartín o en Villaverde.

La carrera se anunciaba como uno de los mejores circuitos para correr en Madrid y desde luego lo es, pero … con cuestas. Que el desnivel final sea de más de 100 metros de descenso no quita para que entre medias, “te comas” unos cuantos repechos que, en mi caso, con poco fuelle y menos fuerzas, me pasaron una más que abultada factura.

La salida, perfectamente organizada por cajones en los que los corredores parece que ya hemos aprendido a situarnos en función de nuestras expectativas (no todos, …aun te estrellas con algún “armario” a los quinientos metros de salida de los que no han terminado de hacer las cuentas de su tiempo en 10K).

Y allí estaba yo, en mitad de una muchedumbre de más de 5000 corredores otra vez por las calles de Madrid, calle Serrano abajo, tal vez por la que más veces he competido en mi vida, sin la ambición de otras veces, pero probablemente con más ilusión y agradecimiento que otras.

Volver a competir es un lujo que hace tiempo estaba casi descartado. Volver A pisar el asfalto entre una multitud de corredores. ¡Qué poco se valora cuando lo tienes a tus pies!¡Cuánto tiempo pensado en recuperar aquellos momentos! Y, un buen día…, aquí estoy.

Uno nace de una determinada manera. Acordaos de los guisantes de Mendel. Pura genética. Y luego, te vas haciendo, como un bizcocho. Te vas modelando, se aprenden cosas, se viven otras, se disfrutan, se sufren, ganas, pierdes, sueñas, aciertas, te equivocas, hieres, te hieren… Y eres así. Y como eres así, haces las mismas cosas de la misma manera.

Siempre he corrido con toda mi alma. A veces ha corrido más mi alma que todo mi cuerpo. Quizá ya no es momento de hacerlo así. Tal vez debería aprender algo del pasado. Pero me cuesta. Y ¡ay!... No me olvidé del crono. Ese endemoniado artilugio siempre tan constante, siempre tan certero. Y pretendí correr contra el tiempo. Y ese tiempo, pequeño, esos minutos y segundos que reflejan lo que tardé en correr de una línea a otra distanciadas entre sí diez mil metros, reflejaba otro tiempo más grande, ese otro que pasa día a día, mes a mes, estación a estación. Ese que marca todo lo que ha pasado desde el día que tuve que parar de correr hasta ahora que vuelvo a hacerlo.

El reto es asumirlo. Y superarlo. Y está conseguido: tanto asumido como superado. Y con un añadido: disfrutarlo igual que antes.

Así que la Norte Sur fue una fiesta que disfruté en la más íntima soledad entre miles de corredores, porque, ahora resulta… ¡que ya no conozco a nadie! Pero esa es otra historia.

 


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