Todos los corredores tenemos dos tendones y un talón "de Aquiles", los dos primeros “anatómicos” y el tercero “literario”: ese punto débil que nos machaca constantemente.
El mío es doble: las rodillas; uno en cada pata. Llevo muchos años sufriéndolas y posiblemente, ellas a mí. En opinión de alguno de los médicos consultados esto ha llegado a su fin. Fatiga de materiales. Se acabó. Otros son más optimistas opinan que valdría con reducir volumen e intensidad de los entrenamientos. En cualquier caso me duele una rodilla. Me duele lo suficiente como para no poder entrenar como la hacía hasta ahora. Así que no me queda otro remedio que intentar llegar a un acuerdo con ella. Tiene las de ganar así que el acuerdo es “desigual”.
Aquí están los términos del mismo:
1. Abandono el marathón y seguramente el medio marathón. Espero que alguna vez pueda volver a correr una prueba de estas, pero de momento no.
2. Dejo de hacer series dos veces por semana. Con una basta y siempre series largas, no cortas.
3. Cada cuatro días debo descansar uno.
4. Nada de correr por la montaña. Evitar las cuestas, sobre todo las bajadas.
5. No forzar nunca en los entrenamientos. “Escuchar” a la rodilla en los momentos de mayor intensidad.
6. No hacer rodajes de más de 15 kilómetros.
A cambio, la rodilla se compromete a no doler mucho.
No parece gran cosa lo que entrega a cambio, pero es lo que hay. No he podido sacar nada más, porque además se reserva el derecho a romper el acuerdo siempre que quiera.
¡Menudo negociador estoy hecho!
Una vez firmado el acuerdo, otras partes del cuerpo se han apresurado a felicitar a las rodillas, en especial los pies y la espalda.
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