La mayoría de las personas nos pasamos la vida escondiéndonos
de nuestros errores y justificando nuestros actos. La mayoría de los corredores
también.
¿Quién no ha escuchado en la salida de una carrera una retahíla de
excusas … solo por lo que pudiera pasar unos minutos después? ¿Y quién no a
otra interminable serie de justificaciones de por qué sí o por qué no hemos
corrido como lo hemos hecho? Bien, mal o regular.
Mucho de nosotros somos cobardes. Tal vez nos de miedo
mostrarnos como en realidad somos por temor a que los demás nos valoren menos
de lo que pensamos que nos merecemos. Quizá pensamos que los demás deben saber cual
es motivo de por qué hemos hecho tal o cual marca o hemos ganado o perdido
contra algún otro atleta.
Y en el fondo … ¿A quién le importa? O mejor … ¿De verdad pensáis
que le importa a alguien? Cada uno de nosotros corremos contra nosotros mismos,
por mucho que exista una clasificación y tal vez unos premios. Quizá los mejores
de la carrera puedan pensar en ellos. El resto de los corredores no. Corremos,
disfrutamos, sufrimos, nos entregamos, llegamos a la meta y acumulamos una
nueva experiencia.
Y ¿a qué viene esto?
Después de ver el vídeo de Bailey Matthews ocho veces he
pensado que hay veces que en los sitios más raros te encuentras las lecciones más
importantes.
Esas imágenes quedarán ocultas tras los millones de vídeos que cada día inundan la red. Y no querría perderle. En el fondo también este blog es mi caja de los recuerdos. Quiero ver caer a Bailey, rebotar contra el suelo y levantarse para volver a caer y volver a levantarse
con una sonrisa de victoria.
Quiero guardarlo para que me ayude.
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