sábado, 19 de mayo de 2018

CARTA A ILIAS FIFA



Vayan por delante un par de cosas.

La primera que me alegra mucho que se haya descubierto y se haya resuelto un nuevo caso de dopaje.

La segunda que, a título particular, me importa un rábano rojo que te dopes con TB-500 de uso veterinario (que hay que tener cuajo), EPO o con cualquier otra mierda de esas. El caso es que te han pillado haciendo trampas. Y si fueras un deportista que participas a título particular en competiciones en las que no representas a nadie más que a ti mismo y  no le quitas el puesto a otro, es decir, algo así como cruzar el atlántico en una tabla de surf, escalar el Aconcagua, tirarte de cabeza en paracaídas desde la estratosfera o cosas semejantes, la cosa tendría menos importancia. Pero no. No es así.

Tú has representado al atletismo español. En general, al deporte español. Y no andamos escasos de casos de dopaje descubiertos en la última década como para que gente como tú siga poniéndonos en las páginas de los periódicos deportivos de media Europa.

No te imaginas el daño que haces. Primero al deporte español en general. Nuestro deporte ha conquistado grandes éxitos. Atrás quedó la época en la que solo sobresalía un atleta, un nadador, un golfista…Ahora nuestro país está en la élite del deporte mundial. Y no porque exista un gran programa nacional de descubrimiento de talentos y ayudas. Es porque somos así. Ultracompetitivos. Es de raza. Así que cada vez que sale un nuevo caso de dopaje en un deportista de élite nos sacan los colores a todos. 

A todos.

Y esto es paradójico. No sé en cuantos países se controlará a los deportistas más que en el nuestro, pero seguro que no son muchos. Unos, los más, porque no tienen medios y otros porque no tienen interés en hacerlo. El caso es que cuanto más se controla, más posibilidades hay de descubrir casos. Y ahí radica la paradoja: más sospechas se generan sobre los métodos deportivos del país.

Si el daño es grande al conjunto del deporte nacional, más aún lo es al Atletismo. No eres el primero al que cazan. Desgraciadamente te preceden muchos casos. Y eres campeón de Europa, que no es poco. Que lo fueras dopado o no ya no tiene importancia, porque todos creerán que lo fuiste haciendo trampas.

Y además y lo que es aún peor, le has quitado la posibilidad de ir a un campeonato de Europa,  un Mundial o unos Juegos Olímpicos a otro atleta de esos que basa todo su esfuerzo en el entrenamiento, sin ayudas prohibidas. Y me supongo que no debe ser poca la rabia que debe dar, primero imaginarse que la plaza te la quita alguien que no está limpio y segundo que se confirme la sospecha cuando ya no hay remedio. Porque las oportunidades en la vida se dan una, dos o tres veces, pero no siempre.


A falta de recurso e historias judiciales, parece que  te van a caer cuatro años de sanción. Y quiero decirte una última cosa: me importa el mismo rábano rojo que ahora te entre el arrepentimiento y te alimentes exclusivamente de brócoli, trigo sarraceno, porotos y zumo de pomelo, que vuelvas más limpio que un recién nacido. No volveré a aplaudirte como hice en la última carrera en la que vi. Puede que te parezca rencoroso y tal vez lo sea, pero tuviste la oportunidad de ser un ídolo y preferiste montarte una farmacia en tu casa. 

Y al final, los aficionados somos los dueños de nuestros aplausos.

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