Diecinueve horas
después de levantarnos en Ávila, por fin estamos en el hotel a punto de tomar
la posición horizontal. Efectivamente estamos en Londres.
Hoy hemos entrado en
contacto con la realidad olímpica. Recién llegados, nos hemos ido al hotel y
desde allí directamente al Olympic Park a ver si podíamos enterarnos de qué va
esto de las entradas y a vivir el ambientillo. Lo primero que hemos podido
comprobar es que estamos en el peor sitio para saber lo que está pasando en las
diferentes sedes deportivas.
Lo segundo es que NO
HAY ENTRADAS. Por aquí todo el mundo anda desesperado a ver si puede pillar
algo y definitivamente está todo vendido. Nos hemos encontrado con gente de
México que anda buscando cualquier entrada de lo que sea, argentinos, españoles … así podemos extenderlo al resto
del planeta.
La tercera cuestión es
que si no tienes entradas no puedes acceder al parque olímpico. No puedes ni
siquiera intentarlo. Cada ochenta y cinco centímetros hay un voluntario, un
policía, un tipo con un chaleco naranja, amarillo o morado o un militar con
todo el armamento de Rambo encima. “No
ticket no entry”. Así de claro. Y
además “please, ponte en otro lao que
aquí molestas”
Otra cosa más. De cada
dos personas que pululan por los alrededores del anillo olímpico, una lleva
colgada del cuello una acreditación. Al margen de los deportistas, hay
entrenadores, técnicos, jueces, mecánicos, periodistas, directivos o el
cocinero de la expedición, pero aquí hay mucha gente que ha venido por la
patilla.
Y por último, Londres está hasta arriba. Por si
alguien dice que la ciudad está vacía… esto está “petao”. Y Bolt … por todas
partes
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