martes, 21 de marzo de 2017

10 KM LAREDO 2017: SILENCIO, SE VUELA

Imagen:el diario montañes


Marzo. Laredo.

Se estaba acercando la fecha y dada la implacable regularidad con la que pasan los días, acabó por llegar.

Viernes por la tarde. Ángel y yo salimos de Ávila. Dos de los veintiún abulenses apuntados a la carrera. Un viaje plácido en el que tenemos tiempo de ponernos al día de nuestras cosas. También de nuestros planes para la carrera. Hablamos de ritmos, de marcas, de tácticas, aun sabiendo que los dos vamos a hacer lo mismo: salir al cien por cien desde el primer metro sin ahorrar nada. Y disfrutar.

Llegamos a Laredo ya de noche. No nos sorprende ver a gente corriendo… ¿Gente corriendo? ¡¡Alfonso y Rilo a cuatro el mil!! ¡A por todas desde el principio! ¡Quién dijo miedo!¡Apurando el último entrenamiento! ¡Comprobando el circuito! ¡Creando el pánico entre los rivales!

Compartimos cena (hidratos, faltaría más) con un nutrido grupo de corredores abulenses en animada charla sobre todos esos temas que aburren hasta la muerte a todos los que no son corredores: las carreras, los marcas, los otros corredores, las zapatillas, los entrenamientos, más zapatillas, la carrera de mañana, fulanito, menganito y zutanito y… más zapatillas.

El desayuno en el Hotel Cosmopol es otro momento importante del fin de semana. Allí está reunida casi toda la élite de la carrera y, entre todos ellos, de mesa en mesa, charlando tanto con los mejores corredores como con los más populares, uno de los más admirados y queridos atletas: Sergio Fernández Infestas, organizando una última salida para “activar” el cuerpo a escasas horas de la competición.

Ese trotecillo de veinte o treinta minutos cuyo objeto depende de cada uno. Activar el cuerpo, aplacar los nervios de la espera, soltar las piernas o compartir un rato con otros  atletas. El caso es estar entretenido esas horas previas.

A los “buenos” se les ve concentrados, metódicos en sus costumbres y muy acostumbrados a ser el centro de atención del resto de la gente.

Y los demás, cada uno a su nivel, casi igual. Aquí se viene a correr o “a volar”, como reza el eslogan de la carrera: SILENCIO, SE VUELA. Porque esta carrera ya tiene el honor de considerarse, entre los corredores, como la más rápida de cuantas se celebran en nuestro país y eso llama a la élite, pero sobre todo, muy sobre todo, llama a todos los corredores, desde aquellos de están muy cerca de los primeros, sin llegar a ser profesionales, hasta los que ansían bajar de una determinada marca.

Si no se hace marca en este recorrido ¿Dónde se puede hacer?
Un trazado completamente llano, sin apenas curvas, a nivel del mar, con un altísimo nivel de competición, en horario de tarde… ¿falta algo?

Falta que llegue la hora, salir y correr.

Y a ello vamos.

Con una hora de antelación ya hay corredores calentando. En seguida la zona de salida es un hervidero de atletas trotando, estirando y compartiendo los últimos minutos previos a la carrera. Y mucha gente tomando posiciones en la salida.

La salida.
Un problema de difícil solución.
Este año, como ya ocurriera en otras ediciones, hubo caídas. Caídas que han afectado tanto a atletas de la élite como a otros de menos nivel.

La salida está organizada en cajones en función del tiempo que cada uno se otorga en el momento de la inscripción. Y cada año hay más control para evitar que la gente se cuele en el que no le corresponde. Pero la calle es estrecha. Y la primera línea tiene una determinada capacidad. Quizá 20. Tal vez ni eso. Y los que no entran en primera línea, están en la segunda. Y lo que no entran en ésta, en la tercera y así sucesivamente. Y si un corredor que quiere hacer 33’ y que en su ciudad sale siempre adelante y siempre está entre los primeros aquí se ve en la quinta fila, entonces comienzan los nervios. Porque uno que corre en 35 tendrá que salir en la décima o decimosegunda línea ¡porque va a quedar por detrás del puesto 200! Y así sucesivamente. Total, que te ves con quinientas personas delante, pensando en salir como una flecha… y resulta que tardas veinte segundos en pasar por la línea de salida.

