Estoy sentado frente al
televisor, como dice la canción, aunque también podría estar de espaldas porque
estoy hasta la mismísima cúspide de mis fontanelas de Cataluña, de Trump, del Cholo Simeone
y de Amaia y Alfred (el orden es aleatorio).
En esas, escucho en la sección de
deportes la noticia sobre una pelea en un partido de fútbol en Ávila.
Y en ese momento se me cae la
cara de vergüenza.
Miles de personas haciendo deporte
a diario. Deportistas que han logrado éxitos que nadie reconoce y que no
trasciende porque todo lo que no sea futbol es folclore, como decía la
legendaria Rosa Mota. Un gran número de personas dedicadas a enseñar las bases
del deporte y sus valores a diario en las escuelas deportivas. Clubes que van
surgiendo año a año ampliando el elenco de deportes que se practican en nuestra
ciudad y provincia. Una amplísima oferta de competiciones deportivas
organizadas para el disfrute y desarrollo de las habilidades de todos los
deportistas.
Y otra vez una pelea en un
partido de futbol base.
Llueve sobre mojado. No es la
primera. Ni la segunda ni la tercera.
Qué triste forma de salir en los
medios de comunicación. Qué triste forma de perder las formas. Qué manera más
ridícula de perder el respeto a los árbitros, a los jugadores, a los
espectadores. Qué manera más lamentable de tirar por tierra las horas que se
dedican a educar a los chavales en los valores del deporte.
Y sobre todo … que triste imagen
para los niños ver a sus padres a tortazo limpio.
Que vayan a ver la peli Campeones, a ver si les queda alguna neurona decente que les haga entender algo de la vida y del deporte.
Que vayan a ver la peli Campeones, a ver si les queda alguna neurona decente que les haga entender algo de la vida y del deporte.
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