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El SERTRI de Valladolid
sembró en mí el reto del triatlón. Pido disculpas de entrada a todos los
triatletas de verdad, porque aquello fue un minitriatlon. Me recuerda a los
primeros tiempos en los que a cualquier carrera popular se la llamaba “marathón”
o cualquier “no iniciado” se refería a ellas como si de la distancia sagrada se
tratase. El “maratón del barrio de Salamanca”, el “maratón de Canillejas” etc.
A primeros de octubre
se celebra en Madrid un nuevo SERTRI y espero estar allí. Si el agua fue mi
perdición en el Pisuerga, esta vez el reto es salir del Lago de la Casa de
Campo con cierta dignidad. Aclaro que con “cierta dignidad” quiero decir salir
el último pero …cerca del penúltimo. Puede parecer poco ambicioso, pero teníais
que haberme visto en Valladolid. Estoy en ello. Llevo unas semanas intentando
convencerme en la piscina que puedo hacerlo. La verdad es que me está costando
más que un esfuerzo. Mi “medio” no es el agua y tanto mi cabeza como mi cuerpo
lo saben. Pero no tiro la toalla.
Y ¿qué me pasa? Pues
varias cosas.
Lo primero que tengo
que decir es que me encuentro incómodo con el gorrito en la cabeza. Supongo que
lo del gorrito es para el pelo ¿no? Entonces… ¿por qué me tengo que poner el
gorrito donde menos pelo tengo de mi cuerpo? ¿Por qué no me lo pongo en la
barba? ¿O me tiro al agua en camiseta o en pantalón largo? No lo entiendo y es
una contradicción que me resulta embarazosa.
En segundo lugar están
las gafas. Si me las pongo flojas me entra agua instantáneamente. Si me las
aprieto mucho me duelen a estallar. Y siempre, siempre, siempre están empañadas
no más allá de la tercera brazada. Es decir, me pongo unas gafas para ver algo
y apenas distingo un velo blanquecino que no hace sino agrandar mi malestar.
Siguiente cuestión: yo
no floto. Para ser más exacto, no floto de medio cuerpo para abajo. En efecto,
mis piernas son un par de inútiles apéndices que me arrastran al fondo. Mi
amigo y compañero Jaime, ilustre nadador, me aconsejó hacer unos largos solo de
piernas con tabla. Dicho y hecho. Allí estaba yo con mi gorrito, mis gafas y …mi
tabla. Me tiro al agua. Me pongo en posición. Me impulso en la pared y …
comienzo a “dar pies”. Tres o cuatro minutos después estaba exactamente en el
mismo sitio que había alcanzado tras el impulso inicial. Más o menos a la
altura de la escalera. Nuevo intento, mismo resultado. Una vez más (porque aún
con gorrito, soy cabezón) y … mismo resultado. Tabla volando por los aires
fuera de la piscina.
Nadar solo con los
brazos haciendo el paripé con las piernas trae como consecuencia que mi avance
es … escaso. Quizá he sido demasiado optimista y sería mejor calificarlo de …
muy escaso. No vamos a entrar en detalles, pero para que os hagáis una idea, Phelps
me sacaría unos 75 metros en una carrera de 100. También es cierto que algún ratito más que yo ha entrenado para ganar esas veintidós medallas olímpicas que tiene. En cualquier caso no me queda más remedio que trabajar la técnica.
Otro asunto a depurar
es la salida. Vamos, tirarme de cabeza. En mi primer intento me estuvo doliendo
un buen rato. Me refiero a la cabeza. El pecho, color rojo pasión, me escoció
solo unos minutos. El caso es que dejé paralizado a casi todo el personal.
Imagino que estaban pendientes para ver si lo intentaba de nuevo y … no
perdérselo. La próxima vez probaré cuando haya poca gente.
Mi amigo Jaime me ha
aconsejado también que trabaje el giro al llegar a la pared. “Te das la
voltereta y sales por dónde has venido” Qué fácil ¿verdad? Qué sencillez en el
planteamiento. Qué imagen más bien trasmitida. Qué plasticidad. Ya me lo estoy
imaginando. Pues vamos allá. Nado en dirección a la pared, cojo aire y …
voltereta… ¿Dónde está “arriba”? Me doy de bruces con la pared. Se me mete todo
el agua por la nariz. Ni siquiera tengo opción de tocar la pared con los pies porque
ni sé donde la he dejado. Estupendamente. Mejor lo dejo para otro día.
Tampoco todo es
“negatifo”. Hay algo “positifo”.
Y es que, al menos, soy capaz de nadar un
kilómetro seguido. Eso sí. Guando salgo del gagua gomienzo a estognudag y a
moqueag gomo si me hubiega gogido un gatarro. Me puedo pasag un pag de días
gangoso y con un gañuelo gegado a la mano y a la nagiz.
“Sangtosielo”… gué duga
es la gatación.
Hola Ángel, si todo fuera tan fácil no habría diferencia entre los cabezotas y el resto.
ResponderEliminarHay que seguir siendo cabezota y lo último que hay que hacer es tirar la toalla, entre otras cosas porque si lo haces ... ¿con qué te secas al salir del agua?
Muchos ánimos, y si algún día te veo por la piscina intentaré darte algún consejillo.