Las 10:25 de la mañana
y estoy dispuesto para la carrera. ¿De montaña? Los corredores de montaña
tuercen un poco el gesto. … Una carrera más bien entre un corss y una de
montaña. Justo lo que busco y encima la de 10 km. Dejaremos la de 20 para otro
año si acaso esto funciona.
Las 10:26. Miro a mi
alrededor: zapatillas de montaña, medias de compresión, mallas de compresión,
camisetas de compresión, buff, gafas, cinturones con bebida, mochila…
Definitivamente otra estética.
Las 10:30. Cuenta atrás
y a correr. El primer tramo discurre por el pueblo. Asfalto. Nada nuevo.
Kilómetro 1. Todo bien. Salimos a una pista forestal. Nada nuevo. Voy bien,
pero me hago la primera pregunta: ¿Voy más
fuerte de la cuenta? Me queda mucha cuesta… Primera respuesta: esto es una competición, no te aflojes.
Me replico a mi mismo … Si, pero las
cuestas… Y me vuelvo a contestar: cuando
lleguen ya decidirás.
Encabezo un segundo
grupo detrás del primero, de unas veinte unidades, cuando de pronto llegamos a
una pequeña garganta que hay que vadear. Me detengo y tanteo las piedras para
cruzar, me escurro, me agarro a una zarza, brinco de una a piedra a otra y,
mientras tanto, ¡ocho corredores me pasan pisando el agua directamente! , todo
para que al final de la última piedra no me quede otro remedio que mojarme los
pies. Fantástico. Mis calcetines de algodón (¿Por qué corro hoy con estos
calcetines que no me pongo NUNCA?), mis calcetines de algodón se beben todo el
agua del arroyo de la que son capaces. Chof chof. ¡Qué pardillo!
Y llega la cuesta. Pies
mojados y a remontar. Subimos, pero nada extremadamente duro. Alguna zona más
empinada noto los pulmones como los pistones de un coche y los cuádriceps exigiendo
más oxígeno. Y el corazón a tope de pulsaciones. ¿Y si esto fuera así tres o
cuatro kilómetros? Pero no lo es. En cuanto se suaviza la cuesta recupero
pronto. Tranquilo, me digo, no sabes lo que queda por subir.
Cruzamos la presa y se abre una pista ancha por la que se corre bien y allí está
el desvío de la carrera de 10 km. Los de la larga siguen adelante. Los de la
corta comenzamos el descenso. Y el primer tramo es una trocha llena de piedras
y barro. Comienzo la bajada e inmediatamente me adelantan dos corredores.
Intento mirar donde poner los pies pero no me da tiempo. Intento frenar para ir
más despacio y tampoco me da tiempo. Me
voy a pegar el tortazo del siglo. Para colmo se me humedecen los ojos del
aire o del frio. Fantástico, me digo.
Esto sí es una carrera de montaña. Te vas a bautizar saliendo de cabeza de este
tramo. Mi centro de gravedad debe pasar del hombro izquierdo a la rodilla
derecha en cuestión de segundos. Voy “destartalao”. Pero no. No me caigo.
Cruzamos otra pequeña garganta, esta vez sin pisar el agua y entro en una
pista. ¡Uf! Y ahora voy solo lo que se dice SOLO. Temo equivocarme de camino,
pero la señalización me confirma que voy por donde debo ir. Los dos corredores
que me han adelantado me han debido sacar 200 metros en los 400 o 500 que tenía
la bajada. Pero esto es pista y cuesta abajo y me tiro a todo gas. Salimos a
una pista más ancha y veo un corredor delante. A por él. No. Ya no.
Estamos llegando al pueblo de nuevo y queda
una última zona algo más difícil, pero voy tan lejos del que va por delante y
del que va por detrás que no arriesgo nada. Bajo tranquilo y entro en el
asfalto y poco después en meta. Paro el crono en 44’58’’ y en novena posición
de la general y segundo veterano B.
Precioso trazado y fantástica organización. Los mantecados ... ¡buenisimos!.
Y ahora la respuesta a
la pregunta inicial: ¿SE PUEDE SENTIR PLACER CUANDO SE TE SALE UN PULMÓN POR LA
BOCA? Ummm. No lo he probado lo suficiente, pero una cosa si tengo clara: Tal
vez pueda ser divertido, pero conviene saber cuánto vas a tener que subir y
bajar. Esto es otra cosa muy diferente a los crosses, al asfalto o a la pista.
Esto es otro atletismo. Tampoco sé cómo puede aguantar mi cuerpo estos trotes.
Aún así …
Haré otra prueba.
Ángel, aquí tienes un blog mío https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=4666311287069581060#overview/src=dashboard
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