Foto: en la segunda vuelta del Cross de Salamanca 2010.
Estuve yo el sábado dándole unas cuantas vueltas al asunto de la “ciclogénesis activa” y a las predicciones meteorológicas que la Agencia Estatal de Meteorología indicaba en su web para el domingo en Salamanca.
Después de leer un poco al respecto, me imaginaba que al día siguiente tendríamos unas condiciones semejantes a las sufridas por uno de mis héroes más admirados, Shackleton, en su aventura por la Antártida. Me veía corriendo bajo un diluvio y con un viento de esos que no puedes avanzar ni un metro por más que te empeñes. Imaginaba al escaso público persiguiendo sus paraguas, las cintas que delimitan el recorrido arrancadas por la furia de las ráfagas, los hinchables de la salida y la meta abatidos una y otra vez. En fin: un infierno. Así me acosté, escuchando el batir del aire en las persianas de mi habitación y así me dormí, acompañando a Sir Ernest Shackleton en el Caird partiendo en busca de ayuda desde la isla Elefante. (Quedo emplazado para dar más detalles de esta odisea, la aventura de supervivencia más fabulosa vivida por unos exploradores).
Volviendo a la carrera. A eso de las 8:30 recibo un mensaje de mi compañero Eloy desde Salamanca: luce un sol esplendido y no hace nada de viento. En marcha. Todos arriba. A las 11:00 estamos en el Prado Panadero, junto al estadio Helmántico. Confirmado: hace un sol esplendido y no hace viento. Angel corre a las 11:30. Buena carrera, junto con su amigo Manuel, para terminar el 18. Yo caliento mientras le veo. Hay un ambiente estupendo. Nos vemos los corredores habituales: los de Béjar, La Armunia, Aranda de Duero, La Bañeza, Toro, Valladolid, Burgos…De Ávila estamos cinco del Puente Romanillos y también” “Jime” y cuñado, del Ecosport. Yolanda corre en veteranas y queda tercera, primera de su categoría. La salida nuestra viene precedida de un pequeño caos en la cámara de llamadas, un atasco tremendo para comprobar la identidad de los corredores, bastante inútil porque nadie comprueba nada.
Por fin en la salida. Por delante seis vueltas. Disparo. Salgo un poco atrás, aunque voy fuerte. Muchos corredores por delante mío, pero veo a mi lado a Pepe el bejarano y a Olivares, así que me junto a ellos. La primera vuelta es corta y la segunda comienza en compacto pelotón. El tramo más alejado de la salida comprende un zigzag en el campo de futbol con giros de 180º. Llegan las primeras caídas. El terreno está muy resbaladizo. Hay que pisar con prudencia porque te vas al suelo en un instante. Olivares es de los primeros en caer. Voy en un grupo numeroso, bastante a gusto. Pasamos de nuevo por meta. Muchos ánimos. Todos los chavales de la escuela me animan, Mercedes y los niños también. La fila de corredores se estira. Formamos un grupo unos 8 corredores, con Pepe y otro bejarano y Jime, entre otros. Olivares va a cincuenta metros por delante. Jime se adelanta unos metros y le da alcance. Yo me pongo a tirar detrás y les cazamos, pero pronto volvemos a separarnos. El dichoso campo de futbol hace estragos, el terreno está tan pesado que sales de él con una fatiga enorme. Siguen las caídas. Última vuelta: Jime se escapa. Me cogen otra vez los dos bejaranos y otros dos de Burgos y de Toro. Me adelantan. La hinchada no admite que quede tras ellos después de haber ido delante casi todo el rato, así que el sprint es largo y duro, me quedo en mitad de los cinco. No puedo con los de Béjar, pero los otros dos ceden.
Termino el 30º de la carrera y 9º de la categoría 45-50, con un tiempo de 28:50 en los 8 km (yo creo que es un poco menos, no he corrido por debajo de 3’40’’). La sorpresa llega en la entrega de premios: hemos sido terceros por equipos en categoría 35-40, que es en la que hemos quedado inscritos porque no completábamos equipo en las superiores. Fantástico. En resumen: me lo he pasado fenomenal y he corrido muy bien para lo que he entrenado. He hecho 28 segundos más que el pasado año en el mismo recorrido, pero creo que el barro es la razón de ese tiempo y probablemente otros 20 o 30 segundos más.
Y para terminar. Un lector ha hecho un comentario. No se puede imaginar la alegría que me ha dado antes de leerlo … y tampoco se imagina lo que se lo agradezco después de hacerlo.
