Ha sido un día muy
duro. Londres, de por sí, es una ciudad agotadora. Con unos Juegos Olímpicos es
un “raid” durísimo. De hecho, estar escribiendo estas pobres líneas con la cama
detrás es una prueba de fuego.
De salida nos fuimos al
Hyde Park a ver la prueba de triatlón. Desafortunadamente otros cuantos
centenares de miles de espectadores tuvieron la misma idea, de manera que el
normalmente apacible parque, estaba completamente lleno. Hasta el punto fue así,
que solo pudimos ver a los triatletas en la carrera en una pequeña ladera,
rodeados de entregados británicos que rugían al paso de sus ídolos, los
hermanos Brownlee. Gomez Noya hizo una
fantástica carrera para alzarse con un más que merecido segundo puesto.
Nosotros decidimos
“tunearnos” y desde ese momento nos convertimos en un espectáculo para los
británicos. Nuestras pelucas, gorros, camisetas y banderas nos hicieron
protagonistas de decenas de fotos (no exagero) con ingleses, estadounidenses,
españoles, taiwaneses, holandeses y un montón de espontáneos que quisieron
fotografiarse con los “supporters” españoles. El podium con dos britanicos y un español les hizo compartir su entusiasmo con nosotros.
Vista la experiencia,
decidimos mantener la estética un rato más y nos fuimos de paseo por el barrio
de Kensington. La gente nos seguía saludando y felicitándonos por las medallas
conseguidas. Entendimos en ese momento que alguna otra más había caído por mar.
Y un oro nada menos.
La “casa de España”,
sede del Comité Olimpico Español en Londres merece un capítulo aparte. Ya os
contaré … poco bueno. Precisamente allí me encontré con dos de mis más queridos
amigos del pleistoceno atlético: Lalo y Candi. Fue un rato fantástico.
En el camino de vuelta
la gente nos pregunta sobre el equipo español, un poco extrañados del escaso
éxito que estamos teniendo en estos Juegos Olímpicos. Aprovecho para soltarles
uno de mis discursos favoritos sobre el daño que está haciendo el futbol al
resto del deporte español. En otro momento lo dejaré en el blog para el debate.
Mañana vamos a entrar
en el Olympic Park a vivir más experiencias. De momento esto está resultando
tan divertido como agotador, así que … no me resisto más. Me voy a la cama.
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