Hacía 8 años que no corría la carrera del CSIC.
Las 7:30 de la mañana. Madrid está en penumbra. Las farolas
encendidas no alcanzan a iluminar unas calles llenas de agua de la lluvia
nocturna. Sin embargo no hace nada de frio.
El metro está casi desierto. Solo la presencia de algunos
corredores en el andén evita que esté completamente solo.
Salgo en República Argentina. Todavía es de noche. Cientos
de corredores camino de la recogida del dorsal.
Llevo tiempo de sobra para evitar aglomeraciones. Recojo el
chip y dejo la ropa en el ropero. Salgo a calentar con un ojo en la salida. No
quiero ponerme muy atrás para intentar correr desde el principio a ritmo.
A falta de un cuarto de hora entro en la zona de salida. Ya
hay mucha gente. Nunca entenderé cómo algunos pueden ponerse adelante del todo sabiendo
que van a obstaculizar a otros muchos que van a salir a tope. Se juegan una caída.
Veo unos cuantos corredores que tienen el móvil en la mano. Me extraña. No
había visto nunca a nadie correr con el teléfono cogido. Resulta ser porque
manejan una aplicación con la que registran el recorrido, los tiempos de paso,
el perfil, el ritmo, … y vete a saber cuántas cosas más. Alguno lleva, además
un pulsómetro y, en un alarde tecnológico sin par, veo a otro que, además de
móvil y pulsómetro lleva unos auriculares conectados a un mp3. Admirable
parafernalia.
Los primeros 600 u 800 metros se convierten en un slalom. La
bajada es fuerte y mi maltrecha rodilla, todavía dolorida de la caída del
duatlón de hace dos semanas en Humanes de Madrid, me empieza a doler con
bastante intensidad. Paso del km 2: 7’27’’. No es mal tiempo pero estoy
corriendo a disgusto. Sigo adelantando gente. Llegamos a la Castellana. Se
acaba la cuesta abajo y comienza una leve pero continua subida. Aguanto el
dolor a duras penas. Me fío de las palabras de mi médico: si aguantas el dolor …
sigue. No sé si esto es aguantar el dolor o es pasarme. El caso es que no
quiero retirarme pero … algo me dice que me estoy equivocando. Paso del km 5:
19:17.
Estoy corriendo porque quería ver cuánto de lejos estoy de
poder intentar estar en la San Silvestre vallecana internacional. Los
seguidores de este blog ya estaréis al tanto de lo que significa esa carrera
para mí y … sería un buen premio después de dos años de lucha contra la
fascitis. El caso es que me doy cuenta que esta carrera no me va a poder decir
mucho de mi estado: la rodilla no me deja correr al 100%. Paso del Km 8 31’39’’.
La subida ha sido algo menos
dolorosa, pero los dos últimos kilómetros son de nuevo hacia abajo, así que
vuelvo a sufrir. Intento cambiar de ritmo los últimos 500 metros, aunque me da un
poco igual lo que pueda hacer ya. Voy a estar lejos de bajar de 39 minutos, que
era mi objetivo secreto.
Termino la carrera. Tiempo
neto final: 39’20’’. Puesto 178.
La parte buena de la carera
es que no me he acordado de mis pies en ningún momento. Creo que puedo empezar
a pensar en que he superado la fascitis.
Recojo mi ropa y busco
el puesto médico. Les pido una bolsa de hielo. Son muy amables. Me vuelvo para
casa un poco fastidiado por la situación. Quizá no debía haber corrido, pero …
si no hubiera corrido me lo hubiera reprochado.
Qué difíciles somos los
corredores. Qué bonito libro de psicología se podría escribir en torno a estas
discrepancias entre una parte y otra de nuestra mente y nuestro cuerpo.
Felicidades, me alegro ya que dejes atrás la fascitis, yo voy tb por el mismo camino, si todo va bien, espero correr la San Silvestre, en la ultima juntos (2010, tu Inter. yo popular) estuvimos a partir un piñón, , espero que en esta estemos tb a esa altura, nos vemos en el asfalto. Salud y suerte.
ResponderEliminarHola. Me alegro mucho saber que estas de vuelta. Este 31 de diciembre espero que podamos correr juntos.
Eliminar¡Animo!