Foto: "El mundo"
Y
…¿qué pasa con los siguientes días?
Saliste
a correr el primero, saliste a correr el segundo y poco a poco has ido
incorporando ese rato de deporte a tu rutina. Y ahora … ¿Qué? Pues ahora …
muchas cosas. Lo primero que hay que tener en cuenta es que ese hábito necesita
un tiempo que estás quitando a otras
actividades. Trata de buscar el momento del día en el que mejor se adapte a tu
rutina habitual porque de otro modo, el “choque entre actividades” acabará por
hacerte dudar y abandonar la carrera. Intenta hacer un hueco y respeta ese
tiempo para correr. Igual que no puedes dejar de hacer otras cosas, llegará el
momento en que correr sea una necesidad.
Otra
cuestión que se plantea con frecuencia es si correr con alguien o correr solo.
Como todo en la vida, cada cosa tiene sus ventajas e inconvenientes. Si corres
solo vas a tu aire, sin apreturas de tiempo ni de ritmos, decides a qué hora
sales, decides por donde vas, si subes o bajas o si te paras a ver el paisaje.
Si corres acompañado vas más entretenido, sobre todo si das con alguien que te
va contando chistes todo el camino. Sin necesidad de llegar a tanto, es
divertido ir de charla, compartir historias, anécdotas, problemas…Entrenar con
un grupo suele ser más eficaz desde un punto de vista meramente atlético. Por
regla general el ritmo es más vivo porque siempre hay alguno que tiene “el día
bueno”. Otro asunto es el de los “piques”, ya tratado en este blog y que da
para muchas historias…
También
es importante controlar el ansia por competir. Con relativa frecuencia, gente
recién llegada se inscribe en una carrera de 10 km o incluso en una media
marathón. Hasta ahí ningún problema, las carreras populares son para todos. ¡Faltaría
más! El problema puede originarse cuando las expectativas que uno tiene sobre
su rendimiento no se ve satisfecha por el resultado. La decepción suele ser
grande. Algo así como un …”pues anda, después de tanto entrenar y ahora me sale
así de mal…”. Una cosa es correr y otra es competir y, desde luego, no conviene
comenzar pensando en que uno está capacitado para quedar entre los primeros.
Ese privilegio lo tienen los que son muy buenos y además llevan años
entrenando. Así que … prudencia y paciencia. Ya llegará el momento.
Y…
¿La ropa?. Para escribir un libro. Uno de la ropa y otro de los “archiperres”
de correr. ¿Qué hace falta para correr? Unas buenas zapatillas, lo cual no es
lo mismo que unas zapatillas caras. Hay muy buenas zapatillas por un precio
asequible sin que se nos vaya la cabeza. El resto, la ropa, puede ser más o
menos “técnica”, un concepto moderno muy empleado por las casas comerciales en
el marketing de sus productos, puede ser más o menos bonita y puede ser más o
menos cómoda. Pero todo vale. Un pantalón de chandall y un jersey viejo
empleaba mi amigo Francisco Javier cuando yo empezaba a correr, frente a otros
que empleaban ropa de marca más “pintona” y nos dejaba a todos “tiraos” en
cuanto las cuestas se empinaban un poco. Una vez más … ya llegará el momento de
acumular camisetas de manga corta, de manga larga, de tirantes, de competición,
sudaderas, cortavientos, chubasqueros, forros polares, mallas cortas, mallas
piratas, mallas largas, mallas de invierno, guantes, “bragas”, gorros, buffs, orejeras…
hasta reventar el armario.
Por
el momento… corre y disfruta.
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