Allá por el pleistoceno medio, exagerando
un poquillo la cosa para darle un puntillo, la temporada de campo a través era
sinónimo de dureza, frio, barro y cuestas. Muchas cuestas. Muchas cuestas y
todo lo empinadas que pudieran ser. ¡Ale! ¡Clavos del 12!.
Tal era así que
hacer una buena temporada de cross significaba que estabas hecho un fiera, un
toro, un animal y, por tanto, que en la pista ibas a arrasar. Bueno, lo cierto
es que las cosas luego eran como eran...
Pero la teoría estaba en todos los
manuales del entrenador de la época.
Así que los croses se trazaban -
una raya blanca pintada en el suelo- por las zonas donde había más cuestas y
donde, en caso de lluvia, se acumulaba más barro. Y a sufrir o a disfrutar.
En aquella época de leyenda yo
hacía dos temporadas simultáneas: los croses universitarios, que se disputaban
los sábados por la tarde y los croses de la federación, los domingos por la
mañana y, salvo excepciones que cada año eran más numerosas, todos se
corrían en la Casa de Campo, en la zona del Puente de los Franceses los
primeros y en las proximidades del Lago los segundos.
Ni que decir tiene que los lunes
reptaba más que caminaba y me dolían las piernas tanto que a duras penas era
capaz de soportar un entrenamiento decente hasta el miércoles o el jueves… y el
sábado … vuelta a la competición.
El circuito del Puente de los
Franceses era especialmente duro. Los días de agua acabábamos con una costra de
barro tanto por delante como por detrás, ya seca a la hora de llegar a casa, que
obligaba a restregar la ropa , el cuerpo y las zapatillas bajo la ducha durante
un buen rato. Y también para recuperar parte del calor perdido en esos duros
días de invierno.
Llevo tres carreras de campo a
través esta recién iniciada temporada: Ávila, Valonsadero y Alcobendas. Los dos
primeros sobre circuitos de hierba y completamente llanos. Vale, Valonsadero
tiene una cuesta de 30 metros. Alcobendas tiene algo más de dureza y además
ayer estaba el terreno muy embarrado. La semana que viene iremos a Cantimpalos
y poco más adelante a Valladolid. Tal vez al "Prado Panadero" de Salamanca Más hierba. Más llanura. Entre las seis carreras no habrá más allá de 100 metros de desnivel positivo acumulado.
¿Dónde han quedado aquellas
carreras de campo a través? ¿Dónde han quedado aquellas carreras de trazado
duro, complicado y embarrado? No quiero generalizar, que todavía las hay, pero…
cada vez menos.
Hace años se extendió la idea, a
mi juicio muy errónea, que disputando
los croses en terrenos más asequibles, los mediofondistas podían competir en
igualdad de condiciones con los más avezados fondistas. Lo cierto es que ahora
los croses son aburridos, ya no solo ver a mismos africanos ganar una carrera
tras otra (¿o no son los mismos?), sino que, además los circuitos son una
prolongación de la pista sin apenas dificultades que solventar. No hay cambios
de ritmo, no hay apenas modificación en las posiciones, no hay especialistas en
subidas o bajadas. Es pista. Pura pista.
… Y ahí es donde hacen su
aparición … las carreras de montaña… ¿Y por qué no recuperamos una cosa
intermedia?: El cross de toda la vida.
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