¿Solución? Comentarios aparte, que los ha habido para todos los gustos, la organización de la carrera tendrá que valorar el asunto. Si han llegado a la decimoquinta edición con este rotundo éxito de participación seguro que es porque saben cómo hacer las cosas, así que esta cuestión sabrán resolverla.

La carrera.
Tras la salida, uno se enfrenta consigo mismo rodeado de multitud de corredores, cada uno de ellos tratando de mejorar sus marcas. 2000 inscritos, 1619 llegados a meta, de los cuales 13 terminan por debajo de los 30 minutos, 78 por debajo de 32 minutos, 178 por debajo de 34, 248 por debajo de 35 ¡que es correr a menos de 3’30’’ por kilómetro!, 747 corredores, es decir, casi la mitad de los llegados a meta, lo hacen por debajo de 40’… esa es la carrera de Laredo. Una lucha contra el crono de todos los que tomamos la salida.

Por eso en Laredo, aunque hay un ganador, también hay muchos, muchísimos corredores que nunca, nunca, ganarán una carrera pero aquí superan su reto. Dicho de otra manera, de la manera que me gusta a mí verlo: aquí hay muchos ganadores. Por eso, entre otras cosas, muchos de nosotros repetimos un año tras otro, porque este ambiente de atletismo no es fácil encontrar en una carrera popular.
Los abulenses.

Veintiún inscritos, pero no todos tomamos la salida. Siempre hay alguna baja de última hora.
Un año más Luismi dio la cara y mejoró sus resultados anteriores, 30’24’’ para terminar en el puesto 20º, asentado definitivamente en la élite de la carrera.

Gran resultado también el de Borja, en el puesto 58 con 31’30’’. Le vi muy bien en la carrera solidaria de Ávila y desde luego, ratificó su gran estado de forma con una marca muy buena.

José Talavera, del Trote Borriquero en el puesto 99 con 32’37’’ , Iván con 33’13’’, Ángel con 34’45’’, igual que Nano. Ismael con 35’29’’, todos ellos en un gran nivel … de los que te permiten estar entre los primeros en cualquier otra carrera popular.

Javier Olivares con 36’04’’ penalizado en la salida al quedarse a ayudar a la gente afectada por la caída.

Juanjo Rilo tremendo marcón 34’43’’. Dani con 36’01 a pesar del tropezón del km 7, Miguel, que salió fatal y acabó fenomenal en 36’13, Alberto con 37’01’’ ex futbolista con una enorme proyección en  el mundo de las carreras, Alfonso con 37’10’’ y unas decenas de clientes más para sus Salming, porque cuando se sabe vender no se desaprovecha un momento. Juancar que después de llevar a Javi Guerra al límite en el rodaje de la mañana aún hizo 38’22’’, Nacho tremendo con 39’41’’ y Guille que a la chita callando y saliendo de un maratón camino de otro se permite el lujo de hacer 40’ 43’’.
(Pido disculpas porque a lo mejor me he dejado a alguien)

Y quedo yo.
Ya me habéis leído en este blog que todos los corredores, para cada carrera, tenemos tres tiempos: el que decimos que vamos a hacer cuando nos preguntan, el que pensamos para nuestros adentros que podemos hacer y el secreto mejor guardado: el tiempo con el que de verdad soñamos: Yo hace tiempo que no los oculto, bajar de 39’, 38’30’’ y 37’59’’. El primero, bajar de 39’ era un tiempo asequible viniendo de hacer 39’30’’ en Pinto. El segundo 38’30’’ era el límite máximo a lo que podía aspirar en mi forma actual y con el entrenamiento que hago. Bajar de ahí era imposible … y sin embargo, soñar es gratis: ¿podría bajar de 38’?

En realidad, la marca era algo secundario. Prefería pasármelo bien, disfrutar del antes y del después de la carrera y, sobre todo, de cada una de las zancadas de la competición. El año pasado no pude hacerlo así que en esta ocasión trataría de hacerlo por partida doble.


