Creo que ha llegado el momento.
Hace unos meses tomé una
decisión: no volvería a correr hasta que
remitiesen todos los dolores de mi cuerpo. Después de tantos años
entrenando con molestias, ahora en las rodillas, ahora en los pies,… llegó un
momento en que me planteé no seguir forzando la máquina.
Tengo la certeza absoluta de que
volveré a correr, porque lo he hecho siempre y las lesiones que me apartan
ahora de la carrera no son terriblemente graves. Tengo la seguridad de que
volveré.
Pero entre medias siento que ha
llegado el momento de ayudar a otros corredores. Además de seguir corriendo…
cuando pueda.
No me atrevo a llamarme
entrenador. Sé que es solo una etiqueta, una identificación. Solo si sirve para
entendernos, entonces me vale.
Quiero ayudar a otros corredores
igual que mis entrenadores me ayudaron a mí.
Voy a resumir brevemente mi
filosofía del entrenamiento, mis principios. Decía Groucho Marx: “estos son mis principios,
si no le gustan… tengo otros”. Pues bien, yo solo tengo estos.
Entiendo el deporte en general y
el atletismo en particular como una parte más de la formación de las personas a
todos los niveles, no solo el físico, sino también a nivel emocional y social,
un enriquecimiento integral de la persona.
Entiendo el atletismo como una
manera personal de proponerse retos y tratar de alcanzarlos, pero desde la más
absoluta limpieza, sin trampas, sin atajos. Nunca he entendido el dopaje en el
deporte aficionado, tampoco en el profesional, aunque ahí hay personas alrededor
del deportista que se encargan de confundirlo. Nunca he comprendido a quienes
atajan en las carreras ni a los que cierran premeditadamente el paso a otros
corredores. Corro para alcanzar mis objetivos, mi satisfacción personal, pero
compito con otras personas que buscan lo mismo. Hagámoslo juntos, sin
perjudicarnos.
Entiendo el atletismo como una
ilusión, no como una obsesión. Son dos conceptos diferentes, pero tienen una frontera común que no debe traspasarse.
Hay que mantener la ilusión por conseguir un objetivo, una marca, una
clasificación, un campeonato…. Pero no hay que cruzar la línea y obsesionarse
con ello. Ahí comienza el peligro. El riesgo de lesiones, de decepciones y de
abandono.
Hay que entrenar en función de
objetivos. Hay que plantearse objetivos realistas, adaptar un entrenamiento a
ese objetivo y tratar de cumplirlo. Y cada atleta decide. No es lo mismo
entrenar para bajar de 35’ en 10 km, que para bajar de 40’ o de 50’. El
entrenamiento es diferente. La exigencia es diferente. El atleta debe decidir
cuánto está dispuesto a dar a cambio de conseguir ese objetivo. Y si hay que
entrenar duro, se entrena duro. Pero si no hace falta entrenar duro, entonces
se guardan fuerzas, se evitan desgastes, se conservan energías. En definitiva:
se cuida el cuerpo para que nos dure más.
El entrenamiento no solo es el
medio para alcanzar el objetivo. Salimos a correr porque nos gusta correr. Así
que hay que salir a entrenar para disfrutar de ese rato diario de carrera. Esto
es muy importante entenderlo, porque si nos gusta correr, entrenamos casi todos
los días del año, pero solo se compite unos pocos. Así que hay que sumarlo
todo, la ilusión por alcanzar un objetivo con la satisfacción de entrenar día a
día, sin que lo primero acabe con lo segundo.
Antes de que haya empezado
siquiera a entrenar a nadie ya alguien ha dicho que voy a ser un entrenador
flojo.
Bien. Me gusta. Si por flojo se
entiende que voy a cuidar a mis atletas, que no les voy a machacar, que voy
procurar evitarles lesiones, que no voy a forzarles hasta límites que no tienen
sentido… entonces, sí, soy flojo. Serán los propios corredores los que me dirán
cuáles son sus límites, hasta donde están dispuestos a llegar para lograr los
objetivos.
Hay quien piensa que entrenar de
la misma manera que entrenan los atletas profesionales les va a llevar a
conseguir sus mismos, o parecidos, resultados. ¡Ojalá fuera así de sencillo! El
entrenamiento es un largo proceso en el que el cuerpo va adquiriendo destreza,
aprendizaje, habilidad, conocimiento… y ese conjunto de cualidades es lo que
nos permite alcanzar nuestros objetivos. No hay atajos.
Todo el cuerpo corre. Cuando
entrenamos, focalizamos casi toda nuestra atención en las piernas, en la idea
de que son estas las que corren. Y no es así. Toda la musculatura, todo el
esqueleto, todos nuestros sistemas están implicados en la carrera. Cualquier
disfunción se traslada al conjunto. Somos una máquina perfectamente diseñada
para que actúe en armonía y así hay que entrenarla, alimentarla, hacerla
descansar y pasar sus revisiones.
Y hay que saber correr. Con
demasiada frecuencia nos lanzamos a una actividad sin saber exactamente cómo
hacerlo. Correr es lo más natural para los seres humanos, cada uno de nosotros
sabemos hacerlo y lo ponemos en práctica de una forma personal, pero eso no
significa que lo hagamos bien, con economía de carrera, con un estilo que nos
permita minimizar el esfuerzo y maximizar el rendimiento.
Pues bien, aquí estoy. Si puedo
aportar algo podemos intentarlo juntos. No soy un experto en la materia. No
pretendo ir de listo. Pero creo que después de tantos años en el mundo del atletismo,
he aprendido lo suficiente como para tratar de ayudar, tanto a los que empiezan
desde coero como a los que llevan ya tiempo corriendo.
Unas cuestiones prácticas.
Si te animas, basta con que me
envíes un mensaje por correo electrónico y yo me podré en contacto contigo.
Ve pensando en tus objetivos, es
la base de la planificación. El objetivo puede ser sencillamente empezar a
correr sin más pretensiones que las de iniciarse en esta actividad y de ahí
para arriba, lo que te plantees.
Yo elaboraré un plan e iremos
hablando a medida que lo realizas. Tendremos que buscar momentos para, juntos,
desarrollar sesiones de técnica, de estiramientos, fortalecimiento, etc, pero
eso lo iremos hablando.
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