Estamos
de vuelta de Londres.
Nueve
días que han dado para mucho, a pesar de nuestras expectativas de ver más competiciones, al final ha resultado
lo que nos temíamos: no había entradas.
Los
Juegos de Londres han sido un éxito rotundo de público. Todas las entradas
puestas a la venta para todas las sedes y para todos los deportes se han
vendido. Cierto es que se han visto huecos en las gradas, pero todas esas
entradas pertenecían a los patrocinadores de los Juegos (BP, Panasonic,
Coca-Cola, Visa, McDonald…).
Tal
es así que muchos cientos de miles de londinenses se han quedado sin poder
entrar al Olympic Park y eso les ha dolido muchísimo. Varios motivos lo
explican, tal como me hizo ver un amable galés, oficial de policía, con el que
estuve viendo la competición de los 20 Km marcha femeninos (en la calle,
evidentemente): ellos han sufrido todas las molestias de las obras, los cortes
de calles, la alteración de los servicios públicos, etc. Ellos, de una u otra
manera, corren con una parte de los gastos de organización a través de la
financiación estatal y sufrirán las perdidas si es que existen, cuando hagan
cuantas. Ellos han formado parte de ese espíritu colectivo de superación
abanderado por sus deportistas en el más rotundo éxito en unos Juegos Olímpicos
pero no han podido contemplarlo en directo.
Lo
triste he sido ver esos centenares de entradas desperdiciadas sin que se haya
buscado una solución a tiempo. Lo que está claro es que los comentarios que
surgieron los primeros días de que las competiciones estaban celebrándose con
escaso público eran muy poco ciertos, al igual que los relativos a que el
centro de la ciudad estaba vacío. De vacío… nada de nada. Londres estaba como
siempre: un hervidero de gente, coches, autobuses, bicis y taxis.
Al
margen de las cuestiones deportivas y de Sir Sebastian Coe, otro gran
triunfador del evento, el papel de los voluntarios ha sido extraordinario. La
organización contó con 70.000 personas repartidas por toda la ciudad para el
apoyo e información a los visitantes, un trabajo que se vio recompensado por el
reconocimiento público en la ceremonia de clausura y que tendrá continuación a
finales de septiembre cuando la ciudad de Londres organice una gran parada con
todos sus deportistas olímpicos recorriendo la ciudad.
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