Estuve yo el sábado dándole unas cuantas vueltas al asunto de la “ciclogénesis activa” y a las predicciones meteorológicas que la Agencia Estatal de Meteorología indicaba en su web para el domingo en Salamanca.
Después de leer un poco al respecto, me imaginaba que al día siguiente tendríamos unas condiciones semejantes a las sufridas por uno de mis héroes más admirados, Shackleton, en su aventura por la Antártida. Me veía corriendo bajo un diluvio y con un viento de esos que no puedes avanzar ni un metro por más que te empeñes. Imaginaba al escaso público persiguiendo sus paraguas, las cintas que delimitan el recorrido arrancadas por la furia de las ráfagas, los hinchables de la salida y la meta abatidos una y otra vez. En fin: un infierno. Así me acosté, escuchando el batir del aire en las persianas de mi habitación y así me dormí, acompañando a Sir Ernest Shackleton en el Caird partiendo en busca de ayuda desde la isla Elefante. (Quedo emplazado para dar más detalles de esta odisea, la aventura de supervivencia más fabulosa vivida por unos exploradores).
Volviendo a la carrera. A eso de las 8:30 recibo un mensaje de mi compañero Eloy desde Salamanca: luce un sol esplendido y no hace nada de viento. En marcha. Todos arriba. A las 11:00 estamos en el Prado Panadero, junto al estadio Helmántico. Confirmado: hace un sol esplendido y no hace viento. Angel corre a las 11:30. Buena carrera, junto con su amigo Manuel, para terminar el 18. Yo caliento mientras le veo. Hay un ambiente estupendo. Nos vemos los corredores habituales: los de Béjar, La Armunia, Aranda de Duero, La Bañeza, Toro, Valladolid, Burgos…De Ávila estamos cinco del Puente Romanillos y también” “Jime” y cuñado, del Ecosport. Yolanda corre en veteranas y queda tercera, primera de su categoría. La salida nuestra viene precedida de un pequeño caos en la cámara de llamadas, un atasco tremendo para comprobar la identidad de los corredores, bastante inútil porque nadie comprueba nada.
Por fin en la salida. Por delante seis vueltas. Disparo. Salgo un poco atrás, aunque voy fuerte. Muchos corredores por delante mío, pero veo a mi lado a Pepe el bejarano y a Olivares, así que me junto a ellos. La primera vuelta es corta y la segunda comienza en compacto pelotón. El tramo más alejado de la salida comprende un zigzag en el campo de futbol con giros de 180º. Llegan las primeras caídas. El terreno está muy resbaladizo. Hay que pisar con prudencia porque te vas al suelo en un instante. Olivares es de los primeros en caer. Voy en un grupo numeroso, bastante a gusto. Pasamos de nuevo por meta. Muchos ánimos. Todos los chavales de la escuela me animan, Mercedes y los niños también. La fila de corredores se estira. Formamos un grupo unos 8 corredores, con Pepe y otro bejarano y Jime, entre otros. Olivares va a cincuenta metros por delante. Jime se adelanta unos metros y le da alcance. Yo me pongo a tirar detrás y les cazamos, pero pronto volvemos a separarnos. El dichoso campo de futbol hace estragos, el terreno está tan pesado que sales de él con una fatiga enorme. Siguen las caídas. Última vuelta: Jime se escapa. Me cogen otra vez los dos bejaranos y otros dos de Burgos y de Toro. Me adelantan. La hinchada no admite que quede tras ellos después de haber ido delante casi todo el rato, así que el sprint es largo y duro, me quedo en mitad de los cinco. No puedo con los de Béjar, pero los otros dos ceden.
Termino el 30º de la carrera y 9º de la categoría 45-50, con un tiempo de 28:50 en los 8 km (yo creo que es un poco menos, no he corrido por debajo de 3’40’’). La sorpresa llega en la entrega de premios: hemos sido terceros por equipos en categoría 35-40, que es en la que hemos quedado inscritos porque no completábamos equipo en las superiores. Fantástico. En resumen: me lo he pasado fenomenal y he corrido muy bien para lo que he entrenado. He hecho 28 segundos más que el pasado año en el mismo recorrido, pero creo que el barro es la razón de ese tiempo y probablemente otros 20 o 30 segundos más.
Y para terminar. Un lector ha hecho un comentario. No se puede imaginar la alegría que me ha dado antes de leerlo … y tampoco se imagina lo que se lo agradezco después de hacerlo.
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