miércoles, 27 de enero de 2010

HACE UN FRIO HORRIBLE
Hay dias que el termómetro no dice toda le verdad. No se si lo hace por pudor o por pena. Al fin y al cabo comparte habitación con otros artilugios: el ordenador, la impresora, el equipo de música, es respetado y consultado en casa, en definitiva, está integrado en la vida familiar, de manera que, en su fuero interno, tal vez piense que es mejor no expresar la cruda realidad y tratar de pasar desapercibido. Hacerse el simpático, vamos. Pero hoy le he pillado. Le tengo aquí, delante de mi, con su carita inocente, lleno de números y me dice que "-1,1 ºC". Y unas narices, majo. Ahí fuera en la calle no hay quien pare. Hace un frio horrible. Sopla un viento gélido y además está medio nevando. Cualquier trozo de carne expuesta al viento se queda insensible en un par de minutos, en especial las orejas, las manos y la nariz. Solo pensar en salir a correr en estas condiciones se me antoja una proeza. Hace años lo hacía, así que ya creo haber cumplido el cupo de locuras. Hoy no puede ser. Tengo la excusa perfecta. Mercedes está trabajando y yo tengo que cuidar de los niños, de la casa, hacer la cena, los deberes... es decir estar de amito del hogar. Lo cual no quita que haga algo: gimnasia y eliptica. Como un campeón. Me voy a bajar al garage, me voy a poner un disco de música y voy a hacer una sesión de gimnasio como un aspirante a bombero, con sus abdominales, sus flexiones de brazos, su poquito de máquina de pesas (reconozco que sobra el plural, con 10 kilos me basta), otra pizca de gomas elásticas. Tan calentito. Y a esperar que mejore el tiempo.

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