Salí con Juan Carlos, al que encontré antes del primer kilómetro. Me encontraba un poco “espeso” pero sabía que estaba corriendo al ritmo que debía. En el km 2 y en el 3 me vine un poco arriba y me puse por delante de Juancar. En ese momento incluso adelanté a Sergio Fernández que acompañaba a Esther Pedrosa en un intento de record. En el km 5 pasamos en 19’15’’. 
Una cuenta rápida me dejó claro que no tenía mucho margen para tratar de estar por debajo del objetivo. Así que … como todo lo que sube, baja, pues me vine un poco abajo. 
Pero entonces, mientras Juancar se me escapaba sin poder remediarlo, Sergio me daba alcance. En ese momento me puse a rueda y conseguí recuperar el ritmo y, para mi sorpresa, mantenerlo. Solo volví a mirar el crono en el km 8: 30’46’’.  Estaría por debajo de 39’, pero ¿Cuánto? Esos dos últimos kilómetros en Laredo son espectaculares. 

Con tanto público animando, con multitud de corredores dejando el último aliento en la carrera y con las fuerzas que aún quedan, ese es el momento de exprimirse. Ese es el momento para el que se entrena. Ese es el momento en el que se gana uno la marca que se merece. Apreté. Y volví a apretar a falta de 500 metros. El crono de la meta marcaba 38’49’’, pero había tardado 19’’ en pasar por la alfombra de salida. Total 38’30’’. Justo la marca que sabía que era mi tope. Entonces … misión cumplida.

Me queda hablar de la post-carrera y curiosear por la clasificación. Lo dejo para otro día.

martes, 14 de marzo de 2017

CARRERA SOLIDARIA AHORA + QUE NUNCA 2017

Foto del polifacético Guillermo Buenadicha


Pasé la mañana del domingo de carrera… desde el otro lado, esta vez ayudando a la organización en lo que fuera menester.
No se cómo se lo pasaran de bien el día de la fiesta El Colegio del Santísimo Rosario, pero el domingo, el día de la carrera solidaria, el ambiente en el colegio era realmente fantástico: niños, madres y padres, profesores y las propias religiosas del centro colaborando en toda la logística de la carrera, repartiendo dorsales, confeccionando la bolsa del corredor, los voluntarios a lo largo del circuito, colocando vallas, resolviendo todos los problemas que inevitablemente surgen a última hora… en fin una fiesta.
Realmente todos los corredores deberíamos pasar un día por “la trastienda” de las carreras para que nos diéramos cuenta de verdad de lo que significa organizar una prueba de estas características. Tal vez así seríamos un poco más comprensivos con los pequeños errores que se pueden cometer. En este blog ya escribí al respecto hace años. 
El caso es que a partir de las diez y cuarto de la mañana los niños más pequeños fueron recogidos en la línea de meta por una profe del colegio y acompañados hasta la salida… algunos ¡realmente pequeños! Tal vez de mayores alguien les pueda recordar que su debut atlético tuvo lugar un domingo 12 de marzo en las empedradas calles de Ávila.
Después de los chupetines llegaron los prebenjamines y los benjamines, cuya fogosidad y entusiasmo es realmente difícil de contener. Solo con la ayuda de algunos padres fuimos capaces de sujetarles un instante para poder dar una apresurada  salida.
Y tras las carreras de los más pequeños llegó la de los “medianos”, los alevines, infantiles y cadetes, un muy numeroso grupo entre los que se mezclaban atletas de los clubes de Ávila con los alumnos de los colegios de la ciudad y del propio centro organizador y un poquito después tomaron la salida las familias. No fueron pocas las que se inscribieron y, desde luego, dejaron algunas de las imágenes más bonitas de la mañana. En particular quiero destacar un hombre  invidente que corrió  con un acompañante y su perro guía. Un ejemplo para los que nos acobardamos en seguida por cualquier inconveniente. Y también una joven pareja que corrieron juntos empujando el carrito de su bebé al que bajaron del mismo unos metros antes de la meta, hasta donde le condujeron para que entrara por su propio (y minúsculo) pie.
Y después los mayores. Casi cuatrocientos corredores en la línea de salida. A destacar la enorme representación de la Escuela de Policía Nacional, volviendo a épocas anteriores en las que su presencia en las carreras siempre era masiva.
Desde el inicio Borja puso tierra de por medio, en un gran estado de forma, no hubo nadie capaz de aguantar su fortísimo ritmo, a pesar de la complejidad del circuito, lleno de cuestas y tramos empedrados. Ya al paso por la primera vuelta su ventaja era muy importante sobre sus perseguidores, Hugo y Luis Miguel, un poco más atrás Eduardo y Alejandro y después Ángel y Diego. Tras ellos una buena representación del Ecosport con Sergio, Jesús, Alfonso… además los clásicos  “Zipi”, Roberto… siempre luchando en los puestos de cabeza en todas las carreras
En chicas Pilar ganó sin oposición con una muy buena representación de mujeres, cuyo número y nivel va en aumento cada competición.
Y al final casi tuvimos que correr en la entrega de premios porque el tiempo empeoraba por momentos sin que, de cualquier modo, desluciera una magnífica mañana de atletismo en nuestra ciudad.

Lo más importante es que se consiguió el objetivo de recaudar una suma importante de dinero para la Cruz Roja y mantener la llama de la ilusión viva para el año que viene.

miércoles, 8 de marzo de 2017

10 KM DE PINTO 2017




En el kilómetro 5 miré el crono. Según lo que marcara estaría sobre el objetivo o no.

Los 10 kilómetros de Pinto era la primera competición que me tomaba verdaderamente como tal desde hace un año. Justo a estas alturas de 2016 me encontraba verdaderamente bien, haciendo buenos entrenamientos y corriendo con fuerza, pero una lesión en la rodilla me dejó parado. Ya no pude correr en Laredo. Después el viaje a Nepal y, al regreso cuatro lesiones encadenadas, me dejaron inactivo hasta diciembre. Cosas del correr.

Después de hacer la Carrera de Navidad, la San Silvestre Vallecana, la carrera 88 Torreones y los croses de Avila y el Regional de veteranos era hora ya de plantarse en una carrera y salir a competir a tope, sin más reservas que las derivadas de la incertidumbre de saber si podría llegar a la meta dignamente o  por el contrario, arrastrando  despojos y alma.

Los 10 km de Pinto era la carrera justa para hacerlo. Coincidiendo en la salida con la Media Maratón de la localidad y además en disputa del campeonato de Madrid de 10 km en ruta, eso garantizaba gente y ritmo en la salida.

Así que a las 9:30 de la mañana, en compañía de mi hijo Ángel, del que me despedí en la salida, con más frio del esperado y un molesto viento racheado, salí a competir.

Objetivo: bajar de 40 minutos.

El primer kilómetro, muy tumultuoso, lo sentí demasiado rápido. No quería mirar el crono porque mi intención era correr todo lo deprisa que pudiera. Y mirar el crono me condicionaba: tanto si iba muy deprisa como si, por el contrario, iba más despacio de lo previsto, no sería muy capaz de modificar el ritmo, así que… mejor dejarlo quieto.
En el kilómetro 2 me encontré con mi buen amigo Raúl Ranz, con el que hice unos centenares de metros. Me encontraba bien, aunque un poco temeroso: ¿No estaría corriendo muy deprisa? ¿Llegaría dignamente a la meta a ese ritmo?

Y así el 3 y el 4… hasta que la incertidumbre me pudo. Al paso por el km 5 no pude aguantar la curiosidad de saber a cuánto iría a mitad de carrera. Así que…

En el kilómetro 5 miré el crono. Según lo que marcara estaría sobre el objetivo o no.

19’15’’. Tantas carreras terminadas, tantas cuentas hechas sobre la marcha… no me resultó difícil saber por dónde andaba… a 3’51’’ el kilómetro. Si doblaba (no he doblado jamás, ni en mis mejores carreras) estaría en torno a 38’30’’. Si pinchaba… tenía un margen de un minuto y medio para cumplir el objetivo.

Quizá mirar el crono me condicionó. Quizá salí más deprisa de la cuenta, quizá una carrera de 10 km todavía se me hace larga para el entrenamiento que llevo acumulado. Sea como fuere, ahí terminaron las alegrías.  A partir de ese momento mi ritmo fue ralentizándose y mis sensaciones haciéndose menos positivas. No llegué a sufrir hasta el kilómetro 8. A partir de ese momento ya solo deseaba terminar la carrera. Se me hicieron muy largos esos dos mil metros finales. Y tanto que lo fueron porque paré el crono en 39’30’’. Es decir, 20’ 15’’ en el segundo cinco mil.

En cualquier caso el objetivo estaba cumplido.

He corrido más de 70 carreras de 10 kilómetros en ruta a lo largo de mi vida atlética. Algún día haré un estudio de las marcas que he realizado sobre esta distancia.

En cualquier caso esta carrera no es una más, es, otra vez, el principio. Espero poder encadenar unas cuantas sin más lesiones. De momento la siguiente ya está en el horizonte: Laredo.


Objetivo… bajar de 39 minutos.