Por
un lado un grupo de hombres y mujeres se afanaban trajinado lo que días antes
debió ser un hermoso cerdo y ahora un certero despiece hecho por manos
expertas.
Por
otro lado unos cuantos voluntarios colocaban las últimas vallas y recorrían en
moto el circuito para garantizar que todo estaba en orden.
Y
por último el grupo de corredores se congregaban tras el calentamiento en las inmediaciones
de la salida para ver de una vez por todas por donde habían trazado el recorrido
del primer cross de montaña de la Aldea del Rey Niño.
Por
un momento, todos nos reunimos en recuerdo de Araceli, a quien se dedicó la
carrera y llevará su nombre en años sucesivos.
Y a
correr.
El
primer tramo por las calles del pueblo y la carretera en dirección a Gemuño
puso claro que Luismi no nos iba a esperar. Ivan y Fran salieron valientes tras
él, pero Luismi iba con prisas.
Por
detrás Alberto Muela, Ángel y David y algo más atrás un grupo con Alejandro,
José Luis Arribas, Eduardo, Jime y Alfonso. Y solito en el medio del monte …
yo.
En
las primeras cuestas arriba de la carrera, aún con casi todo el recorrido duro
por delante, conseguí unirme a Jime y Alfonso y ya corrí casi todo el rato con
ellos, perdiendo terreno en las bajadas y recuperándolo en las subidas.
Alternando momentos mejores con otros de más esfuerzo y viviendo en directo las
caídas de Jime y el pinchazo de Ángel, al que se le atragantó la distancia.
Cruzando los regatos y sorteando piedras como buenamente podía para mantener el
tipo y el ritmo. El caso es que a falta de un kilómetro estábamos los cuatro
juntos y con una bajada para decidir cómo quedábamos. Y quedamos como teníamos
que quedar… los más rápidos delante y los más lentos detrás. En realidad la
clasificación era lo de menos.
¿Qué
decir del recorrido? Seguro que a algunos corredores de montaña les pareció
demasiado suave o corto, acostumbrados como están a muchos más kilómetros y
muchísimo más desnivel acumulado. Mientras, a los corredores de asfalto les
debió parecer una barbaridad de cuestas,
barro y charcos. Y a los corredores principiantes algo demasiado duro a lo que
enfrentarse. El caso es que allí hubo de todo tipo de tendencias: de montaña,
de pista, de asfalto y populares y … a mi me parece que todo el mundo quedó más
que satisfecho y contento.
Efectivamente
el trazado tenía sus cositas: sus buenos charcos, su poquito de barro hasta el
tobillo, sus cuestas empinadas y largas y esas bajadas pedregosas que tanto les
gustan a los de trail. Pero también llevaba su asfalto, las calles del pueblo y
caminos de tierra. Una buena mezcla. Una carrera de ocho kilómetros (8,2 según
los GPS) tampoco es como para tener miedo de la distancia, además por andar …debimos
caminar un rato casi todos.
Y
después llegó la parte de comerse el cerdo entre los asistentes, que éramos
bastantes. Y de agradecer el entusiasmo de la organización, siempre atentos a
todos los detalles para que todo el mundo saliera contento.
Si
es cierto que esta carrera se instala en el calendario seguro que en el futuro
tendrá mucha más participación, porque es muy asequible y porque es divertida
por diferente. Además … imaginaos que llueve o que nieva … esos charcos, esos
barros, esas cuestas …
¿Quién se lo perdería?
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