523 DÍAS ATRÁS.Tendinitis, tendinopatia,
tendinosis, paratenonitis, bursitis…
podía llamarse de cualquier manera, me daba igual el nombre y los
apellidos de un diagnóstico más que confirmado. Lo único cierto era que había
noches que el dolor me despertaba y al levantarme y poner el pie en el suelo,
comenzaba un día más, acompañado de la misma flecha que acabó con Aquiles clavada
en mi tendón.
Probé todo lo que encontré por el
camino. Tres años buscando una solución para mi tendón y también a un
atrapamiento del nervio ciático en la parte posterior de la cabeza del peroné,
dolor que se sumaba al primero en la misma pierna para completar un panorama
desolador.
Intenté todo… o casi, porque
escondida en la memoria quedaba una consulta a la clínica Avanfi en 2016 en la
que el Dr. Manuel Villanueva ya me había hablado de una solución quirúrgica
para el atrapamiento del nervio ciático. Entonces, solo oír hablar de volver a
un quirófano me bloqueaba.
El día 13 de marzo de 2020, justo
antes de iniciar el confinamiento por Covid, estaba en los Picos de Europa
bajando por una de las canales que sale al Cares. Después de un par de días de
camino recorriendo las montañas y ya en el empinado descenso de regreso a Caín,
cada pisada era como un garrotazo en el tendón de Aquiles y cada flexión de la
rodilla una aguja clavándose en mi pierna. En cuanto llegué al coche, resolví todas
las dudas: al día siguiente llamaría a Avanfi para pedir cita.
El confinamiento demoró el
encuentro hasta mayo. En la primera visita con los doctores Villanueva e Iborra
volví a encontrar lo que ya hace años descubrí cuando me trataron mis problemas
con la fascitis plantar: comprensión, cercanía, un diagnóstico claro y completo
de la situación y una fundada esperanza de que podría volver a correr. Eso sí,
pasando por el quirófano. Ellos estaban seguros de que serían capaces de
resolver mis problemas. Tampoco me prometieron milagros, los kilómetros
acumulados en mi cuerpo no desaparecerían con un bisturí. Pero me bastaba su
seguridad. Me bastaba tener una esperanza. Después de haber sido desahuciado en
más de una ocasión, encontrar alguien que afrontaba el reto de intentar repararme
era alentador. Esta vez estaba decidido. Ya no es que no pudiera correr, es que
prácticamente no podía caminar sin sentir un profundo dolor, tanto en el tendón
como en la parte alta del peroné. Tendinopatía y atrapamiento. No podía seguir
más tiempo así. Y si me tenía que operar alguien, serían ellos.
14 de septiembre de 2020.
Hay varias personas a mi
alrededor. El Dr. Villanueva, el Dr. Iborra, la anestesista que no para de
preguntarme cosas, comprobando el efecto de los fármacos. Todos se mueven con
rapidez y seguridad. Me tranquiliza saber que ellos están conmigo. Alimento la
esperanza de que, cuando me despierte, no solo los dolores sino también toda la
frustración y la impotencia, quedarán atrás. De pronto todo se apaga y cuando
regreso del profundo sueño tengo mi pierna izquierda completamente vendada.
El informe del alta es un parte
de guerra: siete procedimientos terapéuticos, desde la cintilla iliotibial
hasta el calcáneo pasando por un montón de cosas entre medias. Entre ellas, las
más importantes: la descompresión microquirúrgica del nervio y la reparación
del tendón de Aquiles. Ya me avisó el Dr. Villanueva “ya que te tengo
dormido … “
Queda por delante un largo
proceso de rehabilitación que comienzo tres semanas después. Elíptica,
estiramientos, fortalecimiento y sesiones de fisioterapia con Mariano
Neurosport. Trabajo, trabajo y trabajo para poder volver a correr. No va a ser ni
fácil ni un proceso corto. Al contrario, pero, hay algo que puedo comprobar en
seguida al caminar: no me duele el tendón de Aquiles y mi ciático ha quedado libre.
Tengo otros problemas, es cierto, me duelen otras cosas, sí. Pero los dolores
que me llevaron al límite se quedaron en aquel quirófano. Me he librado de
ellos y lo siento como quien aleja de sí una maldición. Quedarán meses por
delante hasta que vuelva a correr, pero no dejaré de intentarlo.
El día 11 de noviembre de 2021
volví a los Picos de Europa, 407 días después de la operación. Desde lo alto de
una de esas canales que hacen tan especial estas montañas, caminé reencontrándome
con las piedras, las cumbres y el paisaje, dando gracias a cada paso de poder
hacerlo, al Dr. Villanueva, al Dr Iborra, a María y todo el equipo de Avanfi. También
a Mariano, de la clínica Neurosport, que no dudó en trabajar en coordinación
con ellos para resolver, sesión a sesión, los procedimientos de rehabilitación
y mis prisas, más complicadas de tratar estas segundas, sin duda.
No está siendo la recuperación un
camino de rosas, pero corro. Poco y despacio, pero he vuelto a correr y he
regresado a la montaña y, lo que es más importante, como siempre he hecho, seguiré
intentandolo día